lunes, 9 de agosto de 2010

Buenass : l


Creo q hace como dos meses que no escribo, no? La verdad es que ya no se como seguir, aveces me viene una idea pero cuando estoi delante del ordenador ya no tiene sentido. 
Igual no tengo muchos seguidores que digamos :S, asiq dudo q alguien se "deprima" porque deje esta historia incompleta y en una parte intrigante. 


Estoy empezando otra historia, "Fawaed" Trata que los 4 elementos (Agua, fuego, tierra, aire) estan en una  guerra que NUNCA termina, pero en un punto, donde los territorios de las 4 fortalezas chocan, ai un lugar sin guerras y sin muertes, en ese lugar se encuentra el instituto FAWAED (tambien conocido como FA3W2EtD que significa "Fire and Air attack with water and Earth to death" (Que nombre mas largo ._., por eso lo abrevie y puse "Fawaed"). En ese instituto, por asi decirlo, aprenden todo sobre sus respectivos elementos; Historias, costumbres, gente importante, etc. Mis protagonistas seran 4 mujeres de 15 años, cada una con un elemento diferente, y con gustos (a mi parecer) total y absolutamente distintos. 

 Eh.. Si sigo contando creo que ya voi a contar la historia entera jaja asique me detengo aca xDD!!, la historia no la empeze a publicar pero si a escribir, ya tengo todo echo en mi cabezita ^ u ^.
 Aqui el link de ese blog ->    LA GUERRA DE LAS FORTALEZAS  (INS Fawaed)


Bueno, estem, todavia no voy a cerrar este blog, talvez si logro continuar la historia la suba.


Un beso (K)

jueves, 1 de abril de 2010

  Si mis cálculos no fallaban, estábamos cerca del océano donde se encontraba La isla del podinsta.
  Durante lo que restó del viaje intenté dormir o pensar en otra cosa que no fuera en Maximiliano. Él no quería siquiera mirarme o hablarme. Ya no me amaba.
  Pero, al menos, se ve que consiguió alguien para él. Merlina. Se pasaron todo el viaje hablando y riéndose de cosas que yo no comprendía, y eso me molestaba… demasiado.
  Merlina, cada vez que lo miraba, una sonrisa se formaba en su rostro, y Max siempre le devolvía las sonrisas. ¡Siempre!
  Christian notó mi mal humor y no insistió en hablar ni nada por el estilo, simplemente se quedó callado y observó como las lágrimas caían de mis ojos. Él sabia que a veces no me gustaba que me consolaran, y esta era una de esas veces. Él me conocía, sabía todo de mí, como yo sabía todo de él… o al menos eso creí. Pero él seguía siendo, a pesar de toda la confusión, un hombre que amé desde que lo conocí, y creo que Max se merecía algo mejor de lo que yo podía darle… Así que decidí intentar olvidar a Maximiliano. Intentarlo era mejor que nada.
  Luego de más o menos media hora, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Me acerqué a Christian y me acurruqué debajo de su brazo, un lugar que parecía estar echo para que yo me acomodara. Él me rodeó con un brazo y me besó la cabeza y la frente.
 La combi frenó y todos bajamos, para después taparla con un montón de ramas y hojas (no fue muy difícil, ya que Camila hizo todo el trabajo con su “don”).
 Max sacó un mapa y lo extendió sobre la tierra, todos formamos un círculo alrededor de este.
 -¿Y de donde demonios vamos a sacar un barco?- preguntó Walter. La verdad es que era la primera vez que lo oía hablar. Su voz era ruda pero calmada al mismo tiempo. Max también lo miró con sorpresa, pero Walter se limitó a mirar el mapa.
-Eh… creo que tengo una idea- dijo Luciana, frunciendo el ceño. Todos la miramos, esperando una explicación-. Yo controlo el agua…
 -¡Ah!- exclamé sin poder contenerme-. ¡Que inteligente! ¿Cómo no se me había ocurrido?
-¿Qué cosa?- preguntó Maximiliano irritado, bien porque no comprendía nada o bien porque tuvo que hablarme directamente a mi.
-Luciana puede formar un camino en el agua… Y nosotros podemos ayudarla…- el plan comenzó a formarse en mi cabeza-. ¡Brillante!- dije mirando a Luciana, que parecía confundida.
-Ah…- murmuró Luciana mirando para otro lado.
-¿Qué no era ese tu plan?- pregunté.
-Este… En realidad no, pero tu plan es mejor que el mío.
-Bueno. ¡Entonces, vamos!
   Nos colocamos en un borde del océano y formamos una fila; Luciana delante de todo (para que valla formando el camino), yo en el medio (para que no nos tape el agua) y Maximiliano atrás de todo (para volver a poner el agua en su lugar una vez que hallamos pasado).
  -Antes de empezar- dijo Maximiliano dirigiéndose a Christian-. ¿Te puedo preguntar algo?
   Christian sonrió sin razón alguna y asintió.
 -¿Qué eres?- la sonrisa desapareció del rostro de Christian, pero apareció en el de Max.
-¿Eh?- Christian parecía confundido.
 -Digo, aparte de que seas un estúpido, idiota y todo eso… ¿qué eres?- Merlina y Camila dejaron escapar una risa, y Natalia parecía contener las ganas de reír.
 Christian abrió la boca para decir algo, pero yo le interrumpí, era obvio que iban a empezar a discutir, y no teníamos tiempo.
-Es un mago- dije despreocupadamente-. Y, si no se dieron cuenta, estamos perdiendo tiempo.
-¿Un mago? ¿Enserio?- no entendí la razón por la que Max se sorprendió.
-Pues… en realidad no.
  Me quede boquiabierta. Él me había dicho que era un mago… ¿Me había mentido?
-¿Mentiste?- susurré.
-Eh… no. Soy un hechicero, pero antes pensé que era un mago…
-¿Cuál es la diferencia?- preguntó Camila antes que alguien pudiera decir otra cosa.
-¿Diferencia de que? ¿Entre mago y hechicero?- Camila asintió-. Bueno…
-¿Un hechicero es mas idiota que un mago?- preguntó Max, sonriendo.
  Merlina y Camila, de nuevo, se rieron.
-No. Un hechicero te puede romper el trasero con una simple palabra o un movimiento de manos- Christian sonrió y ahora fui yo la que se rió.
-¿Y un mago no puede hacer eso?- preguntó Natalia, la cual se puso seria.
-No. Necesita mas esfuerzo que un hechicero.
-Ya basta, estamos perdiendo el tiempo. Vamos…

domingo, 14 de marzo de 2010

Mientras que las horas pasaban el sol se ocultaba en el horizonte, detrás de los grandes pinos y arbustos.
Algunos animales todavía correteaban entre las plantas que se encontraban a un lado de la carretera. Otros simplemente nos observaban desde la oscuridad de las plantas, y solamente se veían sus ojos brillar como leves luces en la negrura, como en la isla del podinsta… los ojos en la gran mancha…
Dejé de respirar por un leve segundo y luego tomé aire demasiado fuerte haciéndome ahogar. Comencé a toser y me levante para ponerme sobre la parte de atrás del asiento de Max. El vehiculo frenó de golpe y vi, por el rabillo del ojo, como Merlina casi se da la cabeza contra el vidrio, si no me habría estado ahogando me hubiera reído. Max se quitó el cinturón de seguridad y vino directamente a mi pero Chris se lo impidió con un brazo y comenzaron a discutir, pero yo ya no les prestaba atención a ellos.
Mi mente comenzó a funcionar tan deprisa que casi no sabia lo que estaba pensando. Pero lo que si sabia era que había sido una terrible estúpida por no haberme dado cuenta de lo obvio.
¡Ojos de un animal! La mancha que estaba en el suelo, la que tenía los pares de ojos en esta era de un animal. No podía echarle la culpa en cara a Max por no haberse dado cuenta, ya que yo era la que tendría que haberse dado cuenta, Sol me pertenecía, al igual que Luciana, Camila y Natalia, Sol me pertenecía. Cuando Max me dijo que él había iluminado los ojos, no lo hizo, el había tocado la mancha, la oscuridad, y los ojos quedaron sin iluminar… y Sol desapareció.
No me había dado cuenta que cerré los ojos hasta que los abrí y noté una leve luz en mi cara. Las únicas caras que veía eran las de Max y Chris, ambos reflejando preocupación en sus ojos.
-¿Melisa?- susurró la voz encantadora de Max.
-¿Meli, te encuentras bien?- pero nadie podía ganarle a esa voz melodiosa que tenía Chris.
-Deja de llamarla así- siseó Max sin quitar la vista de mi.
-¿Acaso te molesta?- una sonrisa torcida se formó en el rostro de Christian.
-La verdad es que si…- sus palabras terminaron en un susurro.
-No me refería a lo del nombre- Max se atrevió a dirigirle una mirada confusa-. ¿Acaso te molesta que ella te haya dejado por mí?
Antes de que Max pudiera contestar, yo me senté y dirigí un puñetazo a la cara de Christian. Este apenas se esperaba el golpe así que no pudo evitar que mi puño impactara sobre su mandíbula.
-Cállate, Christian- dije a regañadientes mientras él me miraba con sorpresa y dirigía sus manos hacia donde había recibido el golpe.
Max rió por lo bajo y alcé la ceja cuando me miró.
-Max…- comencé pero una mascara cubrió la cara de Max, una mascara de odio que me dejó sin palabras.
-¿Qué?- el tono duro y frío con el que me hablaba me daban ganas de llorar y un nudo se formo en mi garganta. Max nunca había utilizado ese tono conmigo.
Tragué sonoramente para hacer bajar el nudo, pero este seguía allí, igual hablé.
-En la isla del podinsta ¿tú iluminaste la oscuridad o los ojos…?- mi voz sonaba tal y como la esperaba; quebradiza.
Mi pregunta pareció confundirle.
-La oscuridad, o eso creo… ¿Melisa, que pasó?- desvié la mirada para no tener que enfrentarme a su rostro cuando se diera cuenta que había matado a Sol, en realidad no la maté, pero me sentía tan culpable como si yo hubiera tirado del gatillo.
-Los ojos… de un animal- susurré, y eso pareció ser suficiente como para que el comprendiera lo que había pasado-. No se como fui tan estúpida como para no darme cuenta, Max… Lo siento mucho.
Mis ojos, sin poder evitarlo, buscaron su rostro, y, para mi sorpresa, él estaba sorprendido, no enojado.
-¿Lo siento?- su voz apenas era audible, pero se notaba la confusión en ella.
-Si yo me hubiera detenido a pensar me hubiera dado cuenta de los ojos… Y si no hubiera fingido estar muerta casi no nos hubieran intentado matar… Y si yo no me hubiera enamorado de ti no estaría sufriendo ahora mismo al ver que ya no te importo…
La última frase salió de mis labios, pero no parecían ser mis palabras, yo nunca diría algo así delante de tanta gente. Me abracé las piernas y puse la cabeza entre las rodillas y eché a llorar, mientras que escuchaba los pasos de Max dirigiéndose al volante de nuevo sin mencionar palabra alguna.
Por lo menos, había echo algo bien en este día; encontrar la forma de salvar a Sol. Pero no me sentía tan orgullosa por eso como tendría que sentirme… me sentía destruida e incompleta.
Maximiliano me odiaba y eso me mataba.


---------------------------------------

Upa! Perdon por no subir cap hace mas o menos 1 semana. Es que comenzaron las clases y la tarea y ya me mandaron a estudiar! Dios ¬¬
Y tmb perdon por el cap corto pero es lo q ay :B XDD
Les dejo unas recomendaciones:

http://notantipicahistoriadeamor.blogspot.com/

Como dice el nombre; No tan típica historia de amor ♥

http://quilandclairestory.blogspot.com/
Para las fanáticas de Crepúsculo. ¿Ya se cansaron de las historias sobre Nessie y Jacob? Entonces aquí tienen una historia sobre Claire y Quil. :D

Y ps intentaré subir cap mañana de Lust for killing :)
Un bso

martes, 2 de marzo de 2010

Por Melisa

Después de una larga discusión sobre Sol y sobre su desaparición llegamos a la conclusión de que debíamos volver a La isla del Podinsta.
Ya que era un largo camino queríamos ir “Saltando”, pero, por alguna razón, no podíamos enviar a los demás a la isla, por lo visto solamente funcionaba en Podinstas, y necesitábamos que ellos nos acompañaran.
Preparamos valijas con armas, ropa y, por las dudas, botiquines de primeros auxilios.
Íbamos a ir todos juntos en una combi, y el equipaje lo colocamos en los asientos que sobraban. Max conducía, Merlina estaba en el asiento del acompañante, yo y Chris nos colocamos en los 2 primeros asientos, Walter y Camila se sentaron detrás nuestro, Pablo y Natalia sentados en la tercera fila y Luciana compartía su fila con el equipaje.
-¿Nadie tiene que ir al baño?- preguntó Luciana dudando si cerrar la puerta del coche o no, como nadie respondió la cerró-. Entonces, no se quejen durante el viaje que quieren parar en una estación de servicio o en un arbusto… ¡Ya, arranca ese motor, Max!
Después de unos segundos Max puso la llave en el contacto, la giró y el motor rugió.
Durante los siguientes minutos de viaje me limité a mirar como Maximiliano me ignoraba completamente y hablaba alegremente con Merlina, la cual no paraba de sonreír. No entendía porque se había enojado tanto tan de repente, que yo recuerde no había echo nada malo… o eso creo.
Apoyé la cara sobre la ventanilla mirando los árboles pasar veloces junto el auto. Chris colocó sus brazos alrededor de mí y colocó su mentón en mi hombro y ambos miramos en silencio por la ventanilla.
-¿En que piensas?- me susurró suavemente en mi oído. En ese momento un recuerdo me vino a la cabeza.


El fuego de la chimenea calentaba un poco el aire, pero la nieve afuera de la cabaña seguía acumulándose, por eso no podía salir al bosque aquel día.
Christian estaba en la cocina preparando un café para él y un té para mí. Habían pasado más o menos dos meses desde la vez que Chris me encontró en la ruta. Ya nos conocíamos bien entre los dos, éramos una especie de amigos. Eso sin contar lo mucho que me gusta. No quería decírselo, ya que, seguramente, él no sentía lo mismo.
Mientras esperaba mi té me coloqué en una silla y me limité a mirar la nieve caer por la ventana. Los copos revoloteaban suavemente en el aire para después dejarse caer en el suelo. Aquella si que era una vista hermosa. Los árboles del bosque que se alzaba a 50 metros de esa ventana estaban cubiertos de nieve, las puntas de las montañas que apenas eran visibles en el horizonte también estaban blancas, el suelo parecía un montón de azúcar derramada o algodón acumulado.
Me sobresalté cuando la voz suave y perfecta de Chris sonó en mi oído;
-¿En que piensas?- apoyó el mentón en mi hombro y observó el paisaje mientras yo pensaba que contestar.
Me dí la vuelta y lo miré fijamente de pies a cabeza. No traía zapatos y sus medias eran de un gris oscuro, pero el pantalón negro que traía casi tapaba todo su pie, tenía una campera negra y su corto cabello negro estaba desordenado. Me detuve en sus ojos, eran tan… intensos, de un gris calido que hacían que no pudiera quitar la vista de ellos. Él me sonrió mostrando sus dientes blancos.
Él se acercó a mí lentamente, de modo que el gris calido de sus ojos cubrió toda mi visión. Su nariz toco la mía y siguió mirando mis ojos sin desviar la mirada.
-¿Quieres saber en que pienso yo?- susurró. Sus labios rozaron los míos cuando pronunciaba esas palabras y mi respiración se volvió entrecortada.
No esperó hasta que le contestara, simplemente inclinó su mentón hacia delante y sus labios presionaron los míos una, y después otra y otra vez. Hasta que sus labios comenzaron a moverse y los míos le acompañaron. Era como estar besando a dos pétalos, suaves a más no poder. Enredé mis manos entre sus cabellos y presioné su cabeza para que esta se acercara más a mí. Me levanté de la silla y me acerqué más a su cuerpo. Encajábamos a la perfección, era como si estuviéramos hechos el uno para el otro, dos piezas del rompecabezas fabricadas para encajar perfectamente entre si y no con ninguna otra pieza.
Él alejó suavemente su cara de la mía de modo que nuestras narices estuvieran tocándose. Mi corazón estaba palpitando tan fuerte que lo escuchaba sin necesidad de hacer silencio. Esperé hasta que mi respiración se volviera estable y abrí los ojos para encontrarme dos bonitos ojos mirándome fijamente.
-¿Te gustó mi pensamiento?- me susurró y nuestros labios se rozaron de nuevo.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuré.



Christian seguía esperando una respuesta a su pregunta.
-Recordaba la primera vez que me preguntaste eso- le respondí. No podía ver su rostro, pero sabía que en ese momento estaba sonriendo triunfalmente.
Se quedó en silencio, seguramente recordando el momento.
Sentí el impulso de darme la vuelta y besarle como lo besaba antes, pero Max estaba allí y él todavía era mi novio ¿no?
Luego de unos minutos Chris colocó sus labios en mi oído sin decir palabra alguna.
-¿Te gustó mi pensamiento?- le susurré.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuró, diciendo las mismas palabras que yo había dicho.

martes, 16 de febrero de 2010

Melisa se había ido con Christian para presentárselo a su familia, presentar a su nuevo novio, claro. Casi no podía creer que Melisa me haya remplazado tan rápido, yo pensé que ella me amaba, tanto como la amo yo, y que nunca me dejaría. Pero me equivoque.

Decidí quedarme con Luciana y sus amigos para explicarle lo sucedido. Después de una larga explicación, me pidió disculpas más de cincuenta veces. La luna ya estaba enzima de nosotros cuando reaccioné en quien faltaba allí.

-¿Y Sol?- murmuré. Sol me había contado todo sobre ellos, cada poder que ellos tenían. No quería pensar que la hayan matado por haberlos traicionado o algo parecido. No, Sol no podía morir. A Luciana se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Max, no encontramos a Sol. Cuando te escapaste empezamos a seguirte, Sol corría con nosotros entre los árboles. Merlina tomó ventaja y aceleró su paso, por eso todos nos distrajimos. Cuando volví a mirar a donde estaba Sol, ella ya no estaba. Primero pensé que se había montado en unos de sus animales para llegar mas rápido, pero no escuche las pisadas de ningún animal… Y… Sol…- su voz se quebró-. Necesitamos encontrarla, Max, por favor…- y rompió a llorar.

¿Sol había desaparecido… de la nada? ¿Por qué? o ¿cómo? ¿Ella había escapado? ¿O en realidad desapareció? Algo estaba mal. En la isla del podinsta yo no recordaba haber visto un dibujo de un animal… talvez Melisa si.

-Voy a avisarle a Melisa, ustedes vallan a revisar el bosque- dije y eché a correr hacia las casas.

Llegué al cruce rápidamente, tuve la atracción de ir hacia mi casa, ya que hace tiempo que no iba allí, pero sabía que tenía que ir en otra dirección.

Las voces de Melisa y Christian se comenzaban a escuchar, decidí caminar sigilosamente entre los arbustos.

-¿Cómo me encontraste, Chris?- esa era Melisa, me acerqué mas para tener visión de la escena. Melisa tenía los brazos cruzados sobre el pecho y Christian tenía las manos en los bolsillos, la mirada de Mel era dura, pero sus ojos tenían algo especial que no tenían cuando me miraba a mí.

-Como ya te dije, busqué por todos lados. Los vecinos me dijeron en que dirección fuiste, y así fui preguntando si habían visto a una hermosa chica con ojos color miel y pelo castaño caminando por allí. Eres alguien difícil de olvidar.

Melisa alzó una ceja sin estar muy convencida, por lo visto.

-Christian…- comenzó ella.

-Igual, valió la pena tanto esfuerzo- le interrumpió él-. Ahora estamos juntos de nuevo…

Eso fue suficiente para mí, estaba soltero de nuevo y ni siquiera me había dado cuenta.

-No…- comenzó de nuevo Melisa, pero esta vez yo interrumpí.

-Lamento interrumpir su… conversación- murmuré mientras salía de atrás de los arbustos-. Pero hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

-Max… Yo…- balbuceó Mel sin saber que decir-. ¿Cuánto escuchaste?

-Nada- susurré mas para mi mismo, pero sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y abrió la boca para decir algo, pero no la dejé-. No me importa, Melisa. Si quieres quédate aquí hablando con él, pero, como ya dije, hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

Se alejó de Christian y se acercó a mí para abrazarme, pero yo la esquivé y le dedique una mirada envenenada.

-¿Qué paso?- murmuró Melisa con la voz quebradiza por las lágrimas que estaba conteniendo.

Estaba a punto de contestarle, pero por el rabillo del ojo llegué a notar la sonrisa de Christian.

-Si, Max, ¿qué paso?- su voz tenia un punto burlón-. ¿O solamente querías interrumpir nuestra charla?

-¿Y a ti que te paso?- me acerqué a él rápidamente-. ¿Te atropelló un camión o naciste así?

Su sonrisa desapareció.

-Mejor, no respondas, supongo que ya se la respuesta a mi pregunta- siseó él.

-Vete al infierno, idiota- murmuré a regañadientes.

-¡Ya basta!- gritó Melisa, quien se acercó y se puso entre ambos, me alejé cuando quiso poner su mano en mi hombro-. ¿Qué paso, Max?

-Sol desapareció- sus ojos se abrieron aún mas.

-¿Sol?- repitió sin comprender-. ¿Quién es?

-¿No la conoces?

-No. ¿Qué controla? No vi ningún otro dibujo en La isla del podinsta que no fuera de los que ya conozco.

-Ella… controla los animales- Christian soltó un bufido ante mis palabras-. Lo digo enserio, estúpido.

-Si, claro. Vamos, Meli, aléjate de él.

Pero Melisa simplemente me miraba a mi, horrorizada. Sus ojos mostraban la confusión que sentía. Christian le agarró el brazo y tiró levemente hacia atrás, pero Melisa seguía mirándome a mí sin moverse.

Al fin volvió a hablar después de varios minutos, pero solamente dijo una palabra…

-Desapareció.

domingo, 7 de febrero de 2010

Todos nos sentamos sobre unas rocas para escuchar la explicación de Melisa sobre Christian. Esta se aclaró la garganta varias veces, miró a Christian por unos segundos y luego me dirigió una rápida mirada.

-Era una noche fría y oscura- comenzó como si estuviera contando una historia de terror-, alguien me había dejado abandonada en un costado de la ruta y me había quitado la memoria. Los autos ya no pasaban por aquel lugar, así que nadie pudo haberme salvado ni visto. Esperé horas, minutos, segundos para que alguien se diera cuenta de que yo estaba allí, tirada, herida, perdida. Pero nadie llegó, solamente los cuervos que comenzaban a volar en el cielo encima de mí, oliendo mi carne.

-No sabía cuanto tardaría en llegar la muerte así que intenté dormir, pero no lograba hacer nada, ni siquiera pensar. No tenía absolutamente nada en mi mente, por suerte me acordaba como caminar y hablar, pero en ese momento pensé que estaba sola en el mundo, nadie aparecía en esa ruta, estaba abandonada. No recordaba mis amigos ni a mi familia, no me acordaba de mi nombre ni mi apellido, no me acordaba donde vivía, ni siquiera me acordaba si tenia hogar.

-Cuando los primeros rayos de luz me iluminaron unas manos me habían agarrado y llevado hasta un auto. Primero sentí miedo por mi vida, pero yo no recordaba nada de esta, así que dejé de tener miedo y no intenté escapar. Me había desmayado o dormido a los pocos minutos de que esa persona me agarró, ya no me preocupaba lo que ocurriera.

-Cuando desperté me encontraba en una pequeña cabaña muy bien decorada, diría yo, toda de madera. La chimenea que se encontraba junto a mi desprendía un leve fuego, y la radio estaba encendida pasando música que yo nunca había escuchado, o mas bien que yo recordara. Y también había un hombre, alto y musculoso, con pelo morocho, de espaldas a mi. Tenia miedo de acercarme, pero al mismo tiempo tenia miedo de alejarme. Me levanté e intenté saludar, pero las palabras no acudían por el nudo de mi garganta. En ese momento el hombre se dio la vuelta y pude contemplar sus ojos grises que me miraban con fijeza. Su nombre era Christian.

-Él me alojó en su casa. Pasaron las semanas y nos dimos cuenta que mi mente iba recuperando información, como mi nombre, pero mi apellido nunca acudió. Hablamos sobre ir a un viaje por los lugares que se encontraban cerca de donde yo estaba, para encontrar mi familia, pero yo sabía que eso era imposible. Nos conocimos mejor, y eh… nos hicimos buenos amigos… Yo dejé de ser una molestia en su casa, ya que él se acostumbró a tenerme rondando por hay.

-Durante esos meses que viví junto a él los vecinos se acostumbraron de mi presencia y comenzaron a saludarme cada vez que me veían. Cerca de esa cabaña había un establo y me encantaba ir a andar en caballo por todos lados. Y también a unos pocos kilómetros había una bonita cascada la cual formaba un hermoso lago en el suelo.

-Transcurrió más o menos un año cuando todo cambió.

-Christian me había dejado una nota diciendo que regresaría en un día o dos, que lo esperara, que él regresaría. Así que lo esperé. Los días pasaron y Christian no volvía. Los vecinos comenzaban a sospechar que él me había abandonado o que talvez yo lo había asesinado, hasta una de las familias quiso venir a cenar para asegurarse de que no lo tenia encerrado o algo por el estilo. Pero todos me decían que no iba a volver, que él se había ido sin despedidas para no hacerme las cosas difíciles… Y yo les creí.

-Decidí esperarlo hasta que transcurriera una semana. Una maldita semana. Y él no llegó, así que opté por largarme. No quería quedarme con una casa que no era mía. Recogí todas mis cosas y las metí en una bolsa de basura, pues yo no tenía valijas y no quería robarme una.

-En vez de dejarle una nota explicando los hechos, agarre su propia nota y borré la parte que decía “Te prometo que regresaré en un día o tal vez dos” y cambié la frase a: “Te prometo que nunca regresaré, no te molestes en esperarme”. La deje sobre una mesita de café y me marche sin mirar atrás.

Melisa tomó un gran trago de aire antes de continuar.

-Vagabundeé sin encontrar un lugar donde hospedarme gratis, pensé en buscar trabajo, pero era demasiado joven. Ni siquiera sabía en que país estaba, pero fui a un restaurante que se encontraba en una esquina. Tenia unas pocas monedas que me había encontrado en el suelo.

-Cuando estuve en el interior de este reconocí un rostro, no sabia de donde, pero lo conocía. Me acerqué a él y le pregunté si lo conocía, y él primero me miró con confusión, luego con sorpresa y, por último, con alegría. Se trataba de Joaquín, mi primo.

-Me llevó hasta casa y me explicó que había sido raptada y que me estuvieron buscando todo este año. Mis padres mostraron las mismas expresiones cuando me vieron, no podían creer que seguía viva.

-Durante estos años que estuve sin Christian intenté olvidarme de él, pero me era imposible no preguntarme que estaba haciendo en esos momentos o cosas así. Cuando descubrí que era una podinsta estuve dándole vueltas a la idea de buscarlo y darle una buena golpiza, pero no quería volver a verlo.

-Y aquí esta él. Apareciendo de la nada después de varios años, salvándome la vida. Y cuando lo vi descubrí una cosa- todos guardamos silencio esperando que ella contestara la pregunta obvia que todos nos hacíamos-. Que el pasado no se olvida.