lunes, 9 de agosto de 2010

Buenass : l


Creo q hace como dos meses que no escribo, no? La verdad es que ya no se como seguir, aveces me viene una idea pero cuando estoi delante del ordenador ya no tiene sentido. 
Igual no tengo muchos seguidores que digamos :S, asiq dudo q alguien se "deprima" porque deje esta historia incompleta y en una parte intrigante. 


Estoy empezando otra historia, "Fawaed" Trata que los 4 elementos (Agua, fuego, tierra, aire) estan en una  guerra que NUNCA termina, pero en un punto, donde los territorios de las 4 fortalezas chocan, ai un lugar sin guerras y sin muertes, en ese lugar se encuentra el instituto FAWAED (tambien conocido como FA3W2EtD que significa "Fire and Air attack with water and Earth to death" (Que nombre mas largo ._., por eso lo abrevie y puse "Fawaed"). En ese instituto, por asi decirlo, aprenden todo sobre sus respectivos elementos; Historias, costumbres, gente importante, etc. Mis protagonistas seran 4 mujeres de 15 años, cada una con un elemento diferente, y con gustos (a mi parecer) total y absolutamente distintos. 

 Eh.. Si sigo contando creo que ya voi a contar la historia entera jaja asique me detengo aca xDD!!, la historia no la empeze a publicar pero si a escribir, ya tengo todo echo en mi cabezita ^ u ^.
 Aqui el link de ese blog ->    LA GUERRA DE LAS FORTALEZAS  (INS Fawaed)


Bueno, estem, todavia no voy a cerrar este blog, talvez si logro continuar la historia la suba.


Un beso (K)

jueves, 1 de abril de 2010

  Si mis cálculos no fallaban, estábamos cerca del océano donde se encontraba La isla del podinsta.
  Durante lo que restó del viaje intenté dormir o pensar en otra cosa que no fuera en Maximiliano. Él no quería siquiera mirarme o hablarme. Ya no me amaba.
  Pero, al menos, se ve que consiguió alguien para él. Merlina. Se pasaron todo el viaje hablando y riéndose de cosas que yo no comprendía, y eso me molestaba… demasiado.
  Merlina, cada vez que lo miraba, una sonrisa se formaba en su rostro, y Max siempre le devolvía las sonrisas. ¡Siempre!
  Christian notó mi mal humor y no insistió en hablar ni nada por el estilo, simplemente se quedó callado y observó como las lágrimas caían de mis ojos. Él sabia que a veces no me gustaba que me consolaran, y esta era una de esas veces. Él me conocía, sabía todo de mí, como yo sabía todo de él… o al menos eso creí. Pero él seguía siendo, a pesar de toda la confusión, un hombre que amé desde que lo conocí, y creo que Max se merecía algo mejor de lo que yo podía darle… Así que decidí intentar olvidar a Maximiliano. Intentarlo era mejor que nada.
  Luego de más o menos media hora, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Me acerqué a Christian y me acurruqué debajo de su brazo, un lugar que parecía estar echo para que yo me acomodara. Él me rodeó con un brazo y me besó la cabeza y la frente.
 La combi frenó y todos bajamos, para después taparla con un montón de ramas y hojas (no fue muy difícil, ya que Camila hizo todo el trabajo con su “don”).
 Max sacó un mapa y lo extendió sobre la tierra, todos formamos un círculo alrededor de este.
 -¿Y de donde demonios vamos a sacar un barco?- preguntó Walter. La verdad es que era la primera vez que lo oía hablar. Su voz era ruda pero calmada al mismo tiempo. Max también lo miró con sorpresa, pero Walter se limitó a mirar el mapa.
-Eh… creo que tengo una idea- dijo Luciana, frunciendo el ceño. Todos la miramos, esperando una explicación-. Yo controlo el agua…
 -¡Ah!- exclamé sin poder contenerme-. ¡Que inteligente! ¿Cómo no se me había ocurrido?
-¿Qué cosa?- preguntó Maximiliano irritado, bien porque no comprendía nada o bien porque tuvo que hablarme directamente a mi.
-Luciana puede formar un camino en el agua… Y nosotros podemos ayudarla…- el plan comenzó a formarse en mi cabeza-. ¡Brillante!- dije mirando a Luciana, que parecía confundida.
-Ah…- murmuró Luciana mirando para otro lado.
-¿Qué no era ese tu plan?- pregunté.
-Este… En realidad no, pero tu plan es mejor que el mío.
-Bueno. ¡Entonces, vamos!
   Nos colocamos en un borde del océano y formamos una fila; Luciana delante de todo (para que valla formando el camino), yo en el medio (para que no nos tape el agua) y Maximiliano atrás de todo (para volver a poner el agua en su lugar una vez que hallamos pasado).
  -Antes de empezar- dijo Maximiliano dirigiéndose a Christian-. ¿Te puedo preguntar algo?
   Christian sonrió sin razón alguna y asintió.
 -¿Qué eres?- la sonrisa desapareció del rostro de Christian, pero apareció en el de Max.
-¿Eh?- Christian parecía confundido.
 -Digo, aparte de que seas un estúpido, idiota y todo eso… ¿qué eres?- Merlina y Camila dejaron escapar una risa, y Natalia parecía contener las ganas de reír.
 Christian abrió la boca para decir algo, pero yo le interrumpí, era obvio que iban a empezar a discutir, y no teníamos tiempo.
-Es un mago- dije despreocupadamente-. Y, si no se dieron cuenta, estamos perdiendo tiempo.
-¿Un mago? ¿Enserio?- no entendí la razón por la que Max se sorprendió.
-Pues… en realidad no.
  Me quede boquiabierta. Él me había dicho que era un mago… ¿Me había mentido?
-¿Mentiste?- susurré.
-Eh… no. Soy un hechicero, pero antes pensé que era un mago…
-¿Cuál es la diferencia?- preguntó Camila antes que alguien pudiera decir otra cosa.
-¿Diferencia de que? ¿Entre mago y hechicero?- Camila asintió-. Bueno…
-¿Un hechicero es mas idiota que un mago?- preguntó Max, sonriendo.
  Merlina y Camila, de nuevo, se rieron.
-No. Un hechicero te puede romper el trasero con una simple palabra o un movimiento de manos- Christian sonrió y ahora fui yo la que se rió.
-¿Y un mago no puede hacer eso?- preguntó Natalia, la cual se puso seria.
-No. Necesita mas esfuerzo que un hechicero.
-Ya basta, estamos perdiendo el tiempo. Vamos…

domingo, 14 de marzo de 2010

Mientras que las horas pasaban el sol se ocultaba en el horizonte, detrás de los grandes pinos y arbustos.
Algunos animales todavía correteaban entre las plantas que se encontraban a un lado de la carretera. Otros simplemente nos observaban desde la oscuridad de las plantas, y solamente se veían sus ojos brillar como leves luces en la negrura, como en la isla del podinsta… los ojos en la gran mancha…
Dejé de respirar por un leve segundo y luego tomé aire demasiado fuerte haciéndome ahogar. Comencé a toser y me levante para ponerme sobre la parte de atrás del asiento de Max. El vehiculo frenó de golpe y vi, por el rabillo del ojo, como Merlina casi se da la cabeza contra el vidrio, si no me habría estado ahogando me hubiera reído. Max se quitó el cinturón de seguridad y vino directamente a mi pero Chris se lo impidió con un brazo y comenzaron a discutir, pero yo ya no les prestaba atención a ellos.
Mi mente comenzó a funcionar tan deprisa que casi no sabia lo que estaba pensando. Pero lo que si sabia era que había sido una terrible estúpida por no haberme dado cuenta de lo obvio.
¡Ojos de un animal! La mancha que estaba en el suelo, la que tenía los pares de ojos en esta era de un animal. No podía echarle la culpa en cara a Max por no haberse dado cuenta, ya que yo era la que tendría que haberse dado cuenta, Sol me pertenecía, al igual que Luciana, Camila y Natalia, Sol me pertenecía. Cuando Max me dijo que él había iluminado los ojos, no lo hizo, el había tocado la mancha, la oscuridad, y los ojos quedaron sin iluminar… y Sol desapareció.
No me había dado cuenta que cerré los ojos hasta que los abrí y noté una leve luz en mi cara. Las únicas caras que veía eran las de Max y Chris, ambos reflejando preocupación en sus ojos.
-¿Melisa?- susurró la voz encantadora de Max.
-¿Meli, te encuentras bien?- pero nadie podía ganarle a esa voz melodiosa que tenía Chris.
-Deja de llamarla así- siseó Max sin quitar la vista de mi.
-¿Acaso te molesta?- una sonrisa torcida se formó en el rostro de Christian.
-La verdad es que si…- sus palabras terminaron en un susurro.
-No me refería a lo del nombre- Max se atrevió a dirigirle una mirada confusa-. ¿Acaso te molesta que ella te haya dejado por mí?
Antes de que Max pudiera contestar, yo me senté y dirigí un puñetazo a la cara de Christian. Este apenas se esperaba el golpe así que no pudo evitar que mi puño impactara sobre su mandíbula.
-Cállate, Christian- dije a regañadientes mientras él me miraba con sorpresa y dirigía sus manos hacia donde había recibido el golpe.
Max rió por lo bajo y alcé la ceja cuando me miró.
-Max…- comencé pero una mascara cubrió la cara de Max, una mascara de odio que me dejó sin palabras.
-¿Qué?- el tono duro y frío con el que me hablaba me daban ganas de llorar y un nudo se formo en mi garganta. Max nunca había utilizado ese tono conmigo.
Tragué sonoramente para hacer bajar el nudo, pero este seguía allí, igual hablé.
-En la isla del podinsta ¿tú iluminaste la oscuridad o los ojos…?- mi voz sonaba tal y como la esperaba; quebradiza.
Mi pregunta pareció confundirle.
-La oscuridad, o eso creo… ¿Melisa, que pasó?- desvié la mirada para no tener que enfrentarme a su rostro cuando se diera cuenta que había matado a Sol, en realidad no la maté, pero me sentía tan culpable como si yo hubiera tirado del gatillo.
-Los ojos… de un animal- susurré, y eso pareció ser suficiente como para que el comprendiera lo que había pasado-. No se como fui tan estúpida como para no darme cuenta, Max… Lo siento mucho.
Mis ojos, sin poder evitarlo, buscaron su rostro, y, para mi sorpresa, él estaba sorprendido, no enojado.
-¿Lo siento?- su voz apenas era audible, pero se notaba la confusión en ella.
-Si yo me hubiera detenido a pensar me hubiera dado cuenta de los ojos… Y si no hubiera fingido estar muerta casi no nos hubieran intentado matar… Y si yo no me hubiera enamorado de ti no estaría sufriendo ahora mismo al ver que ya no te importo…
La última frase salió de mis labios, pero no parecían ser mis palabras, yo nunca diría algo así delante de tanta gente. Me abracé las piernas y puse la cabeza entre las rodillas y eché a llorar, mientras que escuchaba los pasos de Max dirigiéndose al volante de nuevo sin mencionar palabra alguna.
Por lo menos, había echo algo bien en este día; encontrar la forma de salvar a Sol. Pero no me sentía tan orgullosa por eso como tendría que sentirme… me sentía destruida e incompleta.
Maximiliano me odiaba y eso me mataba.


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Upa! Perdon por no subir cap hace mas o menos 1 semana. Es que comenzaron las clases y la tarea y ya me mandaron a estudiar! Dios ¬¬
Y tmb perdon por el cap corto pero es lo q ay :B XDD
Les dejo unas recomendaciones:

http://notantipicahistoriadeamor.blogspot.com/

Como dice el nombre; No tan típica historia de amor ♥

http://quilandclairestory.blogspot.com/
Para las fanáticas de Crepúsculo. ¿Ya se cansaron de las historias sobre Nessie y Jacob? Entonces aquí tienen una historia sobre Claire y Quil. :D

Y ps intentaré subir cap mañana de Lust for killing :)
Un bso

martes, 2 de marzo de 2010

Por Melisa

Después de una larga discusión sobre Sol y sobre su desaparición llegamos a la conclusión de que debíamos volver a La isla del Podinsta.
Ya que era un largo camino queríamos ir “Saltando”, pero, por alguna razón, no podíamos enviar a los demás a la isla, por lo visto solamente funcionaba en Podinstas, y necesitábamos que ellos nos acompañaran.
Preparamos valijas con armas, ropa y, por las dudas, botiquines de primeros auxilios.
Íbamos a ir todos juntos en una combi, y el equipaje lo colocamos en los asientos que sobraban. Max conducía, Merlina estaba en el asiento del acompañante, yo y Chris nos colocamos en los 2 primeros asientos, Walter y Camila se sentaron detrás nuestro, Pablo y Natalia sentados en la tercera fila y Luciana compartía su fila con el equipaje.
-¿Nadie tiene que ir al baño?- preguntó Luciana dudando si cerrar la puerta del coche o no, como nadie respondió la cerró-. Entonces, no se quejen durante el viaje que quieren parar en una estación de servicio o en un arbusto… ¡Ya, arranca ese motor, Max!
Después de unos segundos Max puso la llave en el contacto, la giró y el motor rugió.
Durante los siguientes minutos de viaje me limité a mirar como Maximiliano me ignoraba completamente y hablaba alegremente con Merlina, la cual no paraba de sonreír. No entendía porque se había enojado tanto tan de repente, que yo recuerde no había echo nada malo… o eso creo.
Apoyé la cara sobre la ventanilla mirando los árboles pasar veloces junto el auto. Chris colocó sus brazos alrededor de mí y colocó su mentón en mi hombro y ambos miramos en silencio por la ventanilla.
-¿En que piensas?- me susurró suavemente en mi oído. En ese momento un recuerdo me vino a la cabeza.


El fuego de la chimenea calentaba un poco el aire, pero la nieve afuera de la cabaña seguía acumulándose, por eso no podía salir al bosque aquel día.
Christian estaba en la cocina preparando un café para él y un té para mí. Habían pasado más o menos dos meses desde la vez que Chris me encontró en la ruta. Ya nos conocíamos bien entre los dos, éramos una especie de amigos. Eso sin contar lo mucho que me gusta. No quería decírselo, ya que, seguramente, él no sentía lo mismo.
Mientras esperaba mi té me coloqué en una silla y me limité a mirar la nieve caer por la ventana. Los copos revoloteaban suavemente en el aire para después dejarse caer en el suelo. Aquella si que era una vista hermosa. Los árboles del bosque que se alzaba a 50 metros de esa ventana estaban cubiertos de nieve, las puntas de las montañas que apenas eran visibles en el horizonte también estaban blancas, el suelo parecía un montón de azúcar derramada o algodón acumulado.
Me sobresalté cuando la voz suave y perfecta de Chris sonó en mi oído;
-¿En que piensas?- apoyó el mentón en mi hombro y observó el paisaje mientras yo pensaba que contestar.
Me dí la vuelta y lo miré fijamente de pies a cabeza. No traía zapatos y sus medias eran de un gris oscuro, pero el pantalón negro que traía casi tapaba todo su pie, tenía una campera negra y su corto cabello negro estaba desordenado. Me detuve en sus ojos, eran tan… intensos, de un gris calido que hacían que no pudiera quitar la vista de ellos. Él me sonrió mostrando sus dientes blancos.
Él se acercó a mí lentamente, de modo que el gris calido de sus ojos cubrió toda mi visión. Su nariz toco la mía y siguió mirando mis ojos sin desviar la mirada.
-¿Quieres saber en que pienso yo?- susurró. Sus labios rozaron los míos cuando pronunciaba esas palabras y mi respiración se volvió entrecortada.
No esperó hasta que le contestara, simplemente inclinó su mentón hacia delante y sus labios presionaron los míos una, y después otra y otra vez. Hasta que sus labios comenzaron a moverse y los míos le acompañaron. Era como estar besando a dos pétalos, suaves a más no poder. Enredé mis manos entre sus cabellos y presioné su cabeza para que esta se acercara más a mí. Me levanté de la silla y me acerqué más a su cuerpo. Encajábamos a la perfección, era como si estuviéramos hechos el uno para el otro, dos piezas del rompecabezas fabricadas para encajar perfectamente entre si y no con ninguna otra pieza.
Él alejó suavemente su cara de la mía de modo que nuestras narices estuvieran tocándose. Mi corazón estaba palpitando tan fuerte que lo escuchaba sin necesidad de hacer silencio. Esperé hasta que mi respiración se volviera estable y abrí los ojos para encontrarme dos bonitos ojos mirándome fijamente.
-¿Te gustó mi pensamiento?- me susurró y nuestros labios se rozaron de nuevo.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuré.



Christian seguía esperando una respuesta a su pregunta.
-Recordaba la primera vez que me preguntaste eso- le respondí. No podía ver su rostro, pero sabía que en ese momento estaba sonriendo triunfalmente.
Se quedó en silencio, seguramente recordando el momento.
Sentí el impulso de darme la vuelta y besarle como lo besaba antes, pero Max estaba allí y él todavía era mi novio ¿no?
Luego de unos minutos Chris colocó sus labios en mi oído sin decir palabra alguna.
-¿Te gustó mi pensamiento?- le susurré.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuró, diciendo las mismas palabras que yo había dicho.

martes, 16 de febrero de 2010

Melisa se había ido con Christian para presentárselo a su familia, presentar a su nuevo novio, claro. Casi no podía creer que Melisa me haya remplazado tan rápido, yo pensé que ella me amaba, tanto como la amo yo, y que nunca me dejaría. Pero me equivoque.

Decidí quedarme con Luciana y sus amigos para explicarle lo sucedido. Después de una larga explicación, me pidió disculpas más de cincuenta veces. La luna ya estaba enzima de nosotros cuando reaccioné en quien faltaba allí.

-¿Y Sol?- murmuré. Sol me había contado todo sobre ellos, cada poder que ellos tenían. No quería pensar que la hayan matado por haberlos traicionado o algo parecido. No, Sol no podía morir. A Luciana se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Max, no encontramos a Sol. Cuando te escapaste empezamos a seguirte, Sol corría con nosotros entre los árboles. Merlina tomó ventaja y aceleró su paso, por eso todos nos distrajimos. Cuando volví a mirar a donde estaba Sol, ella ya no estaba. Primero pensé que se había montado en unos de sus animales para llegar mas rápido, pero no escuche las pisadas de ningún animal… Y… Sol…- su voz se quebró-. Necesitamos encontrarla, Max, por favor…- y rompió a llorar.

¿Sol había desaparecido… de la nada? ¿Por qué? o ¿cómo? ¿Ella había escapado? ¿O en realidad desapareció? Algo estaba mal. En la isla del podinsta yo no recordaba haber visto un dibujo de un animal… talvez Melisa si.

-Voy a avisarle a Melisa, ustedes vallan a revisar el bosque- dije y eché a correr hacia las casas.

Llegué al cruce rápidamente, tuve la atracción de ir hacia mi casa, ya que hace tiempo que no iba allí, pero sabía que tenía que ir en otra dirección.

Las voces de Melisa y Christian se comenzaban a escuchar, decidí caminar sigilosamente entre los arbustos.

-¿Cómo me encontraste, Chris?- esa era Melisa, me acerqué mas para tener visión de la escena. Melisa tenía los brazos cruzados sobre el pecho y Christian tenía las manos en los bolsillos, la mirada de Mel era dura, pero sus ojos tenían algo especial que no tenían cuando me miraba a mí.

-Como ya te dije, busqué por todos lados. Los vecinos me dijeron en que dirección fuiste, y así fui preguntando si habían visto a una hermosa chica con ojos color miel y pelo castaño caminando por allí. Eres alguien difícil de olvidar.

Melisa alzó una ceja sin estar muy convencida, por lo visto.

-Christian…- comenzó ella.

-Igual, valió la pena tanto esfuerzo- le interrumpió él-. Ahora estamos juntos de nuevo…

Eso fue suficiente para mí, estaba soltero de nuevo y ni siquiera me había dado cuenta.

-No…- comenzó de nuevo Melisa, pero esta vez yo interrumpí.

-Lamento interrumpir su… conversación- murmuré mientras salía de atrás de los arbustos-. Pero hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

-Max… Yo…- balbuceó Mel sin saber que decir-. ¿Cuánto escuchaste?

-Nada- susurré mas para mi mismo, pero sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y abrió la boca para decir algo, pero no la dejé-. No me importa, Melisa. Si quieres quédate aquí hablando con él, pero, como ya dije, hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

Se alejó de Christian y se acercó a mí para abrazarme, pero yo la esquivé y le dedique una mirada envenenada.

-¿Qué paso?- murmuró Melisa con la voz quebradiza por las lágrimas que estaba conteniendo.

Estaba a punto de contestarle, pero por el rabillo del ojo llegué a notar la sonrisa de Christian.

-Si, Max, ¿qué paso?- su voz tenia un punto burlón-. ¿O solamente querías interrumpir nuestra charla?

-¿Y a ti que te paso?- me acerqué a él rápidamente-. ¿Te atropelló un camión o naciste así?

Su sonrisa desapareció.

-Mejor, no respondas, supongo que ya se la respuesta a mi pregunta- siseó él.

-Vete al infierno, idiota- murmuré a regañadientes.

-¡Ya basta!- gritó Melisa, quien se acercó y se puso entre ambos, me alejé cuando quiso poner su mano en mi hombro-. ¿Qué paso, Max?

-Sol desapareció- sus ojos se abrieron aún mas.

-¿Sol?- repitió sin comprender-. ¿Quién es?

-¿No la conoces?

-No. ¿Qué controla? No vi ningún otro dibujo en La isla del podinsta que no fuera de los que ya conozco.

-Ella… controla los animales- Christian soltó un bufido ante mis palabras-. Lo digo enserio, estúpido.

-Si, claro. Vamos, Meli, aléjate de él.

Pero Melisa simplemente me miraba a mi, horrorizada. Sus ojos mostraban la confusión que sentía. Christian le agarró el brazo y tiró levemente hacia atrás, pero Melisa seguía mirándome a mí sin moverse.

Al fin volvió a hablar después de varios minutos, pero solamente dijo una palabra…

-Desapareció.

domingo, 7 de febrero de 2010

Todos nos sentamos sobre unas rocas para escuchar la explicación de Melisa sobre Christian. Esta se aclaró la garganta varias veces, miró a Christian por unos segundos y luego me dirigió una rápida mirada.

-Era una noche fría y oscura- comenzó como si estuviera contando una historia de terror-, alguien me había dejado abandonada en un costado de la ruta y me había quitado la memoria. Los autos ya no pasaban por aquel lugar, así que nadie pudo haberme salvado ni visto. Esperé horas, minutos, segundos para que alguien se diera cuenta de que yo estaba allí, tirada, herida, perdida. Pero nadie llegó, solamente los cuervos que comenzaban a volar en el cielo encima de mí, oliendo mi carne.

-No sabía cuanto tardaría en llegar la muerte así que intenté dormir, pero no lograba hacer nada, ni siquiera pensar. No tenía absolutamente nada en mi mente, por suerte me acordaba como caminar y hablar, pero en ese momento pensé que estaba sola en el mundo, nadie aparecía en esa ruta, estaba abandonada. No recordaba mis amigos ni a mi familia, no me acordaba de mi nombre ni mi apellido, no me acordaba donde vivía, ni siquiera me acordaba si tenia hogar.

-Cuando los primeros rayos de luz me iluminaron unas manos me habían agarrado y llevado hasta un auto. Primero sentí miedo por mi vida, pero yo no recordaba nada de esta, así que dejé de tener miedo y no intenté escapar. Me había desmayado o dormido a los pocos minutos de que esa persona me agarró, ya no me preocupaba lo que ocurriera.

-Cuando desperté me encontraba en una pequeña cabaña muy bien decorada, diría yo, toda de madera. La chimenea que se encontraba junto a mi desprendía un leve fuego, y la radio estaba encendida pasando música que yo nunca había escuchado, o mas bien que yo recordara. Y también había un hombre, alto y musculoso, con pelo morocho, de espaldas a mi. Tenia miedo de acercarme, pero al mismo tiempo tenia miedo de alejarme. Me levanté e intenté saludar, pero las palabras no acudían por el nudo de mi garganta. En ese momento el hombre se dio la vuelta y pude contemplar sus ojos grises que me miraban con fijeza. Su nombre era Christian.

-Él me alojó en su casa. Pasaron las semanas y nos dimos cuenta que mi mente iba recuperando información, como mi nombre, pero mi apellido nunca acudió. Hablamos sobre ir a un viaje por los lugares que se encontraban cerca de donde yo estaba, para encontrar mi familia, pero yo sabía que eso era imposible. Nos conocimos mejor, y eh… nos hicimos buenos amigos… Yo dejé de ser una molestia en su casa, ya que él se acostumbró a tenerme rondando por hay.

-Durante esos meses que viví junto a él los vecinos se acostumbraron de mi presencia y comenzaron a saludarme cada vez que me veían. Cerca de esa cabaña había un establo y me encantaba ir a andar en caballo por todos lados. Y también a unos pocos kilómetros había una bonita cascada la cual formaba un hermoso lago en el suelo.

-Transcurrió más o menos un año cuando todo cambió.

-Christian me había dejado una nota diciendo que regresaría en un día o dos, que lo esperara, que él regresaría. Así que lo esperé. Los días pasaron y Christian no volvía. Los vecinos comenzaban a sospechar que él me había abandonado o que talvez yo lo había asesinado, hasta una de las familias quiso venir a cenar para asegurarse de que no lo tenia encerrado o algo por el estilo. Pero todos me decían que no iba a volver, que él se había ido sin despedidas para no hacerme las cosas difíciles… Y yo les creí.

-Decidí esperarlo hasta que transcurriera una semana. Una maldita semana. Y él no llegó, así que opté por largarme. No quería quedarme con una casa que no era mía. Recogí todas mis cosas y las metí en una bolsa de basura, pues yo no tenía valijas y no quería robarme una.

-En vez de dejarle una nota explicando los hechos, agarre su propia nota y borré la parte que decía “Te prometo que regresaré en un día o tal vez dos” y cambié la frase a: “Te prometo que nunca regresaré, no te molestes en esperarme”. La deje sobre una mesita de café y me marche sin mirar atrás.

Melisa tomó un gran trago de aire antes de continuar.

-Vagabundeé sin encontrar un lugar donde hospedarme gratis, pensé en buscar trabajo, pero era demasiado joven. Ni siquiera sabía en que país estaba, pero fui a un restaurante que se encontraba en una esquina. Tenia unas pocas monedas que me había encontrado en el suelo.

-Cuando estuve en el interior de este reconocí un rostro, no sabia de donde, pero lo conocía. Me acerqué a él y le pregunté si lo conocía, y él primero me miró con confusión, luego con sorpresa y, por último, con alegría. Se trataba de Joaquín, mi primo.

-Me llevó hasta casa y me explicó que había sido raptada y que me estuvieron buscando todo este año. Mis padres mostraron las mismas expresiones cuando me vieron, no podían creer que seguía viva.

-Durante estos años que estuve sin Christian intenté olvidarme de él, pero me era imposible no preguntarme que estaba haciendo en esos momentos o cosas así. Cuando descubrí que era una podinsta estuve dándole vueltas a la idea de buscarlo y darle una buena golpiza, pero no quería volver a verlo.

-Y aquí esta él. Apareciendo de la nada después de varios años, salvándome la vida. Y cuando lo vi descubrí una cosa- todos guardamos silencio esperando que ella contestara la pregunta obvia que todos nos hacíamos-. Que el pasado no se olvida.

domingo, 31 de enero de 2010


Tal y como lo dice el titulo! Un nuevo blog y supongo que este sera el ultimo que haga, no quiero hacer mas por que sino mucho problema con los capitulos :B


Resumen sobre lo que tratará el nuevo blog:
¿Un vampiro es malo por acabar con simples vidas humanas para alimentarse? No. Simplemente es un vampiro, y un vampiro no se resiste a las tentaciones de la sangre...
Lust for killing ♥

Espero que les guste el blog:

YeSs !! ^.^


miércoles, 27 de enero de 2010

-¿Melisa?- preguntó Luciana mientras seguía caminando hacia nosotros-. ¿Eres tú?
Mel caminó hacia Luciana, arrastrándome con ella.
-Si, soy yo- Luciana se quedó muda procesando esa información, hasta que estalló.
-¡OH! Lo siento tanto, no me di cuenta que eras tu. Lo lamento mucho, Mel, perdona. No tenia idea… - su voz se quebró, dejando el resto de sus palabras flotando en el aire.
-No te disculpes. Nadie salio herido…
-Por ahora- murmuré. Todos se voltearon a ver mi expresión pero yo me dirigí a ese estúpido que le salvo la vida a Mel-. ¿Quién eres?
Este abrió los ojos sorprendido por mi pregunta.
-¿Es que Meli no te dijo nada de mi?- sonrió cuando Mel le dedicó una mirada envenenada-. De todos modos, ¿importa?
-Si, si importa. Porque tuviste que haber tenido una razón para salvar a Melisa- Mel le clavó una mirada de advertencia al desconocido.
-Si, tuve una razón, más bien tuve varias- la sonrisa de su rostro se desvaneció-. Entonces, ¿quieres saber quien soy?
-No- susurró Mel-. No vas a ganar nada diciéndole la verdad, Christian. Max no es tan tonto como para caer en tus engaños.
Mi mirada voló de la cara preocupada de Melisa al rostro serio de ese tal “Christian”.
-Soy su “ex”- me sonrió-. Uf, se quedo mudo.
¿Ex? ¿Seria que ese cretino fue en un momento un… novio de Mel? Pues, no tendría que sorprenderme. Yo tuve mis novias ¿no?, ella tenia derecho a tener novios también.
-¿Max?- susurró Mel a mi lado.
-¿Qué pasa, hombre? ¿Arruiné tu relación con Meli?
Tardé un minuto en darme cuenta que se estaba burlando de mi.
-En realidad, no- sonreí, y el puso cara de confusión-. Me estas dando esperanzas.
Mel me miró y no pudo contener un “¿eh?”. Pero ella no era la única confundida. Christian alzó una ceja.
-¿Esperanzas? ¿Esperanzas de hacer que Mel rompa contigo?- sonrió por su mal chiste.
-No. Esperanzas de saber que Mel rompió contigo- su sonrisa se desvaneció rápidamente.
-¿Y tu que sabes si ella fue la que rompió?- una vena comenzó a latir visiblemente en su frente por la rabia.
-Es más que obvio. Ya que tu viniste arrastrándote hasta ella y no ella hasta ti.
Christian comenzó a temblar por pura ira que le había causado. Una luz azul rara comenzó fluir por sus manos mientras las trasformaba en puños.
-¡Chris! ¡Tranquilízate!- le gritó Mel mientras se ponía delante de él quedando de espaldas a mi. Puso sus manos sobre su espalda y vi como una luz roja fluía por las manos de Mel. Una pelea. Mel estaba preparando esa “luz” para atacarlo en caso de que él eche su “luz” antes enzima de nosotros, más bien enzima mío.
-¿Qué me tranquilice? ¡¿Porque demonios me vas a decir que me tranquilice?! ¡No te importa nada de lo que yo haga! ¡Solamente quieres protegerlo a él! Yo ya no te importo.
Mel retrocedió varios pasos como si le hubieran dado un puñetazo en el rostro. Las palabras de ese estúpido la estaban lastimando. ¿Y por que la lastimaban? ¿Era él algo mas para ella que un simple ex-novio? Se ve que si.
-No…- Mel negó con la cabeza tratando de olvidarse de sus palabras-. ¡Eres un simple idiota, Chris! ¡Tú me abandonaste! ¡¿Es que no lo recuerdas?! ¡Me dijiste que te esperara!- de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas, muchas lagrimas-. ¡Te espere una semana! ¡Una semana! Nunca volviste, Christian. ¡Me abandonaste!
-¡No lo entiendes!- Christian se acercó con 2 grandes zancadas y quedó a pocos centímetros de Mel. Ambos todavía tenían sus manos llenas de luz-. Si, te dije que esperaras. ¡Pero no tenia pensado que me iba a tardar una semana!
-¿Dónde habías ido?- ahora ambos hablaban en susurros que me resultaban difíciles de escuchar. Mel puso la mano sobre la barbilla de Christian y la alzó para que la mirara a la cara-. Christian. ¿Dónde habías ido?
-Fui a buscar a tu familia…- Mel soltó la barbilla de su ex repentinamente, y las lagrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos-. No tenia idea de donde se encontraban. Tú no recordabas nada, así que tuve que ir en cada rincón preguntando por la familia de “Melisa”. Todos me preguntaban tu apellido pero tampoco te lo acordabas. No me había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo desde que te dejé en mi casa. Volví lo más rápido que pude, encontrándome con que te habías ido.
Melisa se quedo boquiabierta mirando a ese muchacho que en un momento ocupó buena parte de su vida. Las lágrimas no dejaron de caer sobre sus mejillas.
Sentí una mano sobre mi hombro y voltee a ver quien se le daba por ser tan valiente de acercarse a mí. Merlina. Ella estaba dándome suaves golpecitos en el hombro, estaba dándome ánimos, aunque todavía no sabía por que. No entendía nada de lo que mi novia y su ex decían.
Melisa se movió y todas las miradas fueron hacia ella. La luz en sus manos había desaparecido y la que estaba en las manos de Chris también. Ella pasó los brazos por la cintura de Christian y él la envolvió con sus musculosos brazos.
Esto tendría que afectarme, mi novia estaba llorando y yo tendría que estar dándole ánimos. Pero ella estaba allí abrazándose con su posible nuevo novio. Y yo estaba aquí, partiéndome en mil pedacitos por dentro, pero firme por fuera.

jueves, 21 de enero de 2010

Nadie decía nada, pero la tensión se sentía en el aire.

Mire fijamente a Luciana mientras esta volvía a alzar las manos. ¿No le importaba matar a su amiga, Merlina? ¿No le importaba matar a Melisa, la cual fue la que le salvó la vida? ¿No le importaba matarme a mí, que en un momento fui su amigo?

La respuesta a eso era no, no y no. Lamentablemente a ella no le importaba nada de eso, ella solo quería mantener a salvo su secreto, un secreto que yo no tenia que haber sabido, un secreto que me lo contó… Sol. Y ella no estaba aquí. ¿Por qué? ¿La abran matado? ¿Encerrado? ¿La abran dejado inconciente?

La única opción que me preocupaba era la primera. Matar. Matar para guardar un simple e inútil secreto. Idiotas.

La ola que Luciana formaba en el agua iba creciendo mientras se acercaba a la orilla, la altura era tan alta que llegó a tapar completamente el sol. El último rayo de luz iluminó los ojos de Melisa, la cual no estaba ni triste ni tensa, estaba… ¿confusa? Faltaban pocos segundos para que la muerte nos llevara a nosotros tres y ella ¡¿estaba confundida?! ¿Qué demonios le pasaba?

Luciana dio un paso adelante y nosotros 3, como si estuviéramos sincronizados, dimos uno atrás.

Melisa miro para todos lados, talvez esperando una salvación, o algo a lo que aferrarse. Pues, claro, ahogarse no era un problema para nosotros dos, pero si para Merlina, y un problema seria que nos lleve el agua a lo más lejano de lo que era capaz.

Una sonrisa se extendió por el rostro de Luciana y sus ojos se cerraron…

… y dejó caer la ola encima de nosotros.

Merlina tomó un trago largo de aire y sus mejillas se inflaron, Melisa observó la ola encima de nosotros boquiabierta, y yo solo pensé en aferrarme a ellas dos. Cerré los ojos esperando el impacto del agua, y escuche a Melisa murmurar;

-Agáchense- su voz era tan baja que dudé en si era mi imaginación o si lo había dicho de verdad. Pero Merlina se arrodilló y agacho la cabeza hasta tocar las rodillas con su mentón. La ola casi me tocaba el cabello asíque me tire sobre el suelo bruscamente, aunque no sabia por que Mel quería que nos agacháramos.

Había quedado boca arriba y no lograba hacer que mis ojos se cerraran. La ola estaba a pocos segundos de aplastarnos, y, por el susto, logré cerrar los ojos.

Transcurrieron los segundos como si fueran horas. Aunque por lo visto no era el único que pensaba eso, ya que escuche como Merlina soltaba todo el aire que había estado conteniendo y volvía respirar profundamente. ¿Respirar? ¿Por que la ola no nos tocaba? ¿Acaso Luciana quería hacer el sufrimiento más lento?

Melisa soltó una risa despreocupada, como si se riera de un chiste que yo no había escuchado. Abrí los ojos y la mire como si estuviera loca, y ella me sonrió, aunque su mirada no iba dirigida hacia mi, si no a algo o alguien detrás de mi.

Volteé lentamente para encontrarme a “nuestra salvación”, un muchacho alto, con pelo morocho, y ojos grises, tenia músculos que se le notaban debajo de la camiseta roja ajustada y unos pantalones negros, caminó por encima de mí y fue directamente hacia Melisa con una sonrisa en el rostro

Este la agarró por la cintura y la levantó como si fuera una simple pluma. Tiré la cabeza para atrás y vi como Merlina miraba boquiabierta a ese… desconocido. Cuando Melisa y el desconocido desaparecieron de mi punto de vista me di cuenta que tenia una ola encima, inmóvil.

-¡NO!- escuché rugir a Melisa-. ¡Max, escapa! ¡Corran!

La ola encima de nosotros comenzó de nuevo a moverse. Ahora los segundos pasaban mucho más rápido que antes. Tic, tac, tic, tac, sonaban en mi mente.

Agarré a Merlina por el brazo, la cual estaba petrificada por el horror, y eche a correr lo más rápido que pude arrastrando a Mer conmigo por el pequeño agujero que quedaba entre el agua y la salida. Cuando atravesé todo el agua los rayos de luz me cegaron, pero llegué a ver a Mel de espaldas a mi mirando a ese desconocido.

-Meli…- decía el supuesto “salvador” (Más bien el “salvador” de Melisa).

Me quede duro como una piedra mientras escuchaba lo que decía. ¿Él acababa de llamar “Meli” a mi Mel? ¿Quién demonios se creía él para llamarla así?

-¡Deja de llamarme “Meli”!- le gritó Melisa-. ¡Eres un idiota!- esta le embocó el puño en el medio del rostro a aquel muchacho mientras decía aquellas palabras. Cuando retiró el puño una marca rosa fuerte había quedado en su pálida piel.

-Joder, ¿Qué te pasa, cariño?- la voz del desconocido era… rara, talvez por las palabras que decía; ¿cariño? ¿Meli? ¿Acaso pretendía decirle “Mi amor” o “Hermosa”?

-¡Deja de decirme así!- este la agarró por la cintura y le hizo girar hasta que él estuvo de espaldas a mi y ella me vio.

Sus ojos mostraron confusión, felicidad, sorpresa y, por ultimo, preocupación. Mel se movió bruscamente para que la soltara, como no lo hacia tuve que intervenir.

Coloque mi mano en su hombro y este giró la cabeza y vio su hombro como si tuviera una cucaracha o algún bicho en ese lugar.

-Suelta a la dama- dije con tono cortés y le sonreí, algo en su rostro se me hacia bastante familiar por eso no quise usar la fuerza… todavía.

-¿Disculpa?- su tono era de burla-. ¿Y tu quien eres?- giró hasta darle la espalda a Mel pero todavía la sostenía detrás de él.

-Su… novio- este parpadeó por la sorpresa de lo que yo le decía-. Así que me gustaría que la soltaras…- estire mi mano hasta tomar la de Mel, pero el desconocido se interpuso entre nuestras manos y yo terminé tocando su musculoso abdomen.

Le dirigí una mirada envenenada y este solamente me miró con hostilidad. Lo rodeé caminando, mas bien corriendo, y llegué a su espalda sin que el se diera cuenta.

-Gracias- le dije sarcásticamente mientras tomaba la mano de Mel.

Mi punto de visión captó un movimiento a lo lejos y miré hacia el bosque, donde Luciana y su grupo nos miraban confundidos mientras caminaban lentamente hacia nosotros.

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Perdon por tardarme en escribir el capitulo.

Gracias por la paciencia. =)

YeSs ♥.♥ :B

domingo, 10 de enero de 2010

-¿Cuánto nos queda?- le pregunté a Mel mientras caminábamos por la playa, (nuestra playa) bajo la luz de la luna. Ella contó mentalmente y luego dijo:

-2 días, creo. Sin contar hoy, claro. Coincidencia que también ese día empieza la escuela ¿no?

¿La escuela? ¿Tenia que ir a la escuela? Me había olvidado completamente de ese lugar durante estas vacaciones, no creí que faltara tan poco para que terminaran. Pero yo no podía ir a la escuela, tenía una misión por cumplir. No podían obligarme a ir ¿no? Seria una escusa perfecta “Mamá, Papá, no voy a ir a la escuela porque pasare el resto de mi vida combatiendo el mal y salvando al mundo de ser destruido”. Melisa se rió

-Max, vamos a tener que ir a la escuela- su tono era de burla, como si dijera algo obvio.

-¿Por qué?- mi voz era un susurro. Ella se detuvo y giró para mirarme a la cara.

-Tenemos que fingir ser gente normal. Sino la gente comenzara a sospechar y nos meteremos en buenos líos. No querrás eso ¿o si?- negué con la cabeza-. Entonces será mejor que compres libros, y todo eso.

-¿Y tu que?- ella me sonrió.

-Ya tengo todo- su sonrisa se desvaneció de repente y cerró la boca tan fuerte que sus dientes chasquearon-. Maldita sea- murmuró.

-¿Qué…?- comencé, pero un ruido raro comenzó a sonar detrás de mi espalda, en el bosque. Volteé lentamente y me aferré a la mano de Melisa, esta estaba por echar a correr en dirección al sonido, pero mi mano se lo impedía.

-Max, déjame- me pidió Mel-. Tengo que detenerlos, te van a matar- esas ultimas 4 palabras no eran una suposición, ni una pregunta, era algo que iba a suceder si o si.

Si escapaba, me matarían. Si dejaba ir a Mel la matarían a ella y después a mí. Si iba yo en vez de Mel me matarían más rápido. Pero no elegí ninguna de esas opciones, solamente me quede firme, sin mover un músculo, sin saber que iba a pasar dentro de los próximos segundos, sin saber que esperar.

Entre los árboles comenzó a sentirse un llanto desesperado y alguien corriendo.

-¡MAX!- gritó una voz ronca pero entendible, su tono era de depresión, tristeza y culpa-. ¡Max! ¡¿Dónde estas?!

¿Merlina? ¿Qué hacia acá? ¿Por qué lloraba? ¿Por qué corría?

-Estoy…- estaba por gritarle.

-No- me interrumpió Mel.

-Ella me ayudó a escapar.

-Es una de ellos.

-Pero quiere ayudarnos, Mel, ¿es que no lo ves?- ella miraba el bosque y luego a mi, de nuevo al bosque, y asintió.

-¡Estoy aquí!- grité.

Mel y yo esperamos en silencio, ella estaba demasiado concentrada, supuse que estaba haciendo algún poder, pero no sabia cual.

La respiración agitada de Mer y su llanto se acercaron, luego de unos segundos apareció entre los árboles.

Me observó y me sonrió, intenté devolverle la sonrisa pero ella ya no me miraba a mí. Sus ojos marrones miraban a Melisa de arriba abajo, luego me miraba a mí, y de nuevo el mismo recorrido.

-No entiendo- susurró mientras se ponía las manos en la cabeza y caía sobre el suelo.

-Mel nunca murió- le expliqué, ella volvió a hacer el mismo recorrido con la vista.

-El funeral…- negó con la cabeza sin comprender nada.

-No era el funeral de ella.

-¿Y por que tu… ibas a suicidarte?- en sus ojos iban apareciendo lagrimas involuntarias.

-Porque en ese momento pensé que ella estaba muerta.

-Pero…- un crujido de árboles proveniente del bosque le interrumpió, todos miramos hacia allí.

Luciana apareció entre los árboles y su mirada era llena de rabia, ira fluía a su alrededor, era como un aura que advertía peligro.

Merlina se incorporó y se coloco en mi costado derecho, ya que en el lado izquierdo tenia a Mel aferrada a mi mano.

-Debemos escapar- susurró Mel lo suficientemente bajo como para que solo nosotros dos la escucháramos.

En mi campo de visión logre ver algo brilloso en las manos de Merlina, miré con rapidez y volví de nuevo a mirar adelante. Fuego fluía de las manos de Mer, se estaba preparando para atacar.

El agua de la playa comenzó a moverse con más rapidez y salvajismo. Parecía una tormenta en el agua, ya que la noche estaba calida y sin lluvias. Del agua comenzaron a crecer grandes olas y a caer. Luciana sonrió malévolamente y sus manos se movieron hacia arriba con rapidez y luego a la izquierda, mientras ella hacia eso una enorme ola creció y casi cae sobre nosotros. Ella quería ahogarnos.

Entre los árboles llego una especie de humo negro como el carbón y se expandió junto a Luciana, allí apareció un muchacho de pelo negro y musculoso, Walter. De la copa de un árbol cayó Camila y se colocó del otro lado de Luciana. Otro muchacho, supuse que era Pablo, caminó entre los árboles hasta colocarse junto Camila. Y, por ultimo, Natalia, la cual sacudió los árboles con una ráfaga de viento y se colocó junto Walter. Todos nos observaban con ira.

Me pareció extraño no ver a Sol allí. Talvez ellos no la dejaron venir por miedo que venga a nuestro lado.

-Debemos escapar- repitió de nuevo Mel en otro susurro-. No hay tiempo.

jueves, 7 de enero de 2010

Cuando dejamos de besarnos me di cuenta que la madre de Melisa se había ido. Todavía no entendía por que me decía que corra, quería que escape de algo, pero ella optó por arrastrarme.

Todo estaba tranquilo. Nadie nos atacaba mientras ella me explicaba que había echo hasta este momento.

-Cuando quede inconciente en el hospital- comentaba Mel- quería asegurarme de que tú no pienses que estaba viva, no quería enfrentarte… Así que esperé que salieras de la habitación, pero tu solo estabas parado observándome… No fue difícil aparentar estar muerta, solo tienes que dejar de respirar, con eso es suficiente. Tus pulmones no respiran, tu corazón no late. ¿Sabias que los podinstas podemos estar horas sin respirar? Bueno, me estoy desviando del tema. Permanecí inmóvil y esperé el momento adecuado para mi escape. Escapar no fue nada fácil, estaba la ventana cerrada, y del otro lado de la puerta estabas vos. Abrí la ventana con un “poder” que decía el libro ese de… me olvide el nombre. Bueno, no importa. Una vez abierta la ventana solamente me faltaba pasar desapercibida. Los doctores me colocaron sobre la camilla y todos me dieron la espalda como si estuvieran enterados de mi plan y querían hacérmelo mas fácil- rió por lo bajo-. Me levanté de un salto de la camilla y salté por la ventana. Por suerte nadie me vio. Luego de algunos minutos escuché por los altavoces que decían que un paciente había desaparecido, o algo así, así que corrí.

Nos sentamos sobre un árbol y ella respiro profundamente, luego continuó:

-Lo primero que se me ocurrió fue ir a casa. No había nadie así que les deje una nota diciendo que iba a estar ausente unos días… y que si escuchaban que estaba muerta no era cierto, y dije que llamaría luego. Fui a hablar con el anciano para ver si había una forma de que yo abandonara la misión, pero él estaba hablando con Merlina. Y por lo que llegué a escuchar el le decía que vos estabas por… suicidarte. ¿Era cierto?

-Si- susurré, ella abrió los ojos como platos.

-Bueno… Cuando escuché donde te encontrabas seguí a Merlina. No quería que ella me viera así que me subí por los techos- se rió, talvez de un chiste privado-. Cuando al fin encontré el callejón donde ustedes estaban… vi que se abrazaban. Así que imagine que ya habías sobrellevado mi “muerte”…

-La mujer que mas amo finge morirse… ¿y te piensas que lo sobrelleve fácil?- Mi tono era débil y las palabras salieron atropelladas, pero ella, de algún modo, entendió lo que le decía.

-Lo se. Lo lamento. Luego de ver esa “escena” fui a un teléfono público. Llamé a casa con la esperanza de que me atendiera Joa, pero, para mi mala suerte, mi madre me atendió. Me contó que mi tía se había muerto, en realidad esa tía nunca la había visto, por lo que yo recuerde. Pues, fui al funeral…

-El funeral- repetí. La imagen de las mujeres llorando acudió a mi cabeza, me estremecí.

-Si, ese funeral. Tu pensaste que era mi funeral- yo asentí-. Bueno, una vez allí hablé con Joa. Le dije lo que tenía planeado hacer contigo, lo de la muerte. Y el quiso ayudarme. Llamó a Merlina sabiendo que estaría contigo, yo estaba a su lado, escuchando, claro. Fue de mucha ayuda saber que Merlina también pensaba que yo estaba muerta, así que… ya sabes lo que dijo. Me aparté de la vista de Joa cuando te encontré en su mente. Luego comprendí lo que intentabas hacer, encontrar el nombre del cementerio- esperó una respuesta mía, pero no sabía que responde, por eso siguió:- Después escuché que vos venias corriendo por el bosque, utilicé de camuflaje a las otras mujeres y me mezclé entre ellas. Apareciste entre los árboles en cuestión de segundos, agradecí que Merlina echara ese fuego para que no entres. Yo me sorprendí tanto como tu al darme cuenta de lo que esas personas son. Las 3 mujeres te llevaron por el bosque y aproveché para ir a “La isla del podinsta”. No aparece en los mapas así que fue muy difícil encontrarla. Sabía que existía esa isla hasta que leí sobre ella en el librito que nos dio el anciano. Fui al lugar donde me indicaba, un árbol. Este me lanzó por una especie de agujero y estaban las figuras que tú ya abras visto. Bueno, las toque y se encendieron…

-¿Fuego, trueno y los ojos?- pregunté, aunque ella solo sonrió.

-No, esos son los tuyos, Max.

-¿Los míos?- ¿Qué quería decir con eso?

-Luego lo entenderás… Como decía, se encendieron la gota, el árbol y el dibujito del aire. Sabía que los demás no me correspondían así que no intenté encenderlos. Luego, cuando salí de aquella cueva, supuse que tendría que enviarte a vos a ese lugar. Cuando estaba a punto de “saltar”, para ir a ese bosque donde fue la última vez que te vi, te deje una nota para que sepas como salir de aquel lugar. Podría haberte dejado unas instrucciones para que sepas como saltar, pero no tenía tiempo y sabía que te darías cuenta de que trataba esa palabra. Cuando volví al bosque lo primero que hice fue ponerme la capucha de mi capa, para que no me vieras. Luego seguí el rastro de Luciana. Te escuché corriendo y sentí la presencia de tu mente. Así que comencé a correr a tu lado. Me sorprendió que no te dieras cuenta de quien se trataba esa “mujer enmascarada”- ella sonrió, era la misma sonrisa que llegué a ver en aquel bosque-. Tu tratabas de evitarme y yo necesitaba tocarte para enviarte a aquella isla, cuando me di cuenta que solamente me prestabas atención a mi y te habías olvidado de la gente que te perseguía, supe que no podrías escapar, entonces no lo pensé y me lancé sobre ti y te cubrí con la capa y me hice invisible. Es una capa especial, si yo me hago invisible, esta también lo hace y hace invisible todo lo que esta en su interior- no me había acordado que llevaba la capa hasta que la señaló-. Bueno, te envié a la isla y yo me envié a la pequeña playa, la que esta del otro lado de las rocas, y esperé a que concluyeran los días que restaban para que comience la misión, antes de eso le había pedido a mi madre que te proteja, sabiendo que había gente que quería matarte. No quería estar encerrada en esa playa así que salí, y tú estabas allí. Y luego no sabía si ir contigo o fingir que fue una alucinación tuya. Pero me di cuenta que necesitaba estar contigo.

viernes, 1 de enero de 2010

Me respiración se agitó y mi corazón se detuvo. Mi mente quedó en blanco y mis ojos se cerraron.

No quería ver aquello. No quería verla… a ella de ese modo. Una asesina.

No, ella no lo era, no podía ser una asesina. Pero si no era una asesina… ¿Por qué quería que me maten?

-Mel…- susurré aún con los ojos cerrados.

Mi Mel quería verme muerto. No, ella no seria capaz. En todo caso, ¿Por qué corría hacia acá con una daga en la mano? Sus pisadas se oían cada vez mas cerca, esperé que la daga me tocara, me atravesara y me matara. Pero nada sucedía, solo se oían pisadas.

El tigre comenzó a arrastrarme de nuevo. Abrí los ojos sorprendido de seguir vivo. Observe el bosque buscando a Melisa, pero no estaba. Mire todo lo que se encontraba a mí alrededor. Pero Mel no estaba.

-Suéltalo- me sobresalté al escuchar esa voz ronca.

El tigre continuó caminando sin importarle lo que aquella voz decía.

-¡Suéltalo!- el gritó me aturdió, el tigre se quedo petrificado, los árboles se movieron hacia atrás como si una ráfaga de viento los hubiera empujado a todos.

La sombra del tigre se comenzó a deformar, estirándose, creciendo, hasta que optó la forma de un ser humano.

-Melisa, sabes que no deberías estar acá- murmuró la misma voz que había escuchado esa tarde.

-Quiero que lo sueltes- el tono de Mel se relajo, por eso la reconocí. Nunca antes la había escuchado tan enojada.

-Después de lo que hizo tú…

-Suéltalo- interrumpió Mel-. No quiero hacerte daño, Madre.

¿Madre? Nunca había conocido perfectamente la familia de Melisa como para saber que su madre era un druida. Un millón de preguntas acudieron a mi mente con este nuevo dato.

¿Por qué nadie me dijo que Mel estaba viva? ¿Por qué la madre de Mel quería matarme? ¿A dónde quería llevarme? ¿Por que Mel no quiso volver con migo? ¿Por qué dejó que me llevaran a la muerte? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

La respuesta de todo eso era obvia… demasiado obvia.

Melisa ya no me amaba.

-No…- Susurró Melisa y comenzó a negar con la cabeza-. ¡Tú no me amas!

Me quede petrificado. ¿Qué hacia ella mirando mis pensamientos?

-Es algo involuntario…- comenzó pero luego se dio cuenta que se estaba desviando del tema original-. No digas… si no sabes.

-Querías que me maten…- murmuré.

-Querías remplazarme- contraatacó. Su tono duro lleno de ira me dejo sin palabras.

-¡No fue mi culpa!- mi mente estaba a punto de estallar-. ¿Podrías soltarme?- la madre de Mel tenia la mirada clavada en Melisa y no me presto la mas minima atención. Me zafé de su mano sin mucho esfuerzo, ahora estaba lleno de ira.

-¡Claro que si lo fue!- me gritó Mel.

-¡Y mira quien habla de culpa!- le acusé-. Por tu culpa casi me suicido. Por tu culpa casi me matan. Por tu culpa…

-¡Cállate!

Se notaba su batalla para contener el llanto, pero perdió. Las lágrimas descendieron de sus mejillas hasta caer frente a mí.

-Mel…- no sabia que decirle.

Ella estaba llorando por mi culpa, todo por mi culpa.

-Si no me quieres acá… ¿por que me llamabas?- Su voz era un susurro ahora.

-Mel yo si te quie…

-¡¿Por qué me llamabas?!- Mientras gritaba levantó la cabeza y quedo frente a mí. Observándome fijamente a los ojos.

Una gota cayó sobre mi mejilla, otra en mi nariz, y luego se desató una tormenta.

Las lágrimas que descendían de sus ojos eran como dagas que caían en mi pecho.

-¿Por que… dijiste que me amabas si no era cierto? ¿Por qué besaste a Fiona? ¿Por qué no me extrañabas? ¿Por qué no sufriste por mí? ¿Por qué…?- su voz se quebró-. ¿Por qué ya no me amas?

Mis pulmones no encontraban aire, mi corazón no encontraba sangre, mis ojos no encontraban la luz, y mis pensamientos no encontraban nada coherente.

-Mel…- mi voz apenas fue audible-. Te amo mas que nada en el mundo…

Ella comenzó a negar con la cabeza.

-¿Queres respuestas? Yo te las doy- mi voz era débil por el nudo de mi garganta-. Te dije que te amaba porque si era cierto. No besé a Fiona, ella me besó a mí. Te extrañaba demasiado… desde que te fuiste pensé haber perdido el corazón. Sufrí tanto por ti que intenté suicidarme, Mel. Y nunca dejaré de amarte. Se ve que todas las veces que te lo dije no fueron suficientes. Te amo.

Melisa me observaba con sus ojos color miel fijamente, sin parpadear. Recuperé mi mente y encontré a Mel tratando de buscar falsedad en mis palabras.

La lluvia nos empapó mientras nos mirábamos fijamente. Sin darme cuenta me había acercado más a ella y ella más a mí. Sus labios se abrieron pretendiendo decir algo, pero luego los cerró.

Nuestros rostros quedaron a pocos centímetros del otro…

-Yo también te amo- susurró Mel.

Sus labios tocaron los míos dando una extraña ráfaga a mi cuerpo. Sus labios se movieron y yo los acompañé en una extraña danza. Hasta que reaccioné.

Mel estaba viva. Me seguía amando. Y nos estábamos besando bajo la lluvia.