domingo, 14 de marzo de 2010

Mientras que las horas pasaban el sol se ocultaba en el horizonte, detrás de los grandes pinos y arbustos.
Algunos animales todavía correteaban entre las plantas que se encontraban a un lado de la carretera. Otros simplemente nos observaban desde la oscuridad de las plantas, y solamente se veían sus ojos brillar como leves luces en la negrura, como en la isla del podinsta… los ojos en la gran mancha…
Dejé de respirar por un leve segundo y luego tomé aire demasiado fuerte haciéndome ahogar. Comencé a toser y me levante para ponerme sobre la parte de atrás del asiento de Max. El vehiculo frenó de golpe y vi, por el rabillo del ojo, como Merlina casi se da la cabeza contra el vidrio, si no me habría estado ahogando me hubiera reído. Max se quitó el cinturón de seguridad y vino directamente a mi pero Chris se lo impidió con un brazo y comenzaron a discutir, pero yo ya no les prestaba atención a ellos.
Mi mente comenzó a funcionar tan deprisa que casi no sabia lo que estaba pensando. Pero lo que si sabia era que había sido una terrible estúpida por no haberme dado cuenta de lo obvio.
¡Ojos de un animal! La mancha que estaba en el suelo, la que tenía los pares de ojos en esta era de un animal. No podía echarle la culpa en cara a Max por no haberse dado cuenta, ya que yo era la que tendría que haberse dado cuenta, Sol me pertenecía, al igual que Luciana, Camila y Natalia, Sol me pertenecía. Cuando Max me dijo que él había iluminado los ojos, no lo hizo, el había tocado la mancha, la oscuridad, y los ojos quedaron sin iluminar… y Sol desapareció.
No me había dado cuenta que cerré los ojos hasta que los abrí y noté una leve luz en mi cara. Las únicas caras que veía eran las de Max y Chris, ambos reflejando preocupación en sus ojos.
-¿Melisa?- susurró la voz encantadora de Max.
-¿Meli, te encuentras bien?- pero nadie podía ganarle a esa voz melodiosa que tenía Chris.
-Deja de llamarla así- siseó Max sin quitar la vista de mi.
-¿Acaso te molesta?- una sonrisa torcida se formó en el rostro de Christian.
-La verdad es que si…- sus palabras terminaron en un susurro.
-No me refería a lo del nombre- Max se atrevió a dirigirle una mirada confusa-. ¿Acaso te molesta que ella te haya dejado por mí?
Antes de que Max pudiera contestar, yo me senté y dirigí un puñetazo a la cara de Christian. Este apenas se esperaba el golpe así que no pudo evitar que mi puño impactara sobre su mandíbula.
-Cállate, Christian- dije a regañadientes mientras él me miraba con sorpresa y dirigía sus manos hacia donde había recibido el golpe.
Max rió por lo bajo y alcé la ceja cuando me miró.
-Max…- comencé pero una mascara cubrió la cara de Max, una mascara de odio que me dejó sin palabras.
-¿Qué?- el tono duro y frío con el que me hablaba me daban ganas de llorar y un nudo se formo en mi garganta. Max nunca había utilizado ese tono conmigo.
Tragué sonoramente para hacer bajar el nudo, pero este seguía allí, igual hablé.
-En la isla del podinsta ¿tú iluminaste la oscuridad o los ojos…?- mi voz sonaba tal y como la esperaba; quebradiza.
Mi pregunta pareció confundirle.
-La oscuridad, o eso creo… ¿Melisa, que pasó?- desvié la mirada para no tener que enfrentarme a su rostro cuando se diera cuenta que había matado a Sol, en realidad no la maté, pero me sentía tan culpable como si yo hubiera tirado del gatillo.
-Los ojos… de un animal- susurré, y eso pareció ser suficiente como para que el comprendiera lo que había pasado-. No se como fui tan estúpida como para no darme cuenta, Max… Lo siento mucho.
Mis ojos, sin poder evitarlo, buscaron su rostro, y, para mi sorpresa, él estaba sorprendido, no enojado.
-¿Lo siento?- su voz apenas era audible, pero se notaba la confusión en ella.
-Si yo me hubiera detenido a pensar me hubiera dado cuenta de los ojos… Y si no hubiera fingido estar muerta casi no nos hubieran intentado matar… Y si yo no me hubiera enamorado de ti no estaría sufriendo ahora mismo al ver que ya no te importo…
La última frase salió de mis labios, pero no parecían ser mis palabras, yo nunca diría algo así delante de tanta gente. Me abracé las piernas y puse la cabeza entre las rodillas y eché a llorar, mientras que escuchaba los pasos de Max dirigiéndose al volante de nuevo sin mencionar palabra alguna.
Por lo menos, había echo algo bien en este día; encontrar la forma de salvar a Sol. Pero no me sentía tan orgullosa por eso como tendría que sentirme… me sentía destruida e incompleta.
Maximiliano me odiaba y eso me mataba.


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Upa! Perdon por no subir cap hace mas o menos 1 semana. Es que comenzaron las clases y la tarea y ya me mandaron a estudiar! Dios ¬¬
Y tmb perdon por el cap corto pero es lo q ay :B XDD
Les dejo unas recomendaciones:

http://notantipicahistoriadeamor.blogspot.com/

Como dice el nombre; No tan típica historia de amor ♥

http://quilandclairestory.blogspot.com/
Para las fanáticas de Crepúsculo. ¿Ya se cansaron de las historias sobre Nessie y Jacob? Entonces aquí tienen una historia sobre Claire y Quil. :D

Y ps intentaré subir cap mañana de Lust for killing :)
Un bso

martes, 2 de marzo de 2010

Por Melisa

Después de una larga discusión sobre Sol y sobre su desaparición llegamos a la conclusión de que debíamos volver a La isla del Podinsta.
Ya que era un largo camino queríamos ir “Saltando”, pero, por alguna razón, no podíamos enviar a los demás a la isla, por lo visto solamente funcionaba en Podinstas, y necesitábamos que ellos nos acompañaran.
Preparamos valijas con armas, ropa y, por las dudas, botiquines de primeros auxilios.
Íbamos a ir todos juntos en una combi, y el equipaje lo colocamos en los asientos que sobraban. Max conducía, Merlina estaba en el asiento del acompañante, yo y Chris nos colocamos en los 2 primeros asientos, Walter y Camila se sentaron detrás nuestro, Pablo y Natalia sentados en la tercera fila y Luciana compartía su fila con el equipaje.
-¿Nadie tiene que ir al baño?- preguntó Luciana dudando si cerrar la puerta del coche o no, como nadie respondió la cerró-. Entonces, no se quejen durante el viaje que quieren parar en una estación de servicio o en un arbusto… ¡Ya, arranca ese motor, Max!
Después de unos segundos Max puso la llave en el contacto, la giró y el motor rugió.
Durante los siguientes minutos de viaje me limité a mirar como Maximiliano me ignoraba completamente y hablaba alegremente con Merlina, la cual no paraba de sonreír. No entendía porque se había enojado tanto tan de repente, que yo recuerde no había echo nada malo… o eso creo.
Apoyé la cara sobre la ventanilla mirando los árboles pasar veloces junto el auto. Chris colocó sus brazos alrededor de mí y colocó su mentón en mi hombro y ambos miramos en silencio por la ventanilla.
-¿En que piensas?- me susurró suavemente en mi oído. En ese momento un recuerdo me vino a la cabeza.


El fuego de la chimenea calentaba un poco el aire, pero la nieve afuera de la cabaña seguía acumulándose, por eso no podía salir al bosque aquel día.
Christian estaba en la cocina preparando un café para él y un té para mí. Habían pasado más o menos dos meses desde la vez que Chris me encontró en la ruta. Ya nos conocíamos bien entre los dos, éramos una especie de amigos. Eso sin contar lo mucho que me gusta. No quería decírselo, ya que, seguramente, él no sentía lo mismo.
Mientras esperaba mi té me coloqué en una silla y me limité a mirar la nieve caer por la ventana. Los copos revoloteaban suavemente en el aire para después dejarse caer en el suelo. Aquella si que era una vista hermosa. Los árboles del bosque que se alzaba a 50 metros de esa ventana estaban cubiertos de nieve, las puntas de las montañas que apenas eran visibles en el horizonte también estaban blancas, el suelo parecía un montón de azúcar derramada o algodón acumulado.
Me sobresalté cuando la voz suave y perfecta de Chris sonó en mi oído;
-¿En que piensas?- apoyó el mentón en mi hombro y observó el paisaje mientras yo pensaba que contestar.
Me dí la vuelta y lo miré fijamente de pies a cabeza. No traía zapatos y sus medias eran de un gris oscuro, pero el pantalón negro que traía casi tapaba todo su pie, tenía una campera negra y su corto cabello negro estaba desordenado. Me detuve en sus ojos, eran tan… intensos, de un gris calido que hacían que no pudiera quitar la vista de ellos. Él me sonrió mostrando sus dientes blancos.
Él se acercó a mí lentamente, de modo que el gris calido de sus ojos cubrió toda mi visión. Su nariz toco la mía y siguió mirando mis ojos sin desviar la mirada.
-¿Quieres saber en que pienso yo?- susurró. Sus labios rozaron los míos cuando pronunciaba esas palabras y mi respiración se volvió entrecortada.
No esperó hasta que le contestara, simplemente inclinó su mentón hacia delante y sus labios presionaron los míos una, y después otra y otra vez. Hasta que sus labios comenzaron a moverse y los míos le acompañaron. Era como estar besando a dos pétalos, suaves a más no poder. Enredé mis manos entre sus cabellos y presioné su cabeza para que esta se acercara más a mí. Me levanté de la silla y me acerqué más a su cuerpo. Encajábamos a la perfección, era como si estuviéramos hechos el uno para el otro, dos piezas del rompecabezas fabricadas para encajar perfectamente entre si y no con ninguna otra pieza.
Él alejó suavemente su cara de la mía de modo que nuestras narices estuvieran tocándose. Mi corazón estaba palpitando tan fuerte que lo escuchaba sin necesidad de hacer silencio. Esperé hasta que mi respiración se volviera estable y abrí los ojos para encontrarme dos bonitos ojos mirándome fijamente.
-¿Te gustó mi pensamiento?- me susurró y nuestros labios se rozaron de nuevo.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuré.



Christian seguía esperando una respuesta a su pregunta.
-Recordaba la primera vez que me preguntaste eso- le respondí. No podía ver su rostro, pero sabía que en ese momento estaba sonriendo triunfalmente.
Se quedó en silencio, seguramente recordando el momento.
Sentí el impulso de darme la vuelta y besarle como lo besaba antes, pero Max estaba allí y él todavía era mi novio ¿no?
Luego de unos minutos Chris colocó sus labios en mi oído sin decir palabra alguna.
-¿Te gustó mi pensamiento?- le susurré.
-Que lindos pensamientos tienes- murmuró, diciendo las mismas palabras que yo había dicho.