martes, 16 de febrero de 2010

Melisa se había ido con Christian para presentárselo a su familia, presentar a su nuevo novio, claro. Casi no podía creer que Melisa me haya remplazado tan rápido, yo pensé que ella me amaba, tanto como la amo yo, y que nunca me dejaría. Pero me equivoque.

Decidí quedarme con Luciana y sus amigos para explicarle lo sucedido. Después de una larga explicación, me pidió disculpas más de cincuenta veces. La luna ya estaba enzima de nosotros cuando reaccioné en quien faltaba allí.

-¿Y Sol?- murmuré. Sol me había contado todo sobre ellos, cada poder que ellos tenían. No quería pensar que la hayan matado por haberlos traicionado o algo parecido. No, Sol no podía morir. A Luciana se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Max, no encontramos a Sol. Cuando te escapaste empezamos a seguirte, Sol corría con nosotros entre los árboles. Merlina tomó ventaja y aceleró su paso, por eso todos nos distrajimos. Cuando volví a mirar a donde estaba Sol, ella ya no estaba. Primero pensé que se había montado en unos de sus animales para llegar mas rápido, pero no escuche las pisadas de ningún animal… Y… Sol…- su voz se quebró-. Necesitamos encontrarla, Max, por favor…- y rompió a llorar.

¿Sol había desaparecido… de la nada? ¿Por qué? o ¿cómo? ¿Ella había escapado? ¿O en realidad desapareció? Algo estaba mal. En la isla del podinsta yo no recordaba haber visto un dibujo de un animal… talvez Melisa si.

-Voy a avisarle a Melisa, ustedes vallan a revisar el bosque- dije y eché a correr hacia las casas.

Llegué al cruce rápidamente, tuve la atracción de ir hacia mi casa, ya que hace tiempo que no iba allí, pero sabía que tenía que ir en otra dirección.

Las voces de Melisa y Christian se comenzaban a escuchar, decidí caminar sigilosamente entre los arbustos.

-¿Cómo me encontraste, Chris?- esa era Melisa, me acerqué mas para tener visión de la escena. Melisa tenía los brazos cruzados sobre el pecho y Christian tenía las manos en los bolsillos, la mirada de Mel era dura, pero sus ojos tenían algo especial que no tenían cuando me miraba a mí.

-Como ya te dije, busqué por todos lados. Los vecinos me dijeron en que dirección fuiste, y así fui preguntando si habían visto a una hermosa chica con ojos color miel y pelo castaño caminando por allí. Eres alguien difícil de olvidar.

Melisa alzó una ceja sin estar muy convencida, por lo visto.

-Christian…- comenzó ella.

-Igual, valió la pena tanto esfuerzo- le interrumpió él-. Ahora estamos juntos de nuevo…

Eso fue suficiente para mí, estaba soltero de nuevo y ni siquiera me había dado cuenta.

-No…- comenzó de nuevo Melisa, pero esta vez yo interrumpí.

-Lamento interrumpir su… conversación- murmuré mientras salía de atrás de los arbustos-. Pero hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

-Max… Yo…- balbuceó Mel sin saber que decir-. ¿Cuánto escuchaste?

-Nada- susurré mas para mi mismo, pero sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa y abrió la boca para decir algo, pero no la dejé-. No me importa, Melisa. Si quieres quédate aquí hablando con él, pero, como ya dije, hay cosas más importantes de las que ocuparnos.

Se alejó de Christian y se acercó a mí para abrazarme, pero yo la esquivé y le dedique una mirada envenenada.

-¿Qué paso?- murmuró Melisa con la voz quebradiza por las lágrimas que estaba conteniendo.

Estaba a punto de contestarle, pero por el rabillo del ojo llegué a notar la sonrisa de Christian.

-Si, Max, ¿qué paso?- su voz tenia un punto burlón-. ¿O solamente querías interrumpir nuestra charla?

-¿Y a ti que te paso?- me acerqué a él rápidamente-. ¿Te atropelló un camión o naciste así?

Su sonrisa desapareció.

-Mejor, no respondas, supongo que ya se la respuesta a mi pregunta- siseó él.

-Vete al infierno, idiota- murmuré a regañadientes.

-¡Ya basta!- gritó Melisa, quien se acercó y se puso entre ambos, me alejé cuando quiso poner su mano en mi hombro-. ¿Qué paso, Max?

-Sol desapareció- sus ojos se abrieron aún mas.

-¿Sol?- repitió sin comprender-. ¿Quién es?

-¿No la conoces?

-No. ¿Qué controla? No vi ningún otro dibujo en La isla del podinsta que no fuera de los que ya conozco.

-Ella… controla los animales- Christian soltó un bufido ante mis palabras-. Lo digo enserio, estúpido.

-Si, claro. Vamos, Meli, aléjate de él.

Pero Melisa simplemente me miraba a mi, horrorizada. Sus ojos mostraban la confusión que sentía. Christian le agarró el brazo y tiró levemente hacia atrás, pero Melisa seguía mirándome a mí sin moverse.

Al fin volvió a hablar después de varios minutos, pero solamente dijo una palabra…

-Desapareció.

domingo, 7 de febrero de 2010

Todos nos sentamos sobre unas rocas para escuchar la explicación de Melisa sobre Christian. Esta se aclaró la garganta varias veces, miró a Christian por unos segundos y luego me dirigió una rápida mirada.

-Era una noche fría y oscura- comenzó como si estuviera contando una historia de terror-, alguien me había dejado abandonada en un costado de la ruta y me había quitado la memoria. Los autos ya no pasaban por aquel lugar, así que nadie pudo haberme salvado ni visto. Esperé horas, minutos, segundos para que alguien se diera cuenta de que yo estaba allí, tirada, herida, perdida. Pero nadie llegó, solamente los cuervos que comenzaban a volar en el cielo encima de mí, oliendo mi carne.

-No sabía cuanto tardaría en llegar la muerte así que intenté dormir, pero no lograba hacer nada, ni siquiera pensar. No tenía absolutamente nada en mi mente, por suerte me acordaba como caminar y hablar, pero en ese momento pensé que estaba sola en el mundo, nadie aparecía en esa ruta, estaba abandonada. No recordaba mis amigos ni a mi familia, no me acordaba de mi nombre ni mi apellido, no me acordaba donde vivía, ni siquiera me acordaba si tenia hogar.

-Cuando los primeros rayos de luz me iluminaron unas manos me habían agarrado y llevado hasta un auto. Primero sentí miedo por mi vida, pero yo no recordaba nada de esta, así que dejé de tener miedo y no intenté escapar. Me había desmayado o dormido a los pocos minutos de que esa persona me agarró, ya no me preocupaba lo que ocurriera.

-Cuando desperté me encontraba en una pequeña cabaña muy bien decorada, diría yo, toda de madera. La chimenea que se encontraba junto a mi desprendía un leve fuego, y la radio estaba encendida pasando música que yo nunca había escuchado, o mas bien que yo recordara. Y también había un hombre, alto y musculoso, con pelo morocho, de espaldas a mi. Tenia miedo de acercarme, pero al mismo tiempo tenia miedo de alejarme. Me levanté e intenté saludar, pero las palabras no acudían por el nudo de mi garganta. En ese momento el hombre se dio la vuelta y pude contemplar sus ojos grises que me miraban con fijeza. Su nombre era Christian.

-Él me alojó en su casa. Pasaron las semanas y nos dimos cuenta que mi mente iba recuperando información, como mi nombre, pero mi apellido nunca acudió. Hablamos sobre ir a un viaje por los lugares que se encontraban cerca de donde yo estaba, para encontrar mi familia, pero yo sabía que eso era imposible. Nos conocimos mejor, y eh… nos hicimos buenos amigos… Yo dejé de ser una molestia en su casa, ya que él se acostumbró a tenerme rondando por hay.

-Durante esos meses que viví junto a él los vecinos se acostumbraron de mi presencia y comenzaron a saludarme cada vez que me veían. Cerca de esa cabaña había un establo y me encantaba ir a andar en caballo por todos lados. Y también a unos pocos kilómetros había una bonita cascada la cual formaba un hermoso lago en el suelo.

-Transcurrió más o menos un año cuando todo cambió.

-Christian me había dejado una nota diciendo que regresaría en un día o dos, que lo esperara, que él regresaría. Así que lo esperé. Los días pasaron y Christian no volvía. Los vecinos comenzaban a sospechar que él me había abandonado o que talvez yo lo había asesinado, hasta una de las familias quiso venir a cenar para asegurarse de que no lo tenia encerrado o algo por el estilo. Pero todos me decían que no iba a volver, que él se había ido sin despedidas para no hacerme las cosas difíciles… Y yo les creí.

-Decidí esperarlo hasta que transcurriera una semana. Una maldita semana. Y él no llegó, así que opté por largarme. No quería quedarme con una casa que no era mía. Recogí todas mis cosas y las metí en una bolsa de basura, pues yo no tenía valijas y no quería robarme una.

-En vez de dejarle una nota explicando los hechos, agarre su propia nota y borré la parte que decía “Te prometo que regresaré en un día o tal vez dos” y cambié la frase a: “Te prometo que nunca regresaré, no te molestes en esperarme”. La deje sobre una mesita de café y me marche sin mirar atrás.

Melisa tomó un gran trago de aire antes de continuar.

-Vagabundeé sin encontrar un lugar donde hospedarme gratis, pensé en buscar trabajo, pero era demasiado joven. Ni siquiera sabía en que país estaba, pero fui a un restaurante que se encontraba en una esquina. Tenia unas pocas monedas que me había encontrado en el suelo.

-Cuando estuve en el interior de este reconocí un rostro, no sabia de donde, pero lo conocía. Me acerqué a él y le pregunté si lo conocía, y él primero me miró con confusión, luego con sorpresa y, por último, con alegría. Se trataba de Joaquín, mi primo.

-Me llevó hasta casa y me explicó que había sido raptada y que me estuvieron buscando todo este año. Mis padres mostraron las mismas expresiones cuando me vieron, no podían creer que seguía viva.

-Durante estos años que estuve sin Christian intenté olvidarme de él, pero me era imposible no preguntarme que estaba haciendo en esos momentos o cosas así. Cuando descubrí que era una podinsta estuve dándole vueltas a la idea de buscarlo y darle una buena golpiza, pero no quería volver a verlo.

-Y aquí esta él. Apareciendo de la nada después de varios años, salvándome la vida. Y cuando lo vi descubrí una cosa- todos guardamos silencio esperando que ella contestara la pregunta obvia que todos nos hacíamos-. Que el pasado no se olvida.