domingo, 7 de febrero de 2010

Todos nos sentamos sobre unas rocas para escuchar la explicación de Melisa sobre Christian. Esta se aclaró la garganta varias veces, miró a Christian por unos segundos y luego me dirigió una rápida mirada.

-Era una noche fría y oscura- comenzó como si estuviera contando una historia de terror-, alguien me había dejado abandonada en un costado de la ruta y me había quitado la memoria. Los autos ya no pasaban por aquel lugar, así que nadie pudo haberme salvado ni visto. Esperé horas, minutos, segundos para que alguien se diera cuenta de que yo estaba allí, tirada, herida, perdida. Pero nadie llegó, solamente los cuervos que comenzaban a volar en el cielo encima de mí, oliendo mi carne.

-No sabía cuanto tardaría en llegar la muerte así que intenté dormir, pero no lograba hacer nada, ni siquiera pensar. No tenía absolutamente nada en mi mente, por suerte me acordaba como caminar y hablar, pero en ese momento pensé que estaba sola en el mundo, nadie aparecía en esa ruta, estaba abandonada. No recordaba mis amigos ni a mi familia, no me acordaba de mi nombre ni mi apellido, no me acordaba donde vivía, ni siquiera me acordaba si tenia hogar.

-Cuando los primeros rayos de luz me iluminaron unas manos me habían agarrado y llevado hasta un auto. Primero sentí miedo por mi vida, pero yo no recordaba nada de esta, así que dejé de tener miedo y no intenté escapar. Me había desmayado o dormido a los pocos minutos de que esa persona me agarró, ya no me preocupaba lo que ocurriera.

-Cuando desperté me encontraba en una pequeña cabaña muy bien decorada, diría yo, toda de madera. La chimenea que se encontraba junto a mi desprendía un leve fuego, y la radio estaba encendida pasando música que yo nunca había escuchado, o mas bien que yo recordara. Y también había un hombre, alto y musculoso, con pelo morocho, de espaldas a mi. Tenia miedo de acercarme, pero al mismo tiempo tenia miedo de alejarme. Me levanté e intenté saludar, pero las palabras no acudían por el nudo de mi garganta. En ese momento el hombre se dio la vuelta y pude contemplar sus ojos grises que me miraban con fijeza. Su nombre era Christian.

-Él me alojó en su casa. Pasaron las semanas y nos dimos cuenta que mi mente iba recuperando información, como mi nombre, pero mi apellido nunca acudió. Hablamos sobre ir a un viaje por los lugares que se encontraban cerca de donde yo estaba, para encontrar mi familia, pero yo sabía que eso era imposible. Nos conocimos mejor, y eh… nos hicimos buenos amigos… Yo dejé de ser una molestia en su casa, ya que él se acostumbró a tenerme rondando por hay.

-Durante esos meses que viví junto a él los vecinos se acostumbraron de mi presencia y comenzaron a saludarme cada vez que me veían. Cerca de esa cabaña había un establo y me encantaba ir a andar en caballo por todos lados. Y también a unos pocos kilómetros había una bonita cascada la cual formaba un hermoso lago en el suelo.

-Transcurrió más o menos un año cuando todo cambió.

-Christian me había dejado una nota diciendo que regresaría en un día o dos, que lo esperara, que él regresaría. Así que lo esperé. Los días pasaron y Christian no volvía. Los vecinos comenzaban a sospechar que él me había abandonado o que talvez yo lo había asesinado, hasta una de las familias quiso venir a cenar para asegurarse de que no lo tenia encerrado o algo por el estilo. Pero todos me decían que no iba a volver, que él se había ido sin despedidas para no hacerme las cosas difíciles… Y yo les creí.

-Decidí esperarlo hasta que transcurriera una semana. Una maldita semana. Y él no llegó, así que opté por largarme. No quería quedarme con una casa que no era mía. Recogí todas mis cosas y las metí en una bolsa de basura, pues yo no tenía valijas y no quería robarme una.

-En vez de dejarle una nota explicando los hechos, agarre su propia nota y borré la parte que decía “Te prometo que regresaré en un día o tal vez dos” y cambié la frase a: “Te prometo que nunca regresaré, no te molestes en esperarme”. La deje sobre una mesita de café y me marche sin mirar atrás.

Melisa tomó un gran trago de aire antes de continuar.

-Vagabundeé sin encontrar un lugar donde hospedarme gratis, pensé en buscar trabajo, pero era demasiado joven. Ni siquiera sabía en que país estaba, pero fui a un restaurante que se encontraba en una esquina. Tenia unas pocas monedas que me había encontrado en el suelo.

-Cuando estuve en el interior de este reconocí un rostro, no sabia de donde, pero lo conocía. Me acerqué a él y le pregunté si lo conocía, y él primero me miró con confusión, luego con sorpresa y, por último, con alegría. Se trataba de Joaquín, mi primo.

-Me llevó hasta casa y me explicó que había sido raptada y que me estuvieron buscando todo este año. Mis padres mostraron las mismas expresiones cuando me vieron, no podían creer que seguía viva.

-Durante estos años que estuve sin Christian intenté olvidarme de él, pero me era imposible no preguntarme que estaba haciendo en esos momentos o cosas así. Cuando descubrí que era una podinsta estuve dándole vueltas a la idea de buscarlo y darle una buena golpiza, pero no quería volver a verlo.

-Y aquí esta él. Apareciendo de la nada después de varios años, salvándome la vida. Y cuando lo vi descubrí una cosa- todos guardamos silencio esperando que ella contestara la pregunta obvia que todos nos hacíamos-. Que el pasado no se olvida.

0 Comments:

Post a Comment