domingo, 31 de enero de 2010
Tal y como lo dice el titulo! Un nuevo blog y supongo que este sera el ultimo que haga, no quiero hacer mas por que sino mucho problema con los capitulos :B
miércoles, 27 de enero de 2010
-¿Melisa?- preguntó Luciana mientras seguía caminando hacia nosotros-. ¿Eres tú?
Mel caminó hacia Luciana, arrastrándome con ella.
-Si, soy yo- Luciana se quedó muda procesando esa información, hasta que estalló.
-¡OH! Lo siento tanto, no me di cuenta que eras tu. Lo lamento mucho, Mel, perdona. No tenia idea… - su voz se quebró, dejando el resto de sus palabras flotando en el aire.
-No te disculpes. Nadie salio herido…
-Por ahora- murmuré. Todos se voltearon a ver mi expresión pero yo me dirigí a ese estúpido que le salvo la vida a Mel-. ¿Quién eres?
Este abrió los ojos sorprendido por mi pregunta.
-¿Es que Meli no te dijo nada de mi?- sonrió cuando Mel le dedicó una mirada envenenada-. De todos modos, ¿importa?
-Si, si importa. Porque tuviste que haber tenido una razón para salvar a Melisa- Mel le clavó una mirada de advertencia al desconocido.
-Si, tuve una razón, más bien tuve varias- la sonrisa de su rostro se desvaneció-. Entonces, ¿quieres saber quien soy?
-No- susurró Mel-. No vas a ganar nada diciéndole la verdad, Christian. Max no es tan tonto como para caer en tus engaños.
Mi mirada voló de la cara preocupada de Melisa al rostro serio de ese tal “Christian”.
-Soy su “ex”- me sonrió-. Uf, se quedo mudo.
¿Ex? ¿Seria que ese cretino fue en un momento un… novio de Mel? Pues, no tendría que sorprenderme. Yo tuve mis novias ¿no?, ella tenia derecho a tener novios también.
-¿Max?- susurró Mel a mi lado.
-¿Qué pasa, hombre? ¿Arruiné tu relación con Meli?
Tardé un minuto en darme cuenta que se estaba burlando de mi.
-En realidad, no- sonreí, y el puso cara de confusión-. Me estas dando esperanzas.
Mel me miró y no pudo contener un “¿eh?”. Pero ella no era la única confundida. Christian alzó una ceja.
-¿Esperanzas? ¿Esperanzas de hacer que Mel rompa contigo?- sonrió por su mal chiste.
-No. Esperanzas de saber que Mel rompió contigo- su sonrisa se desvaneció rápidamente.
-¿Y tu que sabes si ella fue la que rompió?- una vena comenzó a latir visiblemente en su frente por la rabia.
-Es más que obvio. Ya que tu viniste arrastrándote hasta ella y no ella hasta ti.
Christian comenzó a temblar por pura ira que le había causado. Una luz azul rara comenzó fluir por sus manos mientras las trasformaba en puños.
-¡Chris! ¡Tranquilízate!- le gritó Mel mientras se ponía delante de él quedando de espaldas a mi. Puso sus manos sobre su espalda y vi como una luz roja fluía por las manos de Mel. Una pelea. Mel estaba preparando esa “luz” para atacarlo en caso de que él eche su “luz” antes enzima de nosotros, más bien enzima mío.
-¿Qué me tranquilice? ¡¿Porque demonios me vas a decir que me tranquilice?! ¡No te importa nada de lo que yo haga! ¡Solamente quieres protegerlo a él! Yo ya no te importo.
Mel retrocedió varios pasos como si le hubieran dado un puñetazo en el rostro. Las palabras de ese estúpido la estaban lastimando. ¿Y por que la lastimaban? ¿Era él algo mas para ella que un simple ex-novio? Se ve que si.
-No…- Mel negó con la cabeza tratando de olvidarse de sus palabras-. ¡Eres un simple idiota, Chris! ¡Tú me abandonaste! ¡¿Es que no lo recuerdas?! ¡Me dijiste que te esperara!- de sus ojos comenzaron a brotar lagrimas, muchas lagrimas-. ¡Te espere una semana! ¡Una semana! Nunca volviste, Christian. ¡Me abandonaste!
-¡No lo entiendes!- Christian se acercó con 2 grandes zancadas y quedó a pocos centímetros de Mel. Ambos todavía tenían sus manos llenas de luz-. Si, te dije que esperaras. ¡Pero no tenia pensado que me iba a tardar una semana!
-¿Dónde habías ido?- ahora ambos hablaban en susurros que me resultaban difíciles de escuchar. Mel puso la mano sobre la barbilla de Christian y la alzó para que la mirara a la cara-. Christian. ¿Dónde habías ido?
-Fui a buscar a tu familia…- Mel soltó la barbilla de su ex repentinamente, y las lagrimas comenzaron a brotar otra vez de sus ojos-. No tenia idea de donde se encontraban. Tú no recordabas nada, así que tuve que ir en cada rincón preguntando por la familia de “Melisa”. Todos me preguntaban tu apellido pero tampoco te lo acordabas. No me había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo desde que te dejé en mi casa. Volví lo más rápido que pude, encontrándome con que te habías ido.
Melisa se quedo boquiabierta mirando a ese muchacho que en un momento ocupó buena parte de su vida. Las lágrimas no dejaron de caer sobre sus mejillas.
Sentí una mano sobre mi hombro y voltee a ver quien se le daba por ser tan valiente de acercarse a mí. Merlina. Ella estaba dándome suaves golpecitos en el hombro, estaba dándome ánimos, aunque todavía no sabía por que. No entendía nada de lo que mi novia y su ex decían.
Melisa se movió y todas las miradas fueron hacia ella. La luz en sus manos había desaparecido y la que estaba en las manos de Chris también. Ella pasó los brazos por la cintura de Christian y él la envolvió con sus musculosos brazos.
Esto tendría que afectarme, mi novia estaba llorando y yo tendría que estar dándole ánimos. Pero ella estaba allí abrazándose con su posible nuevo novio. Y yo estaba aquí, partiéndome en mil pedacitos por dentro, pero firme por fuera.
jueves, 21 de enero de 2010
Nadie decía nada, pero la tensión se sentía en el aire.
Mire fijamente a Luciana mientras esta volvía a alzar las manos. ¿No le importaba matar a su amiga, Merlina? ¿No le importaba matar a Melisa, la cual fue la que le salvó la vida? ¿No le importaba matarme a mí, que en un momento fui su amigo?
La respuesta a eso era no, no y no. Lamentablemente a ella no le importaba nada de eso, ella solo quería mantener a salvo su secreto, un secreto que yo no tenia que haber sabido, un secreto que me lo contó… Sol. Y ella no estaba aquí. ¿Por qué? ¿La abran matado? ¿Encerrado? ¿La abran dejado inconciente?
La única opción que me preocupaba era la primera. Matar. Matar para guardar un simple e inútil secreto. Idiotas.
La ola que Luciana formaba en el agua iba creciendo mientras se acercaba a la orilla, la altura era tan alta que llegó a tapar completamente el sol. El último rayo de luz iluminó los ojos de Melisa, la cual no estaba ni triste ni tensa, estaba… ¿confusa? Faltaban pocos segundos para que la muerte nos llevara a nosotros tres y ella ¡¿estaba confundida?! ¿Qué demonios le pasaba?
Luciana dio un paso adelante y nosotros 3, como si estuviéramos sincronizados, dimos uno atrás.
Melisa miro para todos lados, talvez esperando una salvación, o algo a lo que aferrarse. Pues, claro, ahogarse no era un problema para nosotros dos, pero si para Merlina, y un problema seria que nos lleve el agua a lo más lejano de lo que era capaz.
Una sonrisa se extendió por el rostro de Luciana y sus ojos se cerraron…
… y dejó caer la ola encima de nosotros.
Merlina tomó un trago largo de aire y sus mejillas se inflaron, Melisa observó la ola encima de nosotros boquiabierta, y yo solo pensé en aferrarme a ellas dos. Cerré los ojos esperando el impacto del agua, y escuche a Melisa murmurar;
-Agáchense- su voz era tan baja que dudé en si era mi imaginación o si lo había dicho de verdad. Pero Merlina se arrodilló y agacho la cabeza hasta tocar las rodillas con su mentón. La ola casi me tocaba el cabello asíque me tire sobre el suelo bruscamente, aunque no sabia por que Mel quería que nos agacháramos.
Había quedado boca arriba y no lograba hacer que mis ojos se cerraran. La ola estaba a pocos segundos de aplastarnos, y, por el susto, logré cerrar los ojos.
Transcurrieron los segundos como si fueran horas. Aunque por lo visto no era el único que pensaba eso, ya que escuche como Merlina soltaba todo el aire que había estado conteniendo y volvía respirar profundamente. ¿Respirar? ¿Por que la ola no nos tocaba? ¿Acaso Luciana quería hacer el sufrimiento más lento?
Melisa soltó una risa despreocupada, como si se riera de un chiste que yo no había escuchado. Abrí los ojos y la mire como si estuviera loca, y ella me sonrió, aunque su mirada no iba dirigida hacia mi, si no a algo o alguien detrás de mi.
Volteé lentamente para encontrarme a “nuestra salvación”, un muchacho alto, con pelo morocho, y ojos grises, tenia músculos que se le notaban debajo de la camiseta roja ajustada y unos pantalones negros, caminó por encima de mí y fue directamente hacia Melisa con una sonrisa en el rostro
Este la agarró por la cintura y la levantó como si fuera una simple pluma. Tiré la cabeza para atrás y vi como Merlina miraba boquiabierta a ese… desconocido. Cuando Melisa y el desconocido desaparecieron de mi punto de vista me di cuenta que tenia una ola encima, inmóvil.
-¡NO!- escuché rugir a Melisa-. ¡Max, escapa! ¡Corran!
La ola encima de nosotros comenzó de nuevo a moverse. Ahora los segundos pasaban mucho más rápido que antes. Tic, tac, tic, tac, sonaban en mi mente.
Agarré a Merlina por el brazo, la cual estaba petrificada por el horror, y eche a correr lo más rápido que pude arrastrando a Mer conmigo por el pequeño agujero que quedaba entre el agua y la salida. Cuando atravesé todo el agua los rayos de luz me cegaron, pero llegué a ver a Mel de espaldas a mi mirando a ese desconocido.
-Meli…- decía el supuesto “salvador” (Más bien el “salvador” de Melisa).
Me quede duro como una piedra mientras escuchaba lo que decía. ¿Él acababa de llamar “Meli” a mi Mel? ¿Quién demonios se creía él para llamarla así?
-¡Deja de llamarme “Meli”!- le gritó Melisa-. ¡Eres un idiota!- esta le embocó el puño en el medio del rostro a aquel muchacho mientras decía aquellas palabras. Cuando retiró el puño una marca rosa fuerte había quedado en su pálida piel.
-Joder, ¿Qué te pasa, cariño?- la voz del desconocido era… rara, talvez por las palabras que decía; ¿cariño? ¿Meli? ¿Acaso pretendía decirle “Mi amor” o “Hermosa”?
-¡Deja de decirme así!- este la agarró por la cintura y le hizo girar hasta que él estuvo de espaldas a mi y ella me vio.
Sus ojos mostraron confusión, felicidad, sorpresa y, por ultimo, preocupación. Mel se movió bruscamente para que la soltara, como no lo hacia tuve que intervenir.
Coloque mi mano en su hombro y este giró la cabeza y vio su hombro como si tuviera una cucaracha o algún bicho en ese lugar.
-Suelta a la dama- dije con tono cortés y le sonreí, algo en su rostro se me hacia bastante familiar por eso no quise usar la fuerza… todavía.
-¿Disculpa?- su tono era de burla-. ¿Y tu quien eres?- giró hasta darle la espalda a Mel pero todavía la sostenía detrás de él.
-Su… novio- este parpadeó por la sorpresa de lo que yo le decía-. Así que me gustaría que la soltaras…- estire mi mano hasta tomar la de Mel, pero el desconocido se interpuso entre nuestras manos y yo terminé tocando su musculoso abdomen.
Le dirigí una mirada envenenada y este solamente me miró con hostilidad. Lo rodeé caminando, mas bien corriendo, y llegué a su espalda sin que el se diera cuenta.
-Gracias- le dije sarcásticamente mientras tomaba la mano de Mel.
Mi punto de visión captó un movimiento a lo lejos y miré hacia el bosque, donde Luciana y su grupo nos miraban confundidos mientras caminaban lentamente hacia nosotros.
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Perdon por tardarme en escribir el capitulo.
Gracias por la paciencia. =)
YeSs ♥.♥ :B
domingo, 10 de enero de 2010
-¿Cuánto nos queda?- le pregunté a Mel mientras caminábamos por la playa, (nuestra playa) bajo la luz de la luna. Ella contó mentalmente y luego dijo:
-2 días, creo. Sin contar hoy, claro. Coincidencia que también ese día empieza la escuela ¿no?
¿La escuela? ¿Tenia que ir a la escuela? Me había olvidado completamente de ese lugar durante estas vacaciones, no creí que faltara tan poco para que terminaran. Pero yo no podía ir a la escuela, tenía una misión por cumplir. No podían obligarme a ir ¿no? Seria una escusa perfecta “Mamá, Papá, no voy a ir a la escuela porque pasare el resto de mi vida combatiendo el mal y salvando al mundo de ser destruido”. Melisa se rió
-Max, vamos a tener que ir a la escuela- su tono era de burla, como si dijera algo obvio.
-¿Por qué?- mi voz era un susurro. Ella se detuvo y giró para mirarme a la cara.
-Tenemos que fingir ser gente normal. Sino la gente comenzara a sospechar y nos meteremos en buenos líos. No querrás eso ¿o si?- negué con la cabeza-. Entonces será mejor que compres libros, y todo eso.
-¿Y tu que?- ella me sonrió.
-Ya tengo todo- su sonrisa se desvaneció de repente y cerró la boca tan fuerte que sus dientes chasquearon-. Maldita sea- murmuró.
-¿Qué…?- comencé, pero un ruido raro comenzó a sonar detrás de mi espalda, en el bosque. Volteé lentamente y me aferré a la mano de Melisa, esta estaba por echar a correr en dirección al sonido, pero mi mano se lo impedía.
-Max, déjame- me pidió Mel-. Tengo que detenerlos, te van a matar- esas ultimas 4 palabras no eran una suposición, ni una pregunta, era algo que iba a suceder si o si.
Si escapaba, me matarían. Si dejaba ir a Mel la matarían a ella y después a mí. Si iba yo en vez de Mel me matarían más rápido. Pero no elegí ninguna de esas opciones, solamente me quede firme, sin mover un músculo, sin saber que iba a pasar dentro de los próximos segundos, sin saber que esperar.
Entre los árboles comenzó a sentirse un llanto desesperado y alguien corriendo.
-¡MAX!- gritó una voz ronca pero entendible, su tono era de depresión, tristeza y culpa-. ¡Max! ¡¿Dónde estas?!
¿Merlina? ¿Qué hacia acá? ¿Por qué lloraba? ¿Por qué corría?
-Estoy…- estaba por gritarle.
-No- me interrumpió Mel.
-Ella me ayudó a escapar.
-Es una de ellos.
-Pero quiere ayudarnos, Mel, ¿es que no lo ves?- ella miraba el bosque y luego a mi, de nuevo al bosque, y asintió.
-¡Estoy aquí!- grité.
Mel y yo esperamos en silencio, ella estaba demasiado concentrada, supuse que estaba haciendo algún poder, pero no sabia cual.
La respiración agitada de Mer y su llanto se acercaron, luego de unos segundos apareció entre los árboles.
Me observó y me sonrió, intenté devolverle la sonrisa pero ella ya no me miraba a mí. Sus ojos marrones miraban a Melisa de arriba abajo, luego me miraba a mí, y de nuevo el mismo recorrido.
-No entiendo- susurró mientras se ponía las manos en la cabeza y caía sobre el suelo.
-Mel nunca murió- le expliqué, ella volvió a hacer el mismo recorrido con la vista.
-El funeral…- negó con la cabeza sin comprender nada.
-No era el funeral de ella.
-¿Y por que tu… ibas a suicidarte?- en sus ojos iban apareciendo lagrimas involuntarias.
-Porque en ese momento pensé que ella estaba muerta.
-Pero…- un crujido de árboles proveniente del bosque le interrumpió, todos miramos hacia allí.
Luciana apareció entre los árboles y su mirada era llena de rabia, ira fluía a su alrededor, era como un aura que advertía peligro.
Merlina se incorporó y se coloco en mi costado derecho, ya que en el lado izquierdo tenia a Mel aferrada a mi mano.
-Debemos escapar- susurró Mel lo suficientemente bajo como para que solo nosotros dos la escucháramos.
En mi campo de visión logre ver algo brilloso en las manos de Merlina, miré con rapidez y volví de nuevo a mirar adelante. Fuego fluía de las manos de Mer, se estaba preparando para atacar.
El agua de la playa comenzó a moverse con más rapidez y salvajismo. Parecía una tormenta en el agua, ya que la noche estaba calida y sin lluvias. Del agua comenzaron a crecer grandes olas y a caer. Luciana sonrió malévolamente y sus manos se movieron hacia arriba con rapidez y luego a la izquierda, mientras ella hacia eso una enorme ola creció y casi cae sobre nosotros. Ella quería ahogarnos.
Entre los árboles llego una especie de humo negro como el carbón y se expandió junto a Luciana, allí apareció un muchacho de pelo negro y musculoso, Walter. De la copa de un árbol cayó Camila y se colocó del otro lado de Luciana. Otro muchacho, supuse que era Pablo, caminó entre los árboles hasta colocarse junto Camila. Y, por ultimo, Natalia, la cual sacudió los árboles con una ráfaga de viento y se colocó junto Walter. Todos nos observaban con ira.
Me pareció extraño no ver a Sol allí. Talvez ellos no la dejaron venir por miedo que venga a nuestro lado.
-Debemos escapar- repitió de nuevo Mel en otro susurro-. No hay tiempo.
jueves, 7 de enero de 2010
Cuando dejamos de besarnos me di cuenta que la madre de Melisa se había ido. Todavía no entendía por que me decía que corra, quería que escape de algo, pero ella optó por arrastrarme.
Todo estaba tranquilo. Nadie nos atacaba mientras ella me explicaba que había echo hasta este momento.
-Cuando quede inconciente en el hospital- comentaba Mel- quería asegurarme de que tú no pienses que estaba viva, no quería enfrentarte… Así que esperé que salieras de la habitación, pero tu solo estabas parado observándome… No fue difícil aparentar estar muerta, solo tienes que dejar de respirar, con eso es suficiente. Tus pulmones no respiran, tu corazón no late. ¿Sabias que los podinstas podemos estar horas sin respirar? Bueno, me estoy desviando del tema. Permanecí inmóvil y esperé el momento adecuado para mi escape. Escapar no fue nada fácil, estaba la ventana cerrada, y del otro lado de la puerta estabas vos. Abrí la ventana con un “poder” que decía el libro ese de… me olvide el nombre. Bueno, no importa. Una vez abierta la ventana solamente me faltaba pasar desapercibida. Los doctores me colocaron sobre la camilla y todos me dieron la espalda como si estuvieran enterados de mi plan y querían hacérmelo mas fácil- rió por lo bajo-. Me levanté de un salto de la camilla y salté por la ventana. Por suerte nadie me vio. Luego de algunos minutos escuché por los altavoces que decían que un paciente había desaparecido, o algo así, así que corrí.
Nos sentamos sobre un árbol y ella respiro profundamente, luego continuó:
-Lo primero que se me ocurrió fue ir a casa. No había nadie así que les deje una nota diciendo que iba a estar ausente unos días… y que si escuchaban que estaba muerta no era cierto, y dije que llamaría luego. Fui a hablar con el anciano para ver si había una forma de que yo abandonara la misión, pero él estaba hablando con Merlina. Y por lo que llegué a escuchar el le decía que vos estabas por… suicidarte. ¿Era cierto?
-Si- susurré, ella abrió los ojos como platos.
-Bueno… Cuando escuché donde te encontrabas seguí a Merlina. No quería que ella me viera así que me subí por los techos- se rió, talvez de un chiste privado-. Cuando al fin encontré el callejón donde ustedes estaban… vi que se abrazaban. Así que imagine que ya habías sobrellevado mi “muerte”…
-La mujer que mas amo finge morirse… ¿y te piensas que lo sobrelleve fácil?- Mi tono era débil y las palabras salieron atropelladas, pero ella, de algún modo, entendió lo que le decía.
-Lo se. Lo lamento. Luego de ver esa “escena” fui a un teléfono público. Llamé a casa con la esperanza de que me atendiera Joa, pero, para mi mala suerte, mi madre me atendió. Me contó que mi tía se había muerto, en realidad esa tía nunca la había visto, por lo que yo recuerde. Pues, fui al funeral…
-El funeral- repetí. La imagen de las mujeres llorando acudió a mi cabeza, me estremecí.
-Si, ese funeral. Tu pensaste que era mi funeral- yo asentí-. Bueno, una vez allí hablé con Joa. Le dije lo que tenía planeado hacer contigo, lo de la muerte. Y el quiso ayudarme. Llamó a Merlina sabiendo que estaría contigo, yo estaba a su lado, escuchando, claro. Fue de mucha ayuda saber que Merlina también pensaba que yo estaba muerta, así que… ya sabes lo que dijo. Me aparté de la vista de Joa cuando te encontré en su mente. Luego comprendí lo que intentabas hacer, encontrar el nombre del cementerio- esperó una respuesta mía, pero no sabía que responde, por eso siguió:- Después escuché que vos venias corriendo por el bosque, utilicé de camuflaje a las otras mujeres y me mezclé entre ellas. Apareciste entre los árboles en cuestión de segundos, agradecí que Merlina echara ese fuego para que no entres. Yo me sorprendí tanto como tu al darme cuenta de lo que esas personas son. Las 3 mujeres te llevaron por el bosque y aproveché para ir a “La isla del podinsta”. No aparece en los mapas así que fue muy difícil encontrarla. Sabía que existía esa isla hasta que leí sobre ella en el librito que nos dio el anciano. Fui al lugar donde me indicaba, un árbol. Este me lanzó por una especie de agujero y estaban las figuras que tú ya abras visto. Bueno, las toque y se encendieron…
-¿Fuego, trueno y los ojos?- pregunté, aunque ella solo sonrió.
-No, esos son los tuyos, Max.
-¿Los míos?- ¿Qué quería decir con eso?
-Luego lo entenderás… Como decía, se encendieron la gota, el árbol y el dibujito del aire. Sabía que los demás no me correspondían así que no intenté encenderlos. Luego, cuando salí de aquella cueva, supuse que tendría que enviarte a vos a ese lugar. Cuando estaba a punto de “saltar”, para ir a ese bosque donde fue la última vez que te vi, te deje una nota para que sepas como salir de aquel lugar. Podría haberte dejado unas instrucciones para que sepas como saltar, pero no tenía tiempo y sabía que te darías cuenta de que trataba esa palabra. Cuando volví al bosque lo primero que hice fue ponerme la capucha de mi capa, para que no me vieras. Luego seguí el rastro de Luciana. Te escuché corriendo y sentí la presencia de tu mente. Así que comencé a correr a tu lado. Me sorprendió que no te dieras cuenta de quien se trataba esa “mujer enmascarada”- ella sonrió, era la misma sonrisa que llegué a ver en aquel bosque-. Tu tratabas de evitarme y yo necesitaba tocarte para enviarte a aquella isla, cuando me di cuenta que solamente me prestabas atención a mi y te habías olvidado de la gente que te perseguía, supe que no podrías escapar, entonces no lo pensé y me lancé sobre ti y te cubrí con la capa y me hice invisible. Es una capa especial, si yo me hago invisible, esta también lo hace y hace invisible todo lo que esta en su interior- no me había acordado que llevaba la capa hasta que la señaló-. Bueno, te envié a la isla y yo me envié a la pequeña playa, la que esta del otro lado de las rocas, y esperé a que concluyeran los días que restaban para que comience la misión, antes de eso le había pedido a mi madre que te proteja, sabiendo que había gente que quería matarte. No quería estar encerrada en esa playa así que salí, y tú estabas allí. Y luego no sabía si ir contigo o fingir que fue una alucinación tuya. Pero me di cuenta que necesitaba estar contigo.
viernes, 1 de enero de 2010
Me respiración se agitó y mi corazón se detuvo. Mi mente quedó en blanco y mis ojos se cerraron.
No quería ver aquello. No quería verla… a ella de ese modo. Una asesina.
No, ella no lo era, no podía ser una asesina. Pero si no era una asesina… ¿Por qué quería que me maten?
-Mel…- susurré aún con los ojos cerrados.
Mi Mel quería verme muerto. No, ella no seria capaz. En todo caso, ¿Por qué corría hacia acá con una daga en la mano? Sus pisadas se oían cada vez mas cerca, esperé que la daga me tocara, me atravesara y me matara. Pero nada sucedía, solo se oían pisadas.
El tigre comenzó a arrastrarme de nuevo. Abrí los ojos sorprendido de seguir vivo. Observe el bosque buscando a Melisa, pero no estaba. Mire todo lo que se encontraba a mí alrededor. Pero Mel no estaba.
-Suéltalo- me sobresalté al escuchar esa voz ronca.
El tigre continuó caminando sin importarle lo que aquella voz decía.
-¡Suéltalo!- el gritó me aturdió, el tigre se quedo petrificado, los árboles se movieron hacia atrás como si una ráfaga de viento los hubiera empujado a todos.
La sombra del tigre se comenzó a deformar, estirándose, creciendo, hasta que optó la forma de un ser humano.
-Melisa, sabes que no deberías estar acá- murmuró la misma voz que había escuchado esa tarde.
-Quiero que lo sueltes- el tono de Mel se relajo, por eso la reconocí. Nunca antes la había escuchado tan enojada.
-Después de lo que hizo tú…
-Suéltalo- interrumpió Mel-. No quiero hacerte daño, Madre.
¿Madre? Nunca había conocido perfectamente la familia de Melisa como para saber que su madre era un druida. Un millón de preguntas acudieron a mi mente con este nuevo dato.
¿Por qué nadie me dijo que Mel estaba viva? ¿Por qué la madre de Mel quería matarme? ¿A dónde quería llevarme? ¿Por que Mel no quiso volver con migo? ¿Por qué dejó que me llevaran a la muerte? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
La respuesta de todo eso era obvia… demasiado obvia.
Melisa ya no me amaba.
-No…- Susurró Melisa y comenzó a negar con la cabeza-. ¡Tú no me amas!
Me quede petrificado. ¿Qué hacia ella mirando mis pensamientos?
-Es algo involuntario…- comenzó pero luego se dio cuenta que se estaba desviando del tema original-. No digas… si no sabes.
-Querías que me maten…- murmuré.
-Querías remplazarme- contraatacó. Su tono duro lleno de ira me dejo sin palabras.
-¡No fue mi culpa!- mi mente estaba a punto de estallar-. ¿Podrías soltarme?- la madre de Mel tenia la mirada clavada en Melisa y no me presto la mas minima atención. Me zafé de su mano sin mucho esfuerzo, ahora estaba lleno de ira.
-¡Claro que si lo fue!- me gritó Mel.
-¡Y mira quien habla de culpa!- le acusé-. Por tu culpa casi me suicido. Por tu culpa casi me matan. Por tu culpa…
-¡Cállate!
Se notaba su batalla para contener el llanto, pero perdió. Las lágrimas descendieron de sus mejillas hasta caer frente a mí.
-Mel…- no sabia que decirle.
Ella estaba llorando por mi culpa, todo por mi culpa.
-Si no me quieres acá… ¿por que me llamabas?- Su voz era un susurro ahora.
-Mel yo si te quie…
-¡¿Por qué me llamabas?!- Mientras gritaba levantó la cabeza y quedo frente a mí. Observándome fijamente a los ojos.
Una gota cayó sobre mi mejilla, otra en mi nariz, y luego se desató una tormenta.
Las lágrimas que descendían de sus ojos eran como dagas que caían en mi pecho.
-¿Por que… dijiste que me amabas si no era cierto? ¿Por qué besaste a Fiona? ¿Por qué no me extrañabas? ¿Por qué no sufriste por mí? ¿Por qué…?- su voz se quebró-. ¿Por qué ya no me amas?
Mis pulmones no encontraban aire, mi corazón no encontraba sangre, mis ojos no encontraban la luz, y mis pensamientos no encontraban nada coherente.
-Mel…- mi voz apenas fue audible-. Te amo mas que nada en el mundo…
Ella comenzó a negar con la cabeza.
-¿Queres respuestas? Yo te las doy- mi voz era débil por el nudo de mi garganta-. Te dije que te amaba porque si era cierto. No besé a Fiona, ella me besó a mí. Te extrañaba demasiado… desde que te fuiste pensé haber perdido el corazón. Sufrí tanto por ti que intenté suicidarme, Mel. Y nunca dejaré de amarte. Se ve que todas las veces que te lo dije no fueron suficientes. Te amo.
Melisa me observaba con sus ojos color miel fijamente, sin parpadear. Recuperé mi mente y encontré a Mel tratando de buscar falsedad en mis palabras.
La lluvia nos empapó mientras nos mirábamos fijamente. Sin darme cuenta me había acercado más a ella y ella más a mí. Sus labios se abrieron pretendiendo decir algo, pero luego los cerró.
Nuestros rostros quedaron a pocos centímetros del otro…
-Yo también te amo- susurró Mel.
Sus labios tocaron los míos dando una extraña ráfaga a mi cuerpo. Sus labios se movieron y yo los acompañé en una extraña danza. Hasta que reaccioné.
Mel estaba viva. Me seguía amando. Y nos estábamos besando bajo la lluvia.