domingo, 29 de noviembre de 2009

Al tocarle el hombro, este se dio vuelta, pero no era Max, esa cara era demasiado terrorífica como para ser Max. Me quede mirando a esa extraña persona fijamente, hasta que me gruñó y se lanzo hacia mí mostrando los dientes. Cerré los ojos y me cubrí el rostro con los brazos. Volví a echar un ojo al ver por que el bicho no me había atacado. Cuando me quite los brazos de la cara había un rostro frente a mi, de forme instintiva le pegue y se escucho un crujido, volví a mirar y estaba Max con las manos tapándose la nariz y un liquido rojo caía de esta.

-¡Lo siento! ¡Perdón!-Grite agarrandome la cabeza entre las manos.

-Woow, cuanta fuerza tienes- Dijo mientras trataba de que no caiga sangre en su remera.

-Discúlpame.

-¿Tenes alguna otra manera de pedir perdón?-Me quede pensativa- Mel, es sarcasmo- agrego una risa para que yo dejara de sentirme culpable. Se puso una mano en la nariz y después agrego:-No mires…

-¿Qué vas a…?- Me interrumpió el crujido de su nariz al acomodarse el hueso- Uh…Eso debió doler mucho…- El asintió

-No importa- Una sonrisa iluminó su rostro- No a sido nada.

-¿Nada? ¡Te rompí la nariz y vos decís que “no fue nada”!- Intentó interrumpirme pero lo calle- Devolveme el golpe así estaremos a mano- Cerré los ojos esperando el dolor, pero nada paso. Abrí un ojo para comprobar si estaba por pegarme o se estaba yendo por haberse ofendido o algo parecido. Estaba sentado a mi lado mirando hacia el agua, donde estaba Luciana, se estaba riendo como si le hubiera contado un buen chiste-¿Y?- No sabia porque no me había pegado aun.

-No voy a pegarte Mel- Se volvió a reír como si fuera obvio lo que acababa de decir.

-¿Por?-Seguía sin entender.

-No quiero hacerlo, no…yo… no puedo-Admitió con timidez. En su mente cruzo una imagen de el pegándome en el rostro, por alguna razón yo también la vi, me estremecí ante tal imagen.

-Oh- Fue lo único que pude decir.

Mi mirada después de unos segundos se concentro en la joven de ojos chocolates que estaba junto al fuego. Observe las llamas, cambiaban de tonos; de azul a rojo, de rojo a naranja, naranja a azul, azul a naranja… y así sucesivamente. Cuando desvié la mirada del fuego me concentre en la joven. Ella tenía la mirada fija en mí. Sentí una suave gota de agua en mi mejilla, luego otra, y otra, mire el cielo, y si, como yo ya sabia, había empezado a llover. La lluvia se hizo más cegadora, llegando casi a ser una tormenta. Mire de nuevo a la chica junto a la fogata, esta seguía allí sentada, junto al fuego… ¿prendido? ¿Cómo estaba el fuego todavía encendido con la tormenta? La mujer tenía la vista fija en el fuego, talvez intentando que no se apague con la mirada. Esta ya estaba empapada, me miro y luego al fuego, izo un movimiento ligero de cabeza y el fuego se fue apagando rápidamente. Se levantó y se aproximo al agua.

-¡Luciana, vámonos!- Le grito. Luciana todavía, a pesar de la tormenta, seguía en el agua.

-¡Ya voy!- Le respondió Luciana entre gritos en la oscuridad de la lluvia. La joven del fuego se fue dirigiendo hacia la calle. Segundos después Luciana apareció del agua- ¿Merlina?

-Se fue hacia allá- Le avise señalando la calle. Me observo sorprendida al no haberme visto allí sentada.

-Gracias…-Murmuro, luego se fue hacia donde yo le había indicado.

Me levante y Max me imitó, íbamos caminando hacia la calle cuando un choque de árboles nos interrumpió. Max se preparó para correr hacia el bosque en busca del origen de ese sonido, pero lo agarre del brazo.

-¡No!-Le grite- ¡No vallas hay!

-Pero…

-¡Dije que no!- Me miro confundido y yo lo arrastre hasta la calle.

Corrimos en silencio hasta el cruce. Max tenia la mirada ausente, cada unos segundos me la dirigía a mi. Cuando llegamos al cruce solamente le dedique una mirada de despedida, este se quedo mirándome todavía confundido, pero yo seguí mi camino.

Llegué a la puerta de mi casa y ni siquiera me moleste en mirar a mi padre que me esperaba sentado en la mesa. Me dirigí hacia la escalera, para llegar a mi habitación lo antes posible.

-Melisa, veni a la mesa- Me ordenó con tono tranquilo

-No-Respondí duramente

-¡Veni ahora!

-¡NO!- Grite aun mas

-¡Ya veras!- Me amenazo y empezó a correr hacia mi, corrí a mi habitación y le cerré la puerta con llave en la cara. Abrí la ventana que estaba junto a mi cama, y saque los pies afuera, no lo pensé dos veces y salte. Esperé hay en silencio, luego escuche el crujido de la puerta el romperse y vi a mi padre asomarse por la ventana. Por alguna razón no me vio, luego al ver mi mano me di cuenta que estaba invisible. Eche a correr sin rumbo alguno bajo la fuerte tormenta, llegue a un pequeño río y me senté junto a un arbusto, y sin razón, algunas lagrimas empezaron a brotar de mis ojos.

Mi mente no reaccionaba a lo que yo le pedía. Algo iba mal, yo no estaba controlando mi cuerpo, ni mis sentimientos. Algo me toco el hombro y mi cuerpo saltó a una gran distancia esquivando a aquella persona. Me di cuenta que era Max pero mi cuerpo no lo sabia.

-¿Melisa?-Preguntó Max con preocupación

¿Quien sos?” Le pregunte a la persona que controlaba mi cuerpo “Lárgate de mi cuerpo” Le grité en mi mente pero esa persona solo gruño

Si quieres que me valla, échame” Esa voz ya me resultaba demasiado conocida ¿El anciano?

¿Cómo? ¡Shu! ¡Shu!” Me imagine a mí moviendo los brazos echando a un gato enzima de mi cabeza mientras decía esas palabras. El anciano soltó una risa.

Mejor apúrate… o le diré a Max algo que no te perdonara nunca en la vida” Volvió a reír en mi cabeza, pero esta vez no era una risa gentil, sino una risa malvada.

Mi cuerpo se comenzó a mover hacia Max.

“¡No!” Pensé casi como un grito, al ver que no se detuvo agregue: “¡¡NO!! ¡ESPERA!” Mi grito lo dejo paralizado, pestañeo y luego siguió caminando ahora con paso más lento “¡Dije que esperes!” no se detuvo.

Y yo dije que te apures” Su tono firme me hizo acordar al libro donde estaban las habilidades de los podinstas. No lo recordaba del todo pero algo de un escudo decía, debía intentarlo. Me concentré y espere.

En mi mente no había sonido alguno, tampoco pensamientos. Todo en ella estaba negro. Comprendí que tenía los ojos cerrados. Intente abrirlos, esperando fracasar en el intento pensando que el anciano me seguía controlando, pero, para mi sorpresa, los pude abrir. Mis pies se seguían moviendo, pero estos no eran obligados a nada, los estaba moviendo por propia voluntad. Mire hacia mis pies y vi otros con zapatillas blancas que caminaban a mi lado, sin pensarlo, salté sobre el anciano.

-¡Hijo de…!- Dije con tanta furia en mis ojos que al anciano se intentó escapar de mi arrastrándose.

-¡Melisa!- Me interrumpió Max. Agarre por el talón al anciano y luego dirigí mi mirada a Max- ¿Qué haces?- Señalo mi mano apretada con fuerza contra el pie del anciano.

-¡Me estaba controlando!-Mientras gritaba eso le dirigí otra mirada llena de rabia al anciano, el se volvió a asustar e intentó escapar de nuevo, pero lo agarre del otro talón. Le agarré por los hombros para que me mire a la cara- ¿Qué ibas a decirle?-intenté que mi tono sonara lo mas tranquilo posible pero sonó medio raro. El anciano no respondió y yo lo levante un poco y lo volví a colocar en el suelo, golpeándolo un poco contra este- ¡¿Qué ibas a decirle?!- Max me agarró del hombro y me obligó a soltar al anciano que seguía mudo y horrorizado. Cuando lo solté, la tierra se empezó a extender por su cuerpo, tragándolo, haciéndolo desaparecer.

-¡¿Que te ocurre?!-Me gritó Max furioso.

-¡Lo dejaste ir! ¡Mira lo que as echo!- Le acusé, el me miro confundido sin comprender nada.

-Explícate-Su tono era cansado.

-¡Ese anciano me estaba controlando!- Frunció el ceño -¡Te digo la verdad! El iba a decirte algo para que te enojes conmigo-Su ceño seguía fruncido.

-Melisa…

-No sigas. Me tomas de loca ¿No? Pues si pensas así entonces vete, no estés con una loca- Y eche a correr antes de que mencionara palabra alguna.

-¡Mel!- Le escuche gritarme, luego sus pasos se escuchaban a varios metros detrás de mí, siguiéndome.

Llegué a un acantilado, debería haber agua si es que saltaba. No lo considere mas y corrí hasta el borde y luego salté. Mientras caía hacia al agua me arrepentí de haber saltado, ya que había rocas por todas partes, era mi muerte, mi fin.

-¡MELISA!-Max gritó mientras me veía caer hacia mi muerte-¡No! ¡Por favor no!- Su voz se le quebró a causa del llanto que empezaba a aparecer en él.

Dejé que mi cuerpo se moviera con el viento, que haga lo que quiera con estos últimos segundos de libertad que tenia. Tuve la mirada fija en el cielo, tratando de no pensar en las rocas que estaban a punto de matarme clavándose en mí pecho, espalda y cabeza. Gire mi cabeza para ver el bosque, un bosque por ultima vez, y comprendí que no estábamos Max y yo solos, allí estaban Luciana, la joven con talento en el agua, y Merlina, la que parecía tocar el fuego. Los rostros de ambas estaban horrorizados mirándome.

Volví la cabeza para el cielo de nuevo, para ver el sol por última vez. Y luego los segundos que parecían días habían terminado, mi cuerpo impactó contra la roca, quitándome la vida…

Me levante temprano por el zumbido de un mosquito en mi oído. Me peine el desorden de mi cabello y baje para desayunar.

El cielo estaba cubierto de nubes pero, por alguna razón, sabia que en cualquier momento empezaría a llover.

Comí el desayuno rápido para no tener que charlar con mi padre. Este empezó a bajar las escaleras cuando termine de comer. Me apresure en ponerme mi abrigo y salir por la puerta. Al cerrarla detrás de mi escuche a mi padre llamarme, pero no me volví para escucharlo.

Era demasiado temprano, no quería despertar a Max, así que me dirigí a la playa. Ya que no tenía prisa alguna me metí en una tienda a comprar un helado, aunque hacia frío. Al abrir la puerta mi mirada se concentro en una mujer que estaba comprando algo, no pude ver su rostro hasta que se dio la vuelta y el viento retiro su cabello de la cara, era una joven, según mi mente, tenia alrededor de los 17 años. Observe su cara al resultarme tan familiar; sus ojos pardos y su pelo castaño rojizo y llevaba ropa de deporte. Su mirada se cruzó con la mía en unos instantes y supe que algo le iba a ocurrir.

La joven salio de la tienda y puso un pie en la calle, una rápida visión recorrió mi mente de su cuerpo sangriento tirado en el borde de la acera y un camión que estaba estacionado a su lado. Corrí en su dirección lanzándome sobre ella para sacarla de la trayectoria del camión. El camión pasó rozando mis pies y los de ella.

- ¿Estas bien? – Pregunté, la joven no reaccionaba y la sacudí un poco. La gente se empezaba a acumular alrededor de la joven, una de esas personas llevaba una botella con agua, se la quite y se la eche encima a la joven- ¡Contesta! – Le grité. Seguía sin mover un músculo. Escuchaba perfectamente el sonido de su corazón, asíque muerta no estaba. Le di una cachetada y esta reacciono al instante (Se ve que le pegue muy fuerte, mi mano quedo marcada en su mejilla)

- ¿Eh?- Dijo mirando para todos lados con la mirada ausente - ¿Qué paso?- La ayude a levantarse y le conteste:

- Te salve de quedar aplastada por un camión- Me reí sin sentido. La joven me miró confundida con sus ojos pardos-Me llamo Melisa- dije mientras le ofrecía la mano.

- Yo Luciana- Se presento mientras tomaba mi mano y la estrechaba-¿Te conozco?

-No estoy segura, pero tú me pareces familiar- Admití

- Si, también tu a mi- Todavía no había soltado mi mano y seguía estrechándola sin ser conciente de ello.

- Bueno, debo irme, están esperándome- Esta se fue yendo y me saludo desde lo lejos con un gesto de mano, se lo devolví y le sonreí, me devolvió la sonrisa.

Llegué a la playa sin mi helado, me lo había olvidado. Suspire por lo bajo.

-¡Bravo!, te dejo sola una mañana y ya salvaste mas de 1 vida- Di un pequeño salto por la sorpresa de no haber escuchado los pasos de Max- Hola – Dijo mientras me besaba en la mejilla

Se sentó a mi lado y me tomo de la mano y observamos una joven que estaba surfeando en la vacía playa. Mis ojos se desviaron de la talentosa joven, a un punto brillante que lo notaba en el rabillo del ojo, era fuego. Una joven con pelo negro y ojos chocolate estaba sentada junto a una gran fogata en el otro extremo de la playa. Me concentre en ella y descubrí en sus rasgos que tenia mas o menos la misma edad que Luciana. La joven al lado del fuego me miro con sus ojos chocolate y no retiro la mirada. Luego de evaluarme miro el fuego y puso su mano cerca de este, cada vez mas y mas cerca, hasta que lo toco, y no retiro la mano por la quemadura, fije mi mirada en su mano pero no tenia nada. Me quede mirándola boquiabierta. Volví mi vista a la joven con talento en el agua y descubrí que era Luciana, la joven de la tienda. Mire a mi izquierda y había un bosque, se escucho un ruido de árboles chocando que provenía desde hay, las aves se escapaban del bosque. Me limite a mirar al bosque, tratando de escuchar de nuevo el sonido de choque, pasaron algunos segundos, y se escucho, unos árboles se movieron de entre los otros. Sin pensarlo eche a correr hacia el bosque buscando a la persona que estaba haciendo eso. Max me siguió atrás.

-¿Qué sucede?- Pregunto mientras me daba alcance y se ponía a mi costado.

-Algo esta tirando los árboles abajo- Le respondí con tono serio.

- ¿Cómo…?- Se detuvo porque otro choque de árboles se escuchó, pero mas cerca que antes. Seguí el ruido del choque y perdí el sonido. Me detuve tratando de escuchar de nuevo. Un árbol a mi costado se abalanzo sobre nosotros un poco y luego volvió a su lugar, seguramente era el viento. El árbol se volvió a abalanzar y entonces vi a una mujer con cabello castaño oscuro y ojos cafés, esta movía los brazos al compás del árbol, centró sus ojos cafés en mí y luego echó a correr. La seguí, pero los árboles no estaban a mi favor, cada vez que esquivaba uno había otro a su costado. La joven desapareció de mi vista y de mis oídos.

-Búscala- Le ordene a Max

Comencé a correr de nuevo en el bosque tratando de encontrar un aroma, un sonido, una señal de que la extraña joven seguía hay. No sabia con exactitud por que la estaba buscando, pero sabia que la tenia que encontrar.

Un chasquido interrumpió mis pensamientos. Se oyó otro pero mas cerca, me pegué a un árbol tratando de que la persona que aya realizado ese chasquido con los pies no me viera. El chasquido se escucho del otro lado del árbol, mantuve la respiración y empecé a sudar por la desesperación. Algo me tapo la boca haciéndome gritar. Sentí un cuerpo del que provenía esa mano que me tapaba la boca. Escuche su mano yendo hacía su bolsillo, sentí el olor a metal, y oí el filo al pasar por su bolsillo, puso el cuchillo en mi garganta y acerco su boca a mi oído, su respiración era muy baja pero agitada.

-¿Qué sos?- Preguntó la voz femenil de mi oído. La mente se me puso en blanco y lo único que fui capaz de hacer fue golpear su ombligo con mi codo y salir corriendo. Esta me siguió con velocidad humana, acelere mi paso y mantuve la vista fija al frente tratando de no chocarme con nada.

Estuve tan cerca de volver a la playa, pero plantas empezaron a crecer a mis pies, sujetándome, haciendo que tropiece. Caí al suelo sobre mi cara, porque las plantas sujetaban mis manos. Cuando estaba en el suelo me empezaron a rodear.

-Buen intento- susurro la voz. En mi cabeza vi la imagen de una joven arrojándome un cuchillo y cayendo en mi cabeza, volví a la realidad y escuche el cuchillo yendo hacia mí. Corrí la cabeza lo mas que pude hacia le costado y el cuchillo calló a mi lado. Libere mi mano con la mayor fuerza que pude y agarre el cuchillo, corte las plantas con este y me liberé

“¡Corre a la playa! ¡Corre!” Le ordene a Max por pensamientos. Pise la arena y vi todo vacío. La joven de la fogata se había ido, y la fogata estaba apagada. Mire al mar en busca de Luciana, pero tampoco estaba, mire la calle buscando alguna persona, pero nadie estaba. “¿Max?” no contestaba.

Gire para ver todo a mí alrededor. Di un salto al encontrarme a Max detrás de mí.

-¿Qué fue lo que estaba hay?- Me pregunto con tono serio, duro.

- Yo… No… No lo se- Dude mientras respondía.

- Debemos irnos, esta anocheciendo- Seguía con el mismo tono duro y serio de antes.

Ese no era Max, no, no podía ser el. El nunca era tan duro. Me pare al frente de esa cosa y mire sus ojos. No tenía pupilas. ¿El anciano? ¿Qué hacia el acá?

-¿Qué haces tu acá?– le dije bruscamente - ¿Dónde esta Max?

- Si que tienes talento- Me respondió el anciano en el cuerpo de Max. Lanzo unas risitas y luego se transformo en el anciano arrugado que yo recordaba.

-¿Dónde esta Max?- Repetí.

-Esta por hay echo invisible, búscalo tu, yo no tengo tiempo- se metió en el agua y no volvió a salir.

-¿Ahora como hago?- Murmure para mis adentros.

Cerré los ojos y me concentre en la invisibilidad, los abrí y busque a Max, pero seguía sin verlo, talvez no me concentre lo suficiente, se supone que se tiene que ver todo verde. Comencé a pensar en muchas cosas a la vez, concentrándome en cada una de ellas, alguna tenia que servir: Ver, visión, invisibilidad, ojos paranormales, Max…. Abrí los ojos y estaba todo verde. Bien. Busque a Max y lo encontré, estaba arrodillado junto a la fogata apagada, me dirigí hacia él con curiosidad.

-¿Max?- Pregunte deteniéndome a pocos metros de el, no respondió y siguió con la cabeza mirando hacia abajo, me acerque otros pasos hacia el - ¿M-Max?- Mi pulso tembló cuando mi mano se alzo hacia delante acercándome a el- ¿Sos-s vo-os?- La voz me tembló

Me acerque mas y mas, hasta estar a su lado y le toque el hombro…


Nos pasamos toda la tarde sentados ahí, con las manos unidas, leyendo ese magnifico libro, aprendimos muchas cosas, y luego de aprender cada una intentábamos ver si habíamos comprendido el proceso del todo, leer mentes, proyectar escudos, tener una clase de visiones sobre el futuro, probábamos nuestros reflejos haciendo una especie de lucha entre nosotros, veíamos quien podía levantar mas peso con una sola mano, hacíamos carreras de un lado a otro de la pequeña playa, íbamos nadando hasta donde terminaba el agua y volvíamos. Así hasta que llego la noche
-¡Oh, no!- grité levantándome de un salto.
-¿Qué paso?
-¡Ya es de noche!
-Si, ¿y?
-¡Joa me estará buscando y mis padres también! ¡Tus padres también, Max, a no ser que ya les hayas dicho lo que eres!
-No, no dije nada, y no tengo planeado hacerlo, será demasiada presión
-Yo tampoco planeo decírselo a mi familia. Entonces, ¿qué nos paso?
-¿De que hablas?
-¿Por qué desaparecimos toda la tarde?
-Ya te sigo…-Los dos pensamos unos segundos hasta que él grito:- ¡Ya se!-Dijo levantando una mano hacia arriba- Tu dijiste que ibas a tomar aire, ¿no?
-Si.
-Yo también, por eso, ambos fuimos a la playa, nos encontramos, y nos quedamos hablando toda la tarde. Todo ello es verdad- dijo antes de reír-, no tendremos que mentir- le dedique una sonrisa
Nos dirigimos a las rocas y las esquivamos para salir de esa pequeña playa. Corrimos hasta llegar a un cruce y él me agarró de la mano para que me detuviera, olvidé que él debía ir para el otro lado. Me miro fijamente, abalanzó su cara sobre la mía y me besó… en la mejilla. Se río de mi rostro y luego corrió hasta su casa. Comencé a correr de nuevo, sin volver la vista atrás. Llegue a la colina en menos tiempo del que creía posible, frene sobre la puerta y me mire en el reflejo de la ventana para ver si tenía el aspecto de haber corrido 3 Km. en 1 minuto o de alguien que a caminado tranquilamente, sin mucha prisa. Me peine un poco y abrí la puerta para encontrar el salón vacío.
-¿Mama? ¿Papa?- No se escuchaba ninguna respiración, excepto la mía, y ningún latido de corazón, excepto el mío- ¿Joa? - ¿Para que preguntar si ya sabia que no estaban en casa? ¿Se habían ido a buscarme?
Camine hacia la cocina y encontré una nota que decía:

Melisa: Llama al teléfono que te e indicado mas abajo. Fuimos a buscarte, Llama lo antes posible.
Joaquin
Marque el número con tal rapidez que hasta yo vi todo borroso.
-¿Hola?- Pregunto Joa
-Joa, soy yo Mel, estoy bien, estoy en casa.
-Uff!, que alivio, ahora vamos para allá.
-¿Dónde…?- no pude llegar a terminar la pregunta porque ya había cortado
En mi mente, oí un teléfono sonar, me aproxime a este esperando a que eso suceda. No llego a sonar 1 vez y ya lo había atendido
-¿Diga?- dije con la voz cansada, escuche una risita del otro lado, la que ya me era tan familiar
-¿Te han ido a buscar?, a mi si- dijo riéndose de nuevo, me uní a sus risas
-Si- dije todavía riéndome- Que familia tenemos…- Rompimos a reír de nuevo
-¡MELISA!- Gritaron 3 voces juntas dejándome aturdida. Del otro lado del teléfono se escucho: -¡MAXIMILIANO! – los dos reímos ante tanta coincidencia
Joa se acerco mirándome fijamente, abrió la boca para preguntar algo pero mi padre lo interrumpió:
-¡¿Dónde estabas?!- del otro lado del teléfono le preguntaban lo mismo a Max, me mordí el labio para no reírme.
-Fui a la playa…-del otro lado del teléfono Max decía lo mismo, haciendo eco de lo que yo decía- y me encontré con Maximiliano, el hijo de Henry. Y… me quede toda la tarde hablando con el, no me había dado cuenta que era tan tarde. Lo siento- Intente entrar en la cabeza de mi padre para ver si se había creído la verdad. Pero me desconcentro la voz de otra persona, la voz encantadora de Max.
Oh, no” Dijo el pensamiento de Max.
¿Qué paso?” Pregunte curiosa
Mi madre piensa que te estoy utilizando para darle celos a otra…
¿Otra? ¿Qué otra?” Dije enojada, enarque las cejas y Joa me miro con un millón de preguntas en sus ojos
¿Recuerdas a la rubia de la fiesta? Fiona. Mi madre piensa que ando con ella
Explícale que no es así…
“¿Cómo? Hola mama, escuche tus pensamientos y estas completamente equivocada…
Dile que estas con alguien y que esa tal Fiona anda con tu amigo, no, no, invita a Fiona y a tu amigo a tu casa para que ella vea que ellos dos están juntos, así no sospechara nada.”
¿Vos vendrías?” Su tono era divertido
Si me invitaras talvez si” Dije mientras me reía, Joa seguía delante mío esperando que volviera a la realidad.
En ese caso, te invito a una cita doble hoy en mi casa” Dijo con tono elegante
Gracias caballero, te veré en tu casa
Hasta pronto damisela” Me reí ante sus palabras. No dijo mas nada así que supuse que ya estaba llamando a su amigo y a su novia.
Me levante de la silla, de la cual me había sentado sin darme cuenta. Me dirigí a mi cuarto y Joa me siguió a pocos pasos. Llegamos a la puerta de mi habitación y me di la vuelta bruscamente para darle cara.
-¿Qué?- dije mirándolo fijamente
-Quiero que me cuentes toda la historia- ¿Cómo se había dado cuenta?
-Pasa- le dije mientras entraba más en la habitación y cerraba la puerta detrás de mío.
- Antes de empezar, dime, ¿cómo te diste cuenta?-Dije mientras me sentaba en mi cama.
-Soy mago, ¿recuerdas?, aparte te conozco desde que naciste- se sentó en mi cama quedando frente a mi
-Bueno, aquí vamos. Cuando me desperté…- le conté toda la historia, y esta vez si parecía convencido
-¿Dos podinstas?- asentí – Woow, eso nunca había pasado, tu misión si que debe ser difícil.
-Ahora, si me perdonas, debo ir a la casa de Max- lo empuje hasta fuera de mi habitación y le cerré la puerta en la cara.
Me puse unos pantalones, zapatillas cómodas y una campera que encontré por hay. Baje corriendo las escaleras (No a velocidad paranormal) y me encontré a mi padre parado frente la puerta, impidiendo que yo la atravesara.
-¿Ahora que?- Murmure tan bajo que creo que no me escucho, lo mire fijamente, estaba cruzado de brazos estudiándome con la mirada.
-¿Dónde vas?- dijo con tono serio
-A casa de Maximiliano…-dije un tanto bajo, pero creo que me escucho.
-Bueno, vuelve antes de las 11hrs- Odio cuando saca su lado paterno
-Bueno- Lo esquive y salí de la casa sin volver la vista atrás. Apenas cuando estuve segura de que mi padre dejo de tenerme a la vista eche a correr. Llegué al cruce y doble bruscamente hacia el camino que daba hacia la casa de Max. Llegue a la puerta y antes de que llegara a tocar, él me abrió la puerta. Se me acerco y me beso en la frente.
-Hola- dijo con una sonrisa
-Hola- Conteste con timidez
-Vamos adentro-Me empujó por la espalda mirando hacia atrás, como si vigilara el terreno por si había alguien espiando.
Adentro estaba todo oscuro, por eso cerré los ojos y me concentre en la oscuridad, los volví a abrir y veía ya todo con mas claridad, con mas luz, este don si que me iba a ser útil. Me dirigí hacia el sillón y Max se sentó a mi lado y me tomo de la mano. Su madre paso por atrás nuestro vigilándonos, Max la miro con la mirada cansada.
-Ma, por favor…-Dijo Max mientras la seguía mirando fijamente, esta se fue por la escalera que se encontraba junto al sillón y en el que nosotros estábamos- Lo siento, se toma su papel de madre muy en serio- dijo lo bastante bajo como para que yo lo escuchara. Se rió sin ganas.
-¿Te esta protegiendo a vos o a mi?- Dije con el mismo tono bajo que el había utilizado.
-A vos. No me cree lo de Fiona, lo siento- Volvió a disculparse con el rostro todavía cansado
-¿Qué te pasa?- pregunté muy curiosa de saber por que su mal animo
-Cuando lleguen mi amigo y Fiona, vas a ver de que va mi ánimo- Se escucho unas pisadas que venían hacia la casa. Max se levanto para abrir la puerta. Sonó el timbre una vez y Max aguardo unos segundos, luego, abrió.
-¡Hola, Max!-Dijo su amigo, la verdad es que me olvide de preguntar su nombre.
-Cariño, hola-Dijo Fiona mientras se acercaba a el para besarlo, mis puños se serraron por la rabia de ver a esa… rubia. Ella se acercó más y se detuvo cuando sus labios estuvieron uno frente a otro, esta iba a besarlo pero Max giro la cabeza para recibir el beso en la mejilla. Solté una risa baja y todos me miraron. Fiona me miro con desprecio, disgusto y rabia, le dedique una sonrisa al ver cuanta rabia me tenía, esta se me acerco y apoyó sus labios operados sobre mis oídos:
-Con mi Maxito no te metas querida, es mío, no tengas ilusiones- Al alejar su rostro me guiño el ojo. Estaba segura de que Max la había escuchado y lo mire con una sonrisa, el me la devolvió al ver que no estaba enojada con su “amiga”.
El amigo de Max se me acerco y me beso en la mejilla, era alto, pelo castaño despeinado, y ojos café. Nos dirigimos al Living y Max se sentó en un sillón doble, Fiona se sentó a su lado y yo me tuve que sentar en el suelo ya que el espacio que quedaba lo había ocupado el amigo de Max. No llegue a ver que película había puesto ya que solamente miraba su rostro. La película empezó y cuando las luces de una lámpara se apagaron, Fiona le agarro la mano a Max, este me miro con un millón de disculpas en el rostro, agarre una almohada que tenia junto a mi y la abrase gastando toda mi rabia en la almohada, imaginando que esta era Fiona y que le estaba asfixiando, me reí de mi misma y 3 rostros me miraron, me tape la cara con la almohada y trate de prestar atención a la película. Entendí de que se trataba: Una joven estaba enamorada de un joven, ese joven estaba con una chica mala que trataba de alejarlo lo máximo posible de la joven. Compare la situación con la película y no preste atención al final ya que sabía que era un final feliz, como siempre, final feliz. La película terminó y Max se levantó desasiéndose de la mano de Fiona, esta me miro con cara de furia, le devolví una sonrisa.
Cuando salimos afuera para irnos a nuestras casas, estaba lloviendo casi como una tormenta, Fiona abrazo a Max en signo de despedida o algo mas… Me miro confundida al ver que yo no estaba enojada. Pasó a mi lado y me empujó hacia el costado para que ella pudiera pasar, aun que podía pasar por cualquier otro lado,
-Córrete, idiota- me dijo lo bastante bajo como para intentar que Max no la escuchara, pero yo estaba segura de que la había escuchado.
-Claro, su majestad, tiene el paso libre, alteza- Le hice burla y esta se volvió hacia mí echando chispas por los ojos.
-¿Tenes algún problema con migo?- Dijo apuntándome con el dedo en signo de amenaza
-Oh, no su majestad, ¿Tener un problema con usted?, ¡Jamás! En realidad, tengo muchos problemas con usted- Me quiso pegar una cachetada pero mi mano fue mas rápida que la suya, sostuve su mano con una y con la otra le di la cachetada que me iba a dar.
-Vas a ver…- me dijo de nuevo con su dedo amenazante. Se me acerco y dijo- Vas a ver que Max va a terminar eligiéndome a mi- dijo como un susurro pretendiendo que él no escuchase. Lo mire a Max y este me devolvió la mirada, me guiño un ojo mientras me dedicaba una sonrisa, me reí- ¿De que te reís?
-¿Por qué pensas que Max te va a elegir a vos?- dije
- Porque soy mas bonita que tu.
-¿Y?, la forma física no lo es todo- Max se me acerco y me abrazo. Fiona murmuro algo imposible de entender. Esta y el amigo de Max se fueron caminando, por la pequeña calle.
Cuando estuvimos solos, Max me volvió a apretar contra el, y yo a el contra mi.
-Lo siento- dijo mientras me besaba la cabeza- Lo siento mucho. En un momento pensé que ibas a arrancarle la cabeza.
-Si yo también lo pensé- levante la cabeza para mirarlo a los ojos- Te amo- Dije con timidez.
-Yo también- Me dijo con la más profunda sinceridad.
El se inclino sobre mi, puso su cara a pocos centímetros de la mía, se alejo un poco y yo me acerque, el se acerco y sus labios casi tocaron los míos. Su mamá estaba en la puerta, mirando, tosió interrumpiéndonos. Los dos suspiramos y ella le dirigió una mirada amenazante a Max.
-Adiós- dijo con tono triste y me beso en la frente- Mañana nos vemos- y me guiño un ojo
-Chau- dije como un susurro

La cabeza me daba vueltas, no sabia donde estaba pero sentía un olor muy familiar, el de mi habitación, si, el perfume que yo siempre utilizaba en mi habitación. Intenté abrir los ojos pero la luz me lastimaba, hasta que me forcé a abrirlos y vi todo con extremo detalle; una araña en miniatura que caminaba por el techo, una pelusa que se encontraba del otro lado de mi ventana, los rayos de luz en un amarillo intenso y con perfecta claridad las huellas digitales de mi mano.

-¿Estará despierta?- reconocí la voz de mi padre al momento de que empezó a hablar.

-No creo…- murmuró Joa con tono triste-. Me iré a fijar.

¿Cómo se podían estar preguntando si estaba despierta? Sus voces parecían proceder de mi lado con la claridad que se escuchaba, pero parecía no ser así, ya que si estarían al lado mío verían mis ojos abiertos… a no ser que los tenga cerrados y este imaginando todo lo que estaba viendo. Volteé a comprobar si mis conclusiones eran verdaderas, pero eran totalmente falsas. No se encontraban allí, y, por alguna razón que no entendí, supe que tampoco se encontraban en el segundo piso.

Intenté escuchar el resto de su conversación pero un ruido fuerte me interrumpió aturdiéndome los oídos, luego lo comprendí, se trataba de los pies de Joa que estaban subiendo la escalera con paso lento, arrastrando los pies como si pesaran. Me concentré en sus pasos, que cada vez se escuchaban más y más cerca, se detuvo delante de la puerta de mi habitación, suspiró, y después de dos latidos de su corazón, entró.

El ruido de la puerta al abrirse retumbó en mis oídos. Estas nuevas habilidades no me estaban agradando del todo. Joa entró mirando el suelo, levantó la mirada lentamente hacia mí y se sobresaltó al encontrar mis ojos sobre él.

Se acercó con paso lento, cada uno de sus movimientos llamaba la atención de mis ojos, y me pareció como si hubiera tardado una eternidad en llegar a donde yo me encontraba. Encontré nuevos detalles en él que no había visto antes sin esta nueva habilidad; Joa tenía un lunar muy pero muy chiquito debajo de la oreja, uno de los hilos de su campera estaba mal colocado y tenia pequeña cicatriz en su mano derecha. Lo seguí con la mirada mientras se arrodillaba junto a mí.

Me miró durante un largo rato y yo evalúe sus ojos, tenían líneas de un tono mas oscuro del verde que notaba antes. El acercó su mano hacia mi demasiado rápido comparado con los movimientos lentos que había echo anteriormente y de repente yo me encontraba junto a la puerta. Joa seguía mirando a donde yo me encontraba antes, hasta que se dio la vuelta a buscarme en la habitación, cuando me encontró me miro con ojos confundidos y horrorizados.

-Yo…no…- no fui capaz de articular alguna otra palabra por tanto miedo que tenia. No sabia en que bicho raro me había convertido.

-¡Se despertó!- Gritó Joa, tal grito me aturdió los oídos y me lleve las manos a estos para dejar de aturdirme. Escuche 2 pares de pasos corriendo hacia mi habitación. Se detuvieron del otro lado del umbral de la puerta y me observaron con ojos confusos igual que Joa.

“Tranquila” dijo una voz en mi cabeza “no corras”

¿Escuchar voces en mi cabeza era un síntoma de locura?

-¿Qué es lo que sucede?- pregunte en voz alta apoyándome la mano en la cabeza

“Corre a la playa” por alguna razón sentí que le debía hacer caso a esa misteriosa voz y me dirigí a la puerta tambaleándome. Me sujeté del marco de la puerta cuando estuve a punto de caerme.

-¿Dónde vas?- Preguntó Joa todavía junto mi cama.

-Necesito tomar aire- mentí bajando las escaleras, cuando llegué al piso de abajo noté que 6 pies me seguían

-Te acompaño- Joa estaba caminando hacia el armario, seguramente para agarrar un abrigo.

“No” siseó la voz dentro de mi cráneo.

-Si es que no te molesta, prefiero ir sola- le dije mientras iba hacia la puerta.

-Bueno…-murmuró medio confundido por la negativa que le había dado. A mí nunca me había molestado que me acompañara, y que ahora le diga que “no” seguramente era porque pasaba algo.

Empecé a correr colina abajo dejando atrás a mi familia confundida; mi melena se volvía para atrás por la presión del viento sobre mi rostro y todo a mí alrededor se movía como una mancha borrosa por tal velocidad, parecía estar volando, volando a una velocidad extraordinaria.

Llegué a la playa en cuestión de segundos, pero no había nadie. Estaba sola.

Busque el muelle pero no encontré nada, allí no había ningún muelle. Mi locura me estaba traicionando.

Mis oídos empezaron a captar unos golpes que parecían proceder de lo lejos, busque el origen de ese sonido hasta que vi un hombre caminando por la calle a varias cuadras de donde yo estaba. Me fije si sus pasos coincidían con el sonido que yo escuchaba, y si, coincidían perfectamente bien.

Me di la vuelta al escuchar una suave respiración en mi espalda, salte un paso para atrás por el susto que me dio el señor que se encontraba hay; tenia el pelo blanco, sus ojos no tenían pupilas eran totalmente blancos, tenia arrugas en las mejillas, en la frente, y en la barbilla, estaba vestido con traje de gala totalmente blanco. Creí estar alucinando así que parpadee varias veces y me froté los ojos, pero el señor de blanco seguía hay. Tal vez ya estaba muerta y ese era un fantasma.

-Bienvenida- dijo mientras una sonrisa se extendía por su raro rostro-. Tendría que dejar de aparecer tan de repente, todos los podinstas reaccionan del mismo modo…- no tenia la menor idea de que estaba hablando-. En fin, sígueme.

Comenzó a andar hacia la playa. Lo seguí sin hacer pregunta alguna. Al llegar a la playa él doblo hacia las rocas y yo lo seguí, se metió entre estas esquivándolas, intente hacer sus mismos movimientos pero no tuve tanto éxito y me lastimé en algunos sitios.

Al terminar de pasar entre las rocas llegamos a una playa pequeña rodeada por rocas, al borde de la arena había un muelle y en ese muelle estaba Maximiliano, el cual una sonrisa ilumino su hermoso rostro cuando me vio. Lo salude con un gesto de mano y él me devolvió el saludo.

El anciano camino hacia Max y yo lo seguí mientras que él venia hacia nosotros. Se coloco a mi lado y me observaba con una sonrisa, no pude evitar mirarlo y probar mis nuevos ojos con el; era tan lindo como siempre…

-Gracias- susurró él mientras me seguía mirando. Me sonrojé ante la idea de que él allá escuchado lo que pensé, soltó una risita como si hubiera vuelto a escuchar.

El anciano se paro frente nosotros dos y Max me tomo de la mano disimuladamente, le dediqué una sonrisa mientras el anciano comenzaba a hablar.

-Bueno, supongo que ya saben que son podinstas y…

-¿Qué nosotros que?- le interrumpí con los ojos abiertos como platos.

-Son podinstas…

-Pero solo hay uno a la vez- le volví a interrumpir-, no puede ser posible que los dos lo seamos.

-Ahora les explico- nos quedamos callados para escuchar al anciano atentamente-. Los podinstas son seres que se invocan para que cumplan una misión- iba a interrumpir pero levanto la mano en signo de que guarde silencio-. Como las misiones pueden ser resueltas por un solo podinsta, nunca se han invocado dos- Max y yo nos miramos con expresión horrorizada-. Antes de indicarles su misión, voy a enseñarles las principales habilidades y reglas de los podinstas.

El anciano hizo un movimiento de manos y frente a nosotros se levantaron dos rocas, una delante de mi y otra delante de Max. Nuestras manos se separaron y retrocedimos varios pasos.

-Melisa, intenta lanzar una corriente de aire sobre esta roca, concéntrate en tus oídos y escucha el sonido de la brisa sobre tus manos- no le encontraba sentido a lo que decía el anciano, pero de todos modos intenté hacerlo.

Hice lo que me dijo, aguce mis oídos e intente escuchar la brisa, pero había demasiados sonidos a mí alrededor, solamente escuchaba el ruido de las olas y luego un sonido que me pareció un tanto extraño, levante mis manos y las estire hacia la roca. Abrí los ojos para comprobar si había fracasado, pero tuve que contener la carcajada que estaba por brotar de mi garganta cuando vi al anciano mojado. Este me miro con un poco de rabia y movió sus manos en círculos, en el sentido de las agujas del reloj.

-Error, eso no era la brisa Melisa, debes concentrarte mejor- me indicó con la mano que lo intentara de nuevo.

Me concentré, aguce el oído y busque el sonido de la brisa. Por un momento pensé haberme quedado inconciente en medio de un huracán, pero no fue así, había encontrado la brisa. Estiré mis manos hacia la roca y al abrir los ojos vi como se caía al suelo partida en dos.

-¡Bravo, Melisa!-Gritó el anciano con una enorme sonrisa- Ahora inténtalo tu Maximiliano.

Este cerró los ojos y movió las manos hacia delante, y luego de varios segundos las estiro hacia la roca, esta se quebró pero no llego a partirse.

-Mejor de lo que pensaba. Sabia que esto pasaría- dijo mientras que, con otro movimiento de mano, hizo que las rocas se hundieran en el suelo.

-¿Qué pasaría que cosa?- pregunté curiosa.

-Verán, Melisa te transformaste primero, aunque su proceso haya tardado más tiempo, y Maximiliano después. Eso indica que tus poderes tardaron mas en desarrollarse porque son mas poderosos, puede que Max tenga alguna ventaja que tu no, pero tu seguramente tengas una que otra ventaja sobre el. Si los pondría a luchar entre ustedes dos, me pregunto… ¿Quién ganaría?- Ante esa frase me vino a la cabeza una imagen mía matando a Max, me estremecí ante tal imagen. Max me miro con ojos horrorizados como si hubiera visto la misma imagen-. Bueno, sigamos con el tema de los podinstas, estas razas son tan famosas por ser tan poderosos y difíciles de destruir. Podrán tener un tiempo para ejercitar sus “poderes” hasta empezar la misión, esta empieza en dos semanas. Recuerden. Dos semanas. Cuando acaben esas dos semanas tendrán que venir acá a esta misma hora, ¿De acuerdo?- los dos asentimos – Muy bien, antes que pregunten, aquí tienen un libro para cada uno con los principales poderes, luego se les enseñarán mas, o puede que los descubran solos- dos libros, chiquitos, aparecieron en sus manos, me entregó uno a mi y otro a Max-. Nos veremos en dos semanas… o talvez antes.

El anciano se convirtió en polvo y el viento se lo llevó. Me quede quieta sin poder moverme, hasta que mi mente capto todo lo que había sucedido.

Max se dirigió a una roca que sobresalía de las demás y se sentó allí, lo seguí y me apoye contra sus piernas.

-Mmm...- dijo él pensativo-. ¿Por qué se te vino esa imagen a la cabeza?- preguntó mientras abría el libro y miraba las hojas detenidamente.

-¿Qué imagen?- sabía perfectamente de que imagen me hablaba.

-¡Ya sabes que imagen! No me hagas describirla.

-No se, me están hablando de un duelo entre tu y yo ¡¿Que quieres que piense?!

-No se…- murmuró mientras fijaba su mirada en el suelo- es solo que esa imagen fue tan vivida, creí que lo estaba viendo con mis propios ojos- se tiro desde la roca hasta mi lado y fijo su mirada en mí, para que lo viera, cuando lo hice agregó:-Aunque no creo que tú seas capaz de matarme, ¿O si?

-No, no creo. A no ser que tu prefieras matarme primero…

-¿Me prometes algo?

-Eso depende

-Si yo…-vacilo durante un rato tratando de encontrar las palabras correctas, hasta que dijo:- Prométeme que no me mataras, aunque allá echo el peor error de mi vida, hazme entrar en razón…

-Si tú me prometes lo mismo, yo te lo prometo- dije con una sonrisa

-Entonces, trato echo- prometió antes de echarse a reír, me uní a sus risas hasta que interrumpí:

-¿Cómo lo haces?- entendió perfectamente a que me refería. Leer mis pensamientos.

-Tú también puedes hacerlo, solo concéntrate en mi mente, desea poder leerme los pensamientos con intensidad- me concentre, deseando saber que estaba pensando en aquel momento, pero no escuche nada, sin contar su respiración y la mía- Concéntrate- me ordenó.

“¿Me oyes?” Asentí riéndome, luego una idea loca se me vino a la cabeza, intentar buscar imágenes en su cabeza “Inténtalo” me pidió tras escuchar lo que yo estaba planeando.

Me concentre en su mente, en sus recuerdos, en su memoria. Las imágenes surgieron de repente y no pude contener un jadeo. Era como una especie de televisión, en la cual hacia zapping buscando algo interesante. Me detuve en un recuerdo reciente, la fiesta de su casa, la última vez que lo había visto, fue uno de los días mas felices de mi vida (dejando a un lado el momento en el que me desmaye), él me había declarado que yo le atraía.

Él era demasiado para mi, yo no le merecía. Él era perfecto con sus ojos verdes que me hipnotizaban cada vez que los miraba. Él era el príncipe azul que toda princesa esperaba. Pero él no fue en busca de una princesa para despertarla con un beso de amor verdadero, o salvarla del gran dragón que quiere encerrarla en la torre de un gran castillo, él fue en busca de una simple campesina.

Una campesina.

Me mordí el labio cuando abrí los ojos y me lo encontré a él, arrodillado delante mío, con los ojos cerrados y sus manos sobre las mías, me dio la tentación de abrazarlo pero me resistí tanto como pude. Se rió de mi cuando abrió los ojos y escucho mis pensamientos.

-Creo que tú eres la princesa que en vez de esperar a un príncipe azul en la torre de su castillo vino con un simple campesino.

-Me gustaría que dejaras de leer mis pensamientos- murmuré un poco ofendida porque haya visto mis fantasías.

-Como usted guste, mi bella princesa.

-Voy a…- dije mientras trataba de evitar su mirada- leer el libro.

Me senté sobre la arena con las piernas cruzadas hacia delante, y Max se sentó a mi lado con nuestras manos todavía agarradas.

Presté toda mi atención al libro, por eso cuando él agarro mi rostro entre sus suaves manos estaba descuidada. Me miró durante una fracción de segundo y luego se inclinó hacia mí. Mi corazón comenzó a latir desesperadamente y mi respiración se detuvo hasta que sus labios tocaron los míos y volví a respirar, pero agitadamente. Primero sus labios se movieron con cuidado, pero luego comenzó a besarme con fiereza. Respiré su dulce aliento y me deje llevar por sus hermosos besos. Hasta que él se apartó sonriendo satisfecho.

-Y la bella princesa fue despertada…- comenzó Max.

-… con el beso del príncipe azul de sus sueños- terminé, mientras suspiraba.