domingo, 29 de noviembre de 2009
La cabeza me daba vueltas, no sabia donde estaba pero sentía un olor muy familiar, el de mi habitación, si, el perfume que yo siempre utilizaba en mi habitación. Intenté abrir los ojos pero la luz me lastimaba, hasta que me forcé a abrirlos y vi todo con extremo detalle; una araña en miniatura que caminaba por el techo, una pelusa que se encontraba del otro lado de mi ventana, los rayos de luz en un amarillo intenso y con perfecta claridad las huellas digitales de mi mano.
-¿Estará despierta?- reconocí la voz de mi padre al momento de que empezó a hablar.
-No creo…- murmuró Joa con tono triste-. Me iré a fijar.
¿Cómo se podían estar preguntando si estaba despierta? Sus voces parecían proceder de mi lado con la claridad que se escuchaba, pero parecía no ser así, ya que si estarían al lado mío verían mis ojos abiertos… a no ser que los tenga cerrados y este imaginando todo lo que estaba viendo. Volteé a comprobar si mis conclusiones eran verdaderas, pero eran totalmente falsas. No se encontraban allí, y, por alguna razón que no entendí, supe que tampoco se encontraban en el segundo piso.
Intenté escuchar el resto de su conversación pero un ruido fuerte me interrumpió aturdiéndome los oídos, luego lo comprendí, se trataba de los pies de Joa que estaban subiendo la escalera con paso lento, arrastrando los pies como si pesaran. Me concentré en sus pasos, que cada vez se escuchaban más y más cerca, se detuvo delante de la puerta de mi habitación, suspiró, y después de dos latidos de su corazón, entró.
El ruido de la puerta al abrirse retumbó en mis oídos. Estas nuevas habilidades no me estaban agradando del todo. Joa entró mirando el suelo, levantó la mirada lentamente hacia mí y se sobresaltó al encontrar mis ojos sobre él.
Se acercó con paso lento, cada uno de sus movimientos llamaba la atención de mis ojos, y me pareció como si hubiera tardado una eternidad en llegar a donde yo me encontraba. Encontré nuevos detalles en él que no había visto antes sin esta nueva habilidad; Joa tenía un lunar muy pero muy chiquito debajo de la oreja, uno de los hilos de su campera estaba mal colocado y tenia pequeña cicatriz en su mano derecha. Lo seguí con la mirada mientras se arrodillaba junto a mí.
Me miró durante un largo rato y yo evalúe sus ojos, tenían líneas de un tono mas oscuro del verde que notaba antes. El acercó su mano hacia mi demasiado rápido comparado con los movimientos lentos que había echo anteriormente y de repente yo me encontraba junto a la puerta. Joa seguía mirando a donde yo me encontraba antes, hasta que se dio la vuelta a buscarme en la habitación, cuando me encontró me miro con ojos confundidos y horrorizados.
-Yo…no…- no fui capaz de articular alguna otra palabra por tanto miedo que tenia. No sabia en que bicho raro me había convertido.
-¡Se despertó!- Gritó Joa, tal grito me aturdió los oídos y me lleve las manos a estos para dejar de aturdirme. Escuche 2 pares de pasos corriendo hacia mi habitación. Se detuvieron del otro lado del umbral de la puerta y me observaron con ojos confusos igual que Joa.
“Tranquila” dijo una voz en mi cabeza “no corras”
¿Escuchar voces en mi cabeza era un síntoma de locura?
-¿Qué es lo que sucede?- pregunte en voz alta apoyándome la mano en la cabeza
“Corre a la playa” por alguna razón sentí que le debía hacer caso a esa misteriosa voz y me dirigí a la puerta tambaleándome. Me sujeté del marco de la puerta cuando estuve a punto de caerme.
-¿Dónde vas?- Preguntó Joa todavía junto mi cama.
-Necesito tomar aire- mentí bajando las escaleras, cuando llegué al piso de abajo noté que 6 pies me seguían
-Te acompaño- Joa estaba caminando hacia el armario, seguramente para agarrar un abrigo.
“No” siseó la voz dentro de mi cráneo.
-Si es que no te molesta, prefiero ir sola- le dije mientras iba hacia la puerta.
-Bueno…-murmuró medio confundido por la negativa que le había dado. A mí nunca me había molestado que me acompañara, y que ahora le diga que “no” seguramente era porque pasaba algo.
Empecé a correr colina abajo dejando atrás a mi familia confundida; mi melena se volvía para atrás por la presión del viento sobre mi rostro y todo a mí alrededor se movía como una mancha borrosa por tal velocidad, parecía estar volando, volando a una velocidad extraordinaria.
Llegué a la playa en cuestión de segundos, pero no había nadie. Estaba sola.
Busque el muelle pero no encontré nada, allí no había ningún muelle. Mi locura me estaba traicionando.
Mis oídos empezaron a captar unos golpes que parecían proceder de lo lejos, busque el origen de ese sonido hasta que vi un hombre caminando por la calle a varias cuadras de donde yo estaba. Me fije si sus pasos coincidían con el sonido que yo escuchaba, y si, coincidían perfectamente bien.
Me di la vuelta al escuchar una suave respiración en mi espalda, salte un paso para atrás por el susto que me dio el señor que se encontraba hay; tenia el pelo blanco, sus ojos no tenían pupilas eran totalmente blancos, tenia arrugas en las mejillas, en la frente, y en la barbilla, estaba vestido con traje de gala totalmente blanco. Creí estar alucinando así que parpadee varias veces y me froté los ojos, pero el señor de blanco seguía hay. Tal vez ya estaba muerta y ese era un fantasma.
-Bienvenida- dijo mientras una sonrisa se extendía por su raro rostro-. Tendría que dejar de aparecer tan de repente, todos los podinstas reaccionan del mismo modo…- no tenia la menor idea de que estaba hablando-. En fin, sígueme.
Comenzó a andar hacia la playa. Lo seguí sin hacer pregunta alguna. Al llegar a la playa él doblo hacia las rocas y yo lo seguí, se metió entre estas esquivándolas, intente hacer sus mismos movimientos pero no tuve tanto éxito y me lastimé en algunos sitios.
Al terminar de pasar entre las rocas llegamos a una playa pequeña rodeada por rocas, al borde de la arena había un muelle y en ese muelle estaba Maximiliano, el cual una sonrisa ilumino su hermoso rostro cuando me vio. Lo salude con un gesto de mano y él me devolvió el saludo.
El anciano camino hacia Max y yo lo seguí mientras que él venia hacia nosotros. Se coloco a mi lado y me observaba con una sonrisa, no pude evitar mirarlo y probar mis nuevos ojos con el; era tan lindo como siempre…
-Gracias- susurró él mientras me seguía mirando. Me sonrojé ante la idea de que él allá escuchado lo que pensé, soltó una risita como si hubiera vuelto a escuchar.
El anciano se paro frente nosotros dos y Max me tomo de la mano disimuladamente, le dediqué una sonrisa mientras el anciano comenzaba a hablar.
-Bueno, supongo que ya saben que son podinstas y…
-¿Qué nosotros que?- le interrumpí con los ojos abiertos como platos.
-Son podinstas…
-Pero solo hay uno a la vez- le volví a interrumpir-, no puede ser posible que los dos lo seamos.
-Ahora les explico- nos quedamos callados para escuchar al anciano atentamente-. Los podinstas son seres que se invocan para que cumplan una misión- iba a interrumpir pero levanto la mano en signo de que guarde silencio-. Como las misiones pueden ser resueltas por un solo podinsta, nunca se han invocado dos- Max y yo nos miramos con expresión horrorizada-. Antes de indicarles su misión, voy a enseñarles las principales habilidades y reglas de los podinstas.
El anciano hizo un movimiento de manos y frente a nosotros se levantaron dos rocas, una delante de mi y otra delante de Max. Nuestras manos se separaron y retrocedimos varios pasos.
-Melisa, intenta lanzar una corriente de aire sobre esta roca, concéntrate en tus oídos y escucha el sonido de la brisa sobre tus manos- no le encontraba sentido a lo que decía el anciano, pero de todos modos intenté hacerlo.
Hice lo que me dijo, aguce mis oídos e intente escuchar la brisa, pero había demasiados sonidos a mí alrededor, solamente escuchaba el ruido de las olas y luego un sonido que me pareció un tanto extraño, levante mis manos y las estire hacia la roca. Abrí los ojos para comprobar si había fracasado, pero tuve que contener la carcajada que estaba por brotar de mi garganta cuando vi al anciano mojado. Este me miro con un poco de rabia y movió sus manos en círculos, en el sentido de las agujas del reloj.
-Error, eso no era la brisa Melisa, debes concentrarte mejor- me indicó con la mano que lo intentara de nuevo.
Me concentré, aguce el oído y busque el sonido de la brisa. Por un momento pensé haberme quedado inconciente en medio de un huracán, pero no fue así, había encontrado la brisa. Estiré mis manos hacia la roca y al abrir los ojos vi como se caía al suelo partida en dos.
-¡Bravo, Melisa!-Gritó el anciano con una enorme sonrisa- Ahora inténtalo tu Maximiliano.
Este cerró los ojos y movió las manos hacia delante, y luego de varios segundos las estiro hacia la roca, esta se quebró pero no llego a partirse.
-Mejor de lo que pensaba. Sabia que esto pasaría- dijo mientras que, con otro movimiento de mano, hizo que las rocas se hundieran en el suelo.
-¿Qué pasaría que cosa?- pregunté curiosa.
-Verán, Melisa te transformaste primero, aunque su proceso haya tardado más tiempo, y Maximiliano después. Eso indica que tus poderes tardaron mas en desarrollarse porque son mas poderosos, puede que Max tenga alguna ventaja que tu no, pero tu seguramente tengas una que otra ventaja sobre el. Si los pondría a luchar entre ustedes dos, me pregunto… ¿Quién ganaría?- Ante esa frase me vino a la cabeza una imagen mía matando a Max, me estremecí ante tal imagen. Max me miro con ojos horrorizados como si hubiera visto la misma imagen-. Bueno, sigamos con el tema de los podinstas, estas razas son tan famosas por ser tan poderosos y difíciles de destruir. Podrán tener un tiempo para ejercitar sus “poderes” hasta empezar la misión, esta empieza en dos semanas. Recuerden. Dos semanas. Cuando acaben esas dos semanas tendrán que venir acá a esta misma hora, ¿De acuerdo?- los dos asentimos – Muy bien, antes que pregunten, aquí tienen un libro para cada uno con los principales poderes, luego se les enseñarán mas, o puede que los descubran solos- dos libros, chiquitos, aparecieron en sus manos, me entregó uno a mi y otro a Max-. Nos veremos en dos semanas… o talvez antes.
El anciano se convirtió en polvo y el viento se lo llevó. Me quede quieta sin poder moverme, hasta que mi mente capto todo lo que había sucedido.
Max se dirigió a una roca que sobresalía de las demás y se sentó allí, lo seguí y me apoye contra sus piernas.
-Mmm...- dijo él pensativo-. ¿Por qué se te vino esa imagen a la cabeza?- preguntó mientras abría el libro y miraba las hojas detenidamente.
-¿Qué imagen?- sabía perfectamente de que imagen me hablaba.
-¡Ya sabes que imagen! No me hagas describirla.
-No se, me están hablando de un duelo entre tu y yo ¡¿Que quieres que piense?!
-No se…- murmuró mientras fijaba su mirada en el suelo- es solo que esa imagen fue tan vivida, creí que lo estaba viendo con mis propios ojos- se tiro desde la roca hasta mi lado y fijo su mirada en mí, para que lo viera, cuando lo hice agregó:-Aunque no creo que tú seas capaz de matarme, ¿O si?
-No, no creo. A no ser que tu prefieras matarme primero…
-¿Me prometes algo?
-Eso depende
-Si yo…-vacilo durante un rato tratando de encontrar las palabras correctas, hasta que dijo:- Prométeme que no me mataras, aunque allá echo el peor error de mi vida, hazme entrar en razón…
-Si tú me prometes lo mismo, yo te lo prometo- dije con una sonrisa
-Entonces, trato echo- prometió antes de echarse a reír, me uní a sus risas hasta que interrumpí:
-¿Cómo lo haces?- entendió perfectamente a que me refería. Leer mis pensamientos.
-Tú también puedes hacerlo, solo concéntrate en mi mente, desea poder leerme los pensamientos con intensidad- me concentre, deseando saber que estaba pensando en aquel momento, pero no escuche nada, sin contar su respiración y la mía- Concéntrate- me ordenó.
“¿Me oyes?” Asentí riéndome, luego una idea loca se me vino a la cabeza, intentar buscar imágenes en su cabeza “Inténtalo” me pidió tras escuchar lo que yo estaba planeando.
Me concentre en su mente, en sus recuerdos, en su memoria. Las imágenes surgieron de repente y no pude contener un jadeo. Era como una especie de televisión, en la cual hacia zapping buscando algo interesante. Me detuve en un recuerdo reciente, la fiesta de su casa, la última vez que lo había visto, fue uno de los días mas felices de mi vida (dejando a un lado el momento en el que me desmaye), él me había declarado que yo le atraía.
Él era demasiado para mi, yo no le merecía. Él era perfecto con sus ojos verdes que me hipnotizaban cada vez que los miraba. Él era el príncipe azul que toda princesa esperaba. Pero él no fue en busca de una princesa para despertarla con un beso de amor verdadero, o salvarla del gran dragón que quiere encerrarla en la torre de un gran castillo, él fue en busca de una simple campesina.
Una campesina.
Me mordí el labio cuando abrí los ojos y me lo encontré a él, arrodillado delante mío, con los ojos cerrados y sus manos sobre las mías, me dio la tentación de abrazarlo pero me resistí tanto como pude. Se rió de mi cuando abrió los ojos y escucho mis pensamientos.
-Creo que tú eres la princesa que en vez de esperar a un príncipe azul en la torre de su castillo vino con un simple campesino.
-Me gustaría que dejaras de leer mis pensamientos- murmuré un poco ofendida porque haya visto mis fantasías.
-Como usted guste, mi bella princesa.
-Voy a…- dije mientras trataba de evitar su mirada- leer el libro.
Me senté sobre la arena con las piernas cruzadas hacia delante, y Max se sentó a mi lado con nuestras manos todavía agarradas.
Presté toda mi atención al libro, por eso cuando él agarro mi rostro entre sus suaves manos estaba descuidada. Me miró durante una fracción de segundo y luego se inclinó hacia mí. Mi corazón comenzó a latir desesperadamente y mi respiración se detuvo hasta que sus labios tocaron los míos y volví a respirar, pero agitadamente. Primero sus labios se movieron con cuidado, pero luego comenzó a besarme con fiereza. Respiré su dulce aliento y me deje llevar por sus hermosos besos. Hasta que él se apartó sonriendo satisfecho.
-Y la bella princesa fue despertada…- comenzó Max.
-… con el beso del príncipe azul de sus sueños- terminé, mientras suspiraba.