miércoles, 30 de diciembre de 2009
Hola gente :D
Voy a pedirles un favor, si pueden votarme aqui:
Los oscars de los blogs
Estoy en las categorias Mejor historia de amor del mes y de la semana :)
Muchas gracias a los que pasen a votar =)
Un beso
Yess (L
martes, 29 de diciembre de 2009
Hola :)
Pues, abri un nuevo blog que trata sobre un pueblo en el que se muda Valeria. Pero este pueblo esta rodeado por un bosque inmenso en el que va a descubrir cosas nuevas.
Para entrar haz click aqui
Los otros 2 blogs seguiran abiertos :)
Besos!
Yess ^.^
sábado, 26 de diciembre de 2009
-¡Max, debes correr!- la voz se oía cada vez mas cerca-. Dios, ¿tengo que hacer todo yo?
Apenas termine de escuchar esas palabras algo me golpeo la espalda y comenzó a arrastrarme hacia el bosque. Intente zafarme, pero no era una mano lo que me tironeaba. Puse mis manos sobre mi camisa y reconocí un hocico. ¿Un perro? ¿Un lobo? ¿Un oso? ¿Qué era eso? Conduje mis manos mas arriba y llegué a tocar 2 orejas cortas. Entonces, un perro no era, ni un lobo. Su pelo era corto pero suave. La sombra del animal que se proyectaba en el suelo no era tan grande como un oso, pero tenia una forma extraña.
Luego recordé a donde me estaba llevando.
-¡No!- Chillé-. ¡Allí no!- algo detrás de mi gruñó.
El animal no se detuvo. Quise mirar el sol por última vez, y el paisaje que se tornaba a mí alrededor. Estaba… ¿en la playa? ¿Lo había logrado? ¿Logre saltar? La playa era tan hermosa como siempre, pero faltaba un detalle… Mel.
Observe a lo lejos recordando cada detalle, pero una figura se abrió paso entre rocas. ¿Quién era esa persona? Estaba en las rocas que llevaban a la pequeña playa donde yo y Melisa descubrimos lo que éramos. Y esa persona ¿Cómo sabia entrar allí?
Mis ojos tuvieron un aumento raro, talvez uno de los poderes que acababa de descubrir. La mujer llevaba una capa, como la del bosque. Miraba hacia abajo y tapaba su rostro con una capucha. Algunos rizos castaños se le escapaban por el viento, hasta que este sopló con fuerza y la capucha se vino abajo.
Me quede paralizado. Totalmente paralizado. Ninguno de mis músculos reaccionaba. No daba crédito a mis ojos por lo que estaba viendo. Mi mente no encontraba información. Todo hasta que aquellos hermosos ojos que tanto extrañaba se alzaron hacia mi y mi respiración empezó a funcionar erráticamente.
Quería soltarme y correr hacia ella. Hacia la mujer que amaba. Hacia la mujer que tanto extrañe. Hasta mi Melisa.
-Mel…- Susurré. Sentí como el animal que me tiraba hacia el bosque se tensaba y aceleraba su paso-. ¡Melisa!- Grité-. ¡Melisa, no!
Mel solo me observaba. No se movía. Parecía una muñeca de porcelana allí parada.
-Melisa…- Sollocé.
Esta seguía con su mirada clavada en mí. Con esos ojos miel observándome, observando como iba hacia la oscuridad, la oscuridad del bosque.
Mis ojos sufrieron otro aumento pero esta vez llegué a notar todas sus facciones. Había marcas en sus mejillas que se formaron por causa de lágrimas, y distinguí una lágrima en su barbilla. Ella notó mi descubrimiento y con un movimiento rápido de mano se secó la lágrima.
La oscuridad comenzaba a cubrirme mientras miraba a Melisa por última vez. Esta dio un paso hacia delante involuntariamente al ver mi cara de terror. Su hermosa boca se frunció hasta formar una línea, la cual se abrió de repente pretendiendo decir algo. Pero solo la mantuvo abierta, solo respiraba. Quería estar junto a ella para sentir la calidez de su cuerpo y sentir el dulce aroma de su piel. Quería correr hacia ella y abrazarla, besarla, decirle lo mucho que la amaba, lo mucho que la extrañaba. Ella no tenia idea de lo que estaba sufriendo, no tenia idea.
Comencé a adentrarme en el bosque y Mel dio otro paso involuntario. Nuevas lágrimas comenzaban a caer de sus ojos, haciendo que yo también echara a llorar.
La oscuridad lo estaba cubriendo todo, solo quedaban mis piernas a la luz del sol mientras anochecía. Quería aprovechar este momento, este último momento, lo más que podía.
-¡Melisa!- Volví a gritar, pero mi voz se termino quebrando, recupere la voz al ver el poco tiempo que me quedaba-. ¡Melisa no me dejes, por favor!- sus ojos me observaron con terror, me observaron como si fuera algo que no quería ver-. Mel… ¡No me dejes! Por favor…- Mi suplicas parecían tener efecto, ya que ella volvió a dar ese paso involuntario que me daban esperanzas-. Te amo. Melisa, ¿Me oyes? ¡Te amo! ¡Siempre te e amado!- otro paso-. Por favor, no quiero olvidarte- me sorprendí al ver que esta vez dio tres pasos en vez de uno.
La oscuridad me tapó por completo y empecé a desesperarme. Ninguna idea venia a mi cabeza, excepto despedirme de Mel, de mi Mel.
-¡Te amo!- le eche en cara-. Te amo, y nunca te olvidaré- esta vez no dio ningún paso, solo se arrodilló y puso su cara entre manos y comenzó a llorar. Hasta que desapareció de mi vista.
Deje que ese animal me llevara a donde quisiera, total ya no tenia nada que hacer. La mayoría de las personas que amaba querían asesinarme u otras ni siquiera se molestaban en ayudarme a escapar. Una rama de un tronco se me clavo en la espalda mientras me arrastraba. Chillé. El animal me soltó y sus pisadas se acercaron hacia mí. Me sobresalte al ver aparecer un tigre sobre mi hombro.
Era un bonito tigre blanco, sus rayas eran de un negro intenso, y sus ojos verdes, parecían humanos por la manera que se movían, miraba todo con precisión, y luego de mirar algo pensaba antes de actuar.
Su pata se apoyó sobre mi brazo y me empujo hacia el costado, dándome vuelta. Escuche el sonido de sus dientes al morder la madera clavada en mi espalda. Tiro su cabeza con fuerza hacia atrás y me quito la rama. Volvió a apoyar su pata sobre mi hombro y me coloco de nuevo sobre mi espalda.
Sus patas se acercaron a mi cabeza y agarro el cuello de mi camisa de nuevo, y volvió a arrastrarme.
El completo silencio del bosque me asustaba. Escuchaba cada sonido con todo detalle, buscando alguna población… o algo parecido.
Unas pisadas comenzaron a resonar en mis oídos, el tigre no pareció escucharlas. Las pisadas comenzaron a acelerar el paso. Luego se detuvieron. Comencé a mirar a todos lados tratando de buscar esas pisadas, pero solo veía árboles. Volví la cabeza hacia arriba y las pisadas comenzaron a sonar de nuevo, esta vez distinguí que provenían de mi derecha. Las pisadas se detuvieron y comenzaron a sonar de nuevo. Esta vez si giré la cabeza. Llegué a ver un pie meterse atrás de un árbol a lo lejos. Volví mis ojos hacia las copas de los árboles y las pisadas ahora comenzaron a correr hacia mí.
domingo, 20 de diciembre de 2009
Dentro de la selva era todo igual que afuera: verde. Camine horas sin rumbo alguno, buscando a alguien que no iba a encontrar.
La herida de mi brazo estaba sangrando mucho, ya me sentía mareado. Me senté un segundo en un árbol para descansar. Al apoyarme sentí un movimiento ligero pero supuse que fue por mi peso. Pero se volvió a mover, esta vez bruscamente. Intente escapar pero unas de sus ramas me aferró el pie tirandome hacia el. En el tronco del árbol creció un enorme agujero.
-¡No, no!- Le supliqué. Esa rama que me sostenía, sin piedad, me lanzó hacia el agujero negro, oscuro y tenebroso. Caí en un suelo sólido y oscuro. No pude contenerme y caí en la inconciencia.
Cuando desperté un rayo de luz me estaba iluminando, abrí los ojos repentinamente y me aleje de ese rayo que me cegaba. Me levante de un brinco. La cabeza comenzó a darme vueltas y me tambaleé hasta encontrar una pared.
Busqué el rayo de luz desesperadamente, hasta que lo encontré a lo lejos. Este formaba un pequeño círculo en el suelo.
Me acerqué lentamente, procurando no hacer mucho ruido con mis pisadas. Comencé a notar unas figuras en el suelo, las cuales fueron tomando forma a medida que me acercaba.
Las figuras eran: un poco de fuego, una gota de agua, una especie de árbol, una línea que se extendía hasta curvarse en una espiral (aire), un trueno y una mancha negra que de ella me observaban dos ojos.
Tuve el impulso de tocar esas figuras, intente contenerme, pero fue en vano. Pase la mano sobre las figuras detectando cada detalle de ellas. Pase la mano de nuevo esta vez con mas fuerza. Apenas toque la pequeña llama esta se ilumino de un modo extraño, no una luz fuerte, una leve que casi no se notaba, pero si notable para mis ojos. Oprimí el fueguito y este se iluminó más. Pasé la mano por todas las figuras para ver si otra se iluminaba. Di un pequeño salto cuando esos ojos que, seguramente, representaban la oscuridad se iluminaron. Volví a pasar la mano y esta vez fue el pequeño rayo el que se ilumino. ¿Por qué los demás no se encendían?
Intenté encender las que sobraban con todo lo que se me ocurrió, hasta llegué a pegarles a las figuras (otra vez me sentí demasiado idiota por eso deje de hacerlo).
Me acosté en el suelo para refrescar un poco mi cerebro. El agujero en el techo del que entraba luz ahora se encontraba rodeado por dos ojos, un trueno, y un fueguito. Me quede observando esas figuras un largo tiempo sin comprender el sentido de estas. “Salta” me había dicho la voz “Salta”, la pregunta no era ¿Cómo? Si no ¿Dónde? Lo único que se me ocurría era hacer lo mismo que en la cueva donde estaban aquellas mujeres que querían acecinarme.
Me pare en el círculo de luz y mire ese pequeño agujero. Del otro lado no se veía más que oscuridad. No entendía de donde venia esa luz. Pero lo descubriría.
Mis músculos se tensaron listos para saltar. Sentía como si tuviera una soga que tiraba de mí. Si yo soltaba esa soga escaparía en menos de 10 segundos de la oscuridad de esta cueva.
Mire a mí alrededor por última vez, procurando no volver aquí. Unos ojos aparecieron de la oscuridad, y me observaron.
Por la sorpresa, y por accidente, solté la soga. Mis piernas se estiraron tan rápidamente que no llegué a ver nada. Esa mirada se convirtió en una mancha borrosa. Que desapareció en la oscuridad de ese pozo.
Esperé el golpe del techo al romperse, pero nada sucedió. Para mi sorpresa me di cuenta que ya estaba afuera, junto el árbol que me había tragado hace mas o menos 1 hora.
“Salta” izo eco lo que había dicho. “Salta” “Salta” Seguía haciendo eco. ¿Salta? Me hacia acordar a algo mas que saltar.
Saltadores. ¡Esa era la respuesta! Saltadores. Había leído sobre ellos cuando era pequeño. Son seres con un poder sorprendente, el cual les concede telenstraportarse a cualquier lado. Pero no se telenstraportaban sino que… saltaban. Pero tenían que tener una idea de donde se encontraba el lugar a donde querían ir.
¿Esa voz pretendía que yo “saltara”? Ahora si la pregunta era… ¿Cómo? ¿Cómo saltar? ¿Un podinsta era capaz de saltar? ¡¿Cómo?!
Un tormento de furia me invadió y eche a correr. Esquive los árboles, más bien los atropelle, hasta llegar a la orilla de la isla. Corrí hasta el borde y salte sobre el agua con todas mis fuerzas. Si no lo conseguía lo único que me quedaba era nadar… Nadar sin encontrar nada.
Un mareo intenso empezó a apoderarse de mi, fue una sensación que ya sentí anteriormente, cuando la mujer del bosque se lanzo sobre mi y me trajo hasta acá. ¿Seria que yo si estaba saltando? ¿Lo estaba logrando? El impulso de vomitar me lleno de pies a cabeza, pero pude contenerme, ya que no tenia nada en el estomago.
Abrí los ojos desorientado y mis pies se colocaron en un suelo sólido, más bien arenoso. ¿Seguía en la isla? ¿Lo había logrado? ¿Dónde estaba?
-¡Max!- Me gritó una voz a lo lejos-. ¡Max, corre!
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Perdon si el cap es medio corto XD
Yess
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Ps, arme un nuevo blog que trata sobre la continuacion de The host, el nuevo libro de Stephenie meyer.
El libro original es contado por Wanda (Wanderer) pero yo lo contare desde el punto de vista de Sarah, luego en la pagina pondre un resumen del libro de Stephenie para que entiendan la historia l@s que no leyeron el libro
http://thehostsarah.blogspot.com/
No cerrare este blog. (por si preguntan)
Espero que les guste el otro blog
Beso
Yess :)
martes, 15 de diciembre de 2009
-¡No!-Gritó Merlina-. No pueden… no deben matarlo.
-¿Por qué no?-Preguntó Luciana con tono cansado. Todas se dieron vuelta para ver a Merlina, por eso todas tenían la espalda hacia mí.
“Corre, Max, ¡corre!” Le oí pensar a Merlina. “Por favor, Max, no quiero que te maten”
-Porque…-Dudó Merlina.
No quería que la descubrieran, por eso salte con todas mis fuerzas y rompí el techo, donde estaba la pequeña abertura por la cual entraba luz. Lo primero que hice al estar afuera fue observar el paisaje para pensar diferentes escapes; una montaña no muy alta rodeada de árboles. Posiblemente Camila me iba a atrapar, pero no había otra escapatoria. Eche a correr colina abajo.
-Maldición-Murmuré, había dos hombres debajo de la montaña vigilando, estos se voltearon cuando maldije.
Salté de la montaña lo mas lejos que pude, adentrándome en el bosque. Cuando iba cayendo entre los árboles una rama me lastimo el brazo, no le di mucha importancia, ahora solamente quería escapar. Mis pies se posaron en el suelo en silencio. Contuve la respiración para que no pudieran escucharme. Volteé para comprobar si me estaban siguiendo, un humo negro espeso empezó a dirigirse hacia mí entre los árboles, supuse que ese era Walter.
Eché a correr lo más rápido que pude, todavía conteniendo la respiración. Intenté recordar como hacerme invisible, pero mi mente solamente estaba concentrada en la gente que me seguía. Mire a los lados para ver si me alcanzaban y di un salto al ver una mujer corriendo no muy lejos de mi. Me seguía el paso perfectamente, corría a la misma velocidad que yo, talvez más rápido. Vestía una capa negra y lo único que veía de su cara era su barbilla. Su capa se volvió hacia atrás por la presión del viento. Llevaba un short negro, una musculosa un tanto corta, negra claro, y sus pies estaban descalzos. Pude observar que en su cintura llevaba una especie de cinturón, del que tenia una daga enganchada. Me estremecí al ver el filo de esa daga.
Cambie el rumbo de mi viaje y doble al sentido contrario del que estaba esa misteriosa mujer. Ella me alcanzo fácilmente. Vi una parte de sus labios estirarse hasta formar una sonrisa al ver mi cara de sorpresa. Se fue acercando más a mí, más y más, hasta que quedo a pocos centímetros.
-Hola, Max- Susurró. Su voz me dejó paralizado. Deje de correr, deje de pensar y mi corazón dejo de palpitar. Su voz… era igual a la de Mel.
-¿M…?- mi voz no funcionó.
-¡Allá esta!-Escuche gritar a alguien detrás de mi.
La mujer salto sobre mi tirandome al suelo. Abrí los ojos para buscar su rostro, pero ella no estaba. Escuche una gran cantidad de pasos dirigiéndose a donde yo estaba. Intenté pararme y seguir corriendo pero tenía algo enzima que no me permitía moverme.
-Quieto-Susurró esa hermosa voz. La busque pero no estaba, seguramente mi cabeza ya estaba funcionando mal de tanto aguantar la respiración. Inhalé un gran trago de aire y luego lo exhalé.-Silencio-Volvió a susurrar. Entonces la respiración no era, pero se ve que esa voz quería que me maten, ya que me retenía allí, tirado en el suelo.
Unos pies se colocaron junto mi cabeza y otros junto a mi cuerpo, por suerte nadie me piso. Me cubrí el rostro para protegerme y comprendí la razón de que ellos no me veían, la mujer me hizo invisible.
-¿Dónde se ha ido?-Preguntó Luciana con un tono lleno de rabia-. Sepárense y búsquenlo, no debe de estar muy lejos. Lo encuentran y lo matan, sin vueltas.-Todos asintieron y comenzaron a correr por el bosque, menos Camila y Luciana.
-Esta aquí, lo siento sobre la tierra- Murmuró Camila.
-¿Aquí donde?- Luciana empezó a mirar a todos lados buscando algo que no iba a ver. Supliqué que no mirara abajo.
-Esta en el suelo.
Las dos mujeres comenzaron a caminar en círculos mirando el suelo.
-Hagamos esto mas rápido.-Dijo Camila.
Un montón de ramas empezaron a brotar del suelo, golpeando para todos lados. Camila extendió sus manos arriba y las ramas crecieron.
-Demonios-Le oí susurrar a esa voz que tanto me gustaba-. Cierra los ojos- Me ordenó. Una de las largas ramas estaba a punto de golpearme en el rostro, pero cerré los ojos haciendo lo que la voz me decía.
Una sensación parecida al mareo se invadió de mí, amenazando con hacerme vomitar. Luego, repentinamente, el mareo se detuvo y comencé a sentir demasiado calor.
Las manos suaves de la mujer que me salvó la vida se alejaron de mí.
-¡Espera!- Grité. Abrí los ojos para buscarla, pero la luz me cegó. La mujer no me respondió. Fui abriendo los ojos de a poco, para que se acostumbraran. Cuando al fin pude abrirlos busque a la mujer, pero ya se había ido.
Observe el lugar para comprender mi situación. ¿Una isla? ¿Por que me trajo a una isla? ¿Quería matarme de hambre? ¿Qué iba a hacer yo en una isla?
-Salta- Susurró la voz que estaba buscando. La busque pero de nuevo fue en vano.
Miré a lo lejos y no había signos de una ciudad u otra isla cerca. Lo único que me quedaba era observar la isla; la arena era tan blanca que parecía nieve, el agua de un celeste claro, en la que se podía ver todo lo que había dentro de ella, y, por ultimo, la selva que estaba en el centro de la isla, la cual era de un verde intenso.
Me senté en la arena pretendiendo pasar hay un buen rato. Algo blanco llamo la atención de mis ojos, dirigí la mirada a ese sitio. Había un papel debajo de una roca, revoloteando para todos lados tratando de escapar de esta. Me acerqué y agarre el papel, para que no se volara, y luego saque la roca.
El papel solo tenia escrita una palabra: “Salta” ¿Qué saltará? ¿Cómo?
La única solución que encontraba era explorar la isla. Observé la luz del sol por última vez y me adentré en la selva
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Perdon si el capitulo esta un tanto corto. El proximo sera mas largo :)
Gracias por visitar la pagina.
Un beso :P
Yess (L
lunes, 14 de diciembre de 2009
No quería abrir los ojos ya que sabia que me encontraría cuando lo hiciera; tres mujeres raras tratando de sacarme información. No se escuchaba nada a mi alrededor, solamente un olisqueo junto mi oreja. Intente mover la mano para ahuyentar el molesto sonido, pero las tenia atadas a algo. Intenté soltarme pero la soga era demasiado fuerte, y si quería romperla tenía que hacer mucho ruido.
Espere horas para ver si ese olisqueo de mi oreja desapareciera, pero no desapareció.
-¿Lass?- Preguntó una voz femenil- Lass ¿Dónde estas?- Escuche la aproximación de sus pasos, cuando estos estuvieron suficientemente cerca algo me mordió la oreja haciéndome gritar.-Oh, aquí estas.- Sus manos rozaron mi hombro y el olisqueo de mi oreja desapareció.
Abrí los ojos por pura curiosidad de ver el bicho. Lo busque con la mirada, y la mujer lo puso frente a mi para que lo viera. Di un pequeño salto al ver una bola de pelos negra con ojos saltones observándome. Entraba en la palma de la mano de la mujer, era realmente adorable. Llegué a notar que tenia unos pequeños pies y también unas pequeñas manitos, pero no se si tenia brazos.
-Ella es Lass- Me informó la mujer- Y yo soy Sol-Me ofreció su mano para estrecharla con la mía, yo entrecerré los ojos. Ella se rió al ver mis manos atadas-Lo siento, no puedo liberarte. Luciana y las demás se fueron a buscar a Natalia, y me dejaron a cargo- Se echó a reír.
-¿Qué son ustedes?-Le pregunté en un susurro.
-¡Que bah!, no te tendría que decir nada de esto pero bueno- Murmuro muy bajo-No sabemos bien que somos, pero si somos únicas y únicos.
-¿Hay hombres?- Le interrumpí.
-Si, si, hay hombres. Pero lo mas sorprendente es que todos tenemos algo especial-Su voz se transformó en un susurro.
-¿Especial?-Repetí, ella asintió.
-Todos tenemos un elemento o algo que controlemos mejor que nadie. Es sorprendente.
-¿Y tú que controlas?-Se rió como si la respuesta fuera obvia. Señaló al bichito que tenía en la mano y luego me contesto;
-Animales.
-¿Seria que eres un druida?-Intenté adivinar.
-No, no, los druidas solamente se transforman en animales. Yo les entiendo, me transformo en ellos y los llamo cuando quiero y ellos me hacen caso, soy como su líder-Contestó con aire orgulloso.
-¿Y las demás?-Empezaba a sentir curiosidad.
-Luciana controla el agua. Merlina fuego. Natalia Aire. Camila tierra. Pablo electricidad.
-¿Electricidad?-Repetí.
-Si, electricidad. Rayos, tormentas, ese tipo de cosas- Yo asentí- Pues, y Walter controla la oscuridad o algo así. Sorprendente ¿No?- Volví a asentir.-Oh, y también había un anciano…-Abrí los ojos como platos y me estremecí- El nos enseño todo- se rió de un chiste privado o algo parecido.
-¿Anciano?-Mi voz se quebró.
-Si, un viejo, ya sabes. Es uno que esta todo de blanco, Camila casi le tira un árbol encima cuando nos llevo con ella.-Volvió a reír.
-Ese… maldito anciano- Mascullé.
-¿Lo conoces?
-Pues si, el también me entrenó-Un montón de expresiones cruzaron por su rostro: Sorpresa, sospecha, miedo, duda, sospecha de nuevo.
-¿Te entrenó?-Susurró, yo asentí.
-Me entrenó junto a… Mel…- Me dolió pronunciar su nombre.
-¿Qué eres?-Su voz demostraba miedo, Lass se acurruco bajo su cuello ocultándose de mi.
-Soy… un podinsta.-Ella empezó a negar con la cabeza-Mel también era una.
-Imposible…-Susurró.
Esperé a que dejara de negar con la cabeza.
-Imposible…-Repitió.
-¿Por?
-Melisa no podía ser una podinsta- Me acusó-Ella esta muerta. ¡Los podinstas no mueren antes de empezar su misión!
-Ella… saltó de un acantilado.-Se quedó mirándome boquiabierta.
-¿Por qué no la detuviste?
-Era más rápida que yo corriendo.
-No creo que allá muerto-Susurró.
-¿Por qué lo dices?
-Porque en el entierro su cuerpo no…
-¡Sh!-Le interrumpió alguien-Te dejamos a cargo y ya le cuentas toda tu vida.
Sol bajó la cabeza con vergüenza.
-Dice que es un podinsta.- Susurró Sol.- Y que Melisa también lo era.
-¿Vas a creerte eso? Míralo, un podinsta es fuerte y poderoso, el ni siquiera puede soltarse de esa soga.-Comencé a temblar ante esas palabras. ¿Pensaba que era débil? Ahora va a ver de lo que soy capaz de hacer. Estire mis brazos a los lados, tratando de liberarme de la soga. Esta se fue rompiendo, hasta que quedo tirada en el suelo. La mujer que acabo de llegar y Sol se quedaron boquiabiertas.
-Te lo dije- Susurró Sol.
Por un momento me di cuenta que había mucha luz. Mire el techo y había una pequeña abertura de la que entraba luz solar. Luego volví toda mi atención a la joven cuyo nombre no sabía. Merlina, Luciana y Camila aparecieron detrás de una roca. Merlina me miraba con tristeza en sus ojos ¿Qué sucedía? Luciana me observaba con tranquilidad y Camila con rabia.
-Deja de mentir-Masculló Camila.-Maldito mentiroso.
Algunas lágrimas empezaron a caer de los ojos de Merlina. Me observaba muy fijo, como si no fuera a verme nunca más y estaba tratando de memorizarme en su mente.
-Lo siento, Max- Susurró Merlina, agachó la cabeza y comenzó a llorar más fuerte.
-¿Qué…?- No encontraba mi voz, quería saber que sucedía, que iban a hacer, pero seguía sin articular palabra alguna.
-Max, no eres un podinsta.-Dijo Luciana.- Si lo fueras podrías controlar todo, absolutamente todo, y por lo que veo tu no haces nada.- Comencé a negar con la cabeza tratando de procesar esas palabras- Es imposible que tu seas uno.
-¡Yo lo soy!- Le grité.
-¡No lo eres, Maximiliano! ¡No lo eres!- Me devolvió el grito.
-¿Y cual problema hay si no lo soy?
-El problema…-Comenzó la mujer cuyo nombre no sabia- El problema es que sabes nuestro secreto…
-¿Secreto? ¿Qué secreto?-Inquirí.
-El secreto de lo que somos.
-¿Y?-No encontraba sentido a sus palabras.
-No puedes vivir mientras sepas nuestro secreto- Me quede paralizado. ¿Querían matarme? ¿Era eso? Entonces después de todo ellas si eran las “malas” de mi misión y querían que no la cumpla. No voy a dejar que me hagan fracasar en mi misión, no. Mel querría que yo termine la misión. Debía terminarla… por Mel. El llanto desesperado de Merlina me interrumpió, la mire y estaba arrodillada con las manos en la cara.
-Lo siento mucho, Max- Volvió a susurrar.
Todas las miradas se dirigieron a Luciana.
-Mátenlo.
sábado, 12 de diciembre de 2009
Me quede hipnotizado mirando sus ojos, por alguna razón su rostro se transformó en el de Mel. Genial. Ya estaba loco.
Sacudí la cabeza tratando de liberarme de esa imagen, pero el rostro de la mujer que tanto amé estaba grabado en mis parpados, y aparecía en mis ojos cada vez que los cerraba.
-¿Vamos a la playa?- Me preguntó Merlina al ver la tristeza en mi rostro.
-Eh… si- Quería decir que no, que no por que ese fue el ultimo lugar en el que tuve un buen momento con Mel, pero su rostro… tuve que decir que si.
Caminamos por la pequeña calle sin ser interrumpidos por ningún auto, ningún peatón ni ningún perro perdido o algo parecido. ¿Desde cuando estaba tan desierta la calle? ¿Dónde estarán todos? Observe en la mente de Joa; apenas entre en su mente una intensa tristeza empezó a brotar de mi sin ningún sentido, y muchas lagrimas escapaban de mis ojos. No pude soportarlo y me salí. Escuchaba a Mer murmurar algo, estaba hablando por teléfono, aguce el oído;
-¿Por qué no vino? – Pregunto una voz triste, masculina.
-Entiende que…-Mer izo una pausa, suspiro y luego sus palabras salieron atropelladamente bien bajito- Entiende que el no disfrutara para nada ver mientras entierran a Melisa, Joa.-Me quede paralizado.- ¡Oh no! ¿Qué e echo?- Se preguntó a si misma
¿Estaban enterrando a Mel? ¿A mi Mel? ¿Cuándo? ¿Ahora? ¿Por qué no me avisaron? ¿Dónde? Empecé a temblar de pies a cabeza por la rabia. No pensé nada y me metí de nuevo en la mente de Joaquín para ver donde maldita sea estaban enterrando a ¡MI! Mel. ¡Ella era mía!
El paisaje era totalmente verde… Muchos árboles estaban perfectamente alineados formando una especie de camino. El cielo de un celeste claro, pero las nubes a lo lejos se empezaban a tornar de un gris oscuro. Y noté algo; Una pala y tierra acumulada, con un agujero junto a esta. Mucha gente empezó a aparecer en el hermoso paisaje. Todas las personas vestidas de negro. Me di cuenta que algunas mujeres lloraban, ya que sus delineados se habían corrido por el agua, y los hombres les acariciaban la espalda, o murmuraban frases para que se sientan mejor. Los ojos de Joa se dirigieron a la distancia, con su mirada ausente. Llegue a leer un cartel con el nombre del cementerio…
Eche a correr liberándome de la mano de Mer, que recién ahora me daba cuenta que estaba agarrada a la mía.
-Maldito cobarde- Le oí murmurar a Joaquín por el teléfono.
-¡Max!-Gritó Merlina-no…-Susurró después de unos segundos.
Ella empezó a seguirme. ¿Por qué ella también corría casi con la misma velocidad que yo? Intenté correr todavía más rápido, pero estaba en mi límite, y ella… ¿me seguía por centímetros? ¿Cómo era posible? Se supone que los humanos no corrían tan rápidos… A no ser que ella sea algo mas que un humano… No, es imposible
-¡Espera, Max!- Me pidió. La ignoré.
Continué corriendo ahora entre los árboles, ya casi llegaba. Estaba por apoyar mi pie en el terreno del cementerio;
-¡Dije que esperaras!- Me acusó Merlina furiosa.
Una llama empezó a crecer bajo mis pies, quemándomelo. Retrocedí varios pasos y me prepare para atravesar esa pequeña llama saltando. El fuego adivinó mi plan y creció, transformándose en una especie de muro. Intente rodear el muro de fuego con paso rápido, pero este me gano la carrera extendiéndose por donde yo pretendía pasar, lo intente de nuevo por el otro lado, pero lo mismo sucedió.
-Dije que esperaras- Repitió Merlina furiosa.
Me di la vuelta para ver su rostro. Di un pequeño salto al encontrármela con una mano extendida hacia mí, luego comprendí que estaba dirigida hacia el fuego.
-Imposible- Susurré ¿Qué era ella?
Merlina tenía una ceja hacia arriba, con sus ojos llameando de furia. Tenía un pie hacia delante y otro hacia atrás y la mano que tenia junto a su cadera estaba cerrada en un puño.
-¿Qué demonios?- Murmuro alguien, no reconocí la voz.
Una mujer con cabello castaño oscuro y ojos cafés se asomó por detrás de un árbol. Llevaba una remera blanca toda rota, un short y estaba descalza. Parte de sus brazos y sus manos estaban manchados de tierra. Su cabello estaba recogido en una coleta, pero algunos mechones se le escaparon y quedaron sueltos.
-¡Merlina!- Grito la mujer, Merlina no le dirigió la mirada- ¡Estas quemando mis árboles!- Le acusó
-Lo siento, Camila- Se disculpo Merlina todavía con tono duro- Es que no quiero que él entre allí- Dijo abriendo la mano que estaba cerrada en un puño y apuntando al cementerio.
-Ya apaga el fuego, por favor.- Le pidió. El fuego fue disminuyendo- Gracias.
Espere hasta que el fuego se haya apagado del todo.
-De nada- Merlina relajó su postura y camino hacia Camila. Cuando esta estuvo de espaldas a mi, eche a correr de nuevo, pero tropecé con algo que antes no había estado allí. Mire mis pies y unas ramas los estaban sujetando contra el suelo. Camila camino para colocarse junto a mí, se arrodillo y me dijo:
-Buen intento…- Por alguna razón tuve una clase de Déjà vu, ella soltó una risa.
Miré hacia delante y vi el rostro de Joaquín a lo lejos, observándome.
“Ayúdame” Le pedí mediante pensamientos “Por favor” Este me dio la espalda.
Observe a una joven venir hacia aquí, cuando se acerco me di cuenta que era Luciana. Se coloco junto a Mer
-Mer contrólate un poco, vi el fuego desde allá- Luciana parecía encontrar normal el echo de que casi me rostiza-Ahora, ¿Qué paso?- Observó mis pies aferrados por plantas y frunció el ceño.
-Fue todo por culpa de Joa- Merlina dijo la ultima palabra a regañadientes.
-¿Qué paso?- Repitió Luciana.
-Estaba hablando con Joaquín por teléfono y el idiota me pregunto por que Max no había ido y entonces yo dije…-Cerró los dientes de golpe, gracias a eso yo me di cuenta que no había sido culpa de Joaquín, sino culpa suya. Cerró sus manos en puños y se cruzó de brazos. Se mordió el lado inferior del labio y miro para el suelo.
-¿Y dijiste…?- Insistió Luciana. Ella y Camila miraban a Merlina, pero fui yo el que respondió;
-Y ella dijo que no iba a disfrutar mientras miraba que enterraban a Melisa-Se sorprendieron al escucharme tan serio. Merlina me dirigió una mirada llena de rabia, y yo le sonreí (otro Déjà vu)
-Llevémoslo a otro sitio- Ordenó Luciana. Ella parecía ser una especie de Jefe en ese pequeño “grupo”. Me vendaron los ojos con un lazo de tela. Me eleve del suelo y comenzó el movimiento en el aire. Seguramente alguien me sujetaba los pies y otro alguien las manos, pero no sentía nada. ¿Por qué no intentaba liberarme? No sentía nada sujeto a mis manos ni a mis pies. Decidí prestar atención a su conversación:
-¿Dónde esta Natalia?-Preguntó Luciana, por el tono imperativo de su voz la reconocí.
-Fue en busca de un tornado, le divierte hacerlos mas grandes- Respondió Camila con tono divertido.-No tenia nada importante que hacer.
-Eso parece.-Luciana abandonó su tono imperativo y ahora usaba uno mas relajado.
-¿Y a que sitio lo llevaremos?-Pregunto Merlina-¿Qué tal mi casa?-Soltó una risa, no entendí el motivo, Luciana y Camila le hicieron coro.
-Ya se, llevémoslo a la cueva-Sugirió Luciana.
Pasaron algunos minutos, talvez 30 o mas, hasta que volvieron a hablar.
-Quítale el lazo- Ordeno de nuevo Luciana.
Sentí una mano atrás de mi cabeza y recupere la visión. Estaba todo oscuro, pero las caras de las 3 mujeres resaltaban por una llama que flotaba en la mano de Merlina.
-¿Qué eres?-Pregunto Camila.
-¿Eh?- Sabia la respuesta, pero talvez ellas eran las “malas” de mi misión, aunque no haya comenzado todavía, y me hayan matado antes de comenzarla
-¿Qué raza eres?- Me preguntó de nuevo.
-¿Por qué preguntas?
-Max, ¡corrías mas rápido que yo!, y eso que soy la más rápida del grupo.- Dijo Merlina. La última frase la dijo con aire más orgulloso.
-No se de que hablas- Hasta que no supiera quienes eran ella, ellas no sabrían quien era yo.
-¿No sabes? Haber si recuerdas mientras duermes.- Murmuro Luciana. Esta movió la cabeza en dirección a Camila y asintió, como ordenando algo. Observe a Camila pero un puño dirigiéndose a mi cara me tapo los ojos y no pude ver nada. Quede en la inconciencia... teniendo otro Déjà vu.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Relatado por Maximiliano:
La mujer que amaba ya no estaba en ese cuerpo, en ese cadáver que se encontraba tirado en el piso. ¿Qué fue lo último que ella vio? ¿Su novio besando a una mujer que ella odiaba? ¿Mi rostro horrorizado y con una mano marcada? Toque el sitio donde tenia la marca de su mano y sentí un dolor, pero no por el golpe, sino por la razón de ese golpe. Ella había juntado toda su rabia para levantarse de esa camilla y pegarme a mí, por mi error, y a Fiona, para sacarse las ganas que tenia de pegarle.
Me quede paralizado por algunos minutos, mirando cuando los médicos revisaban ese cuerpo, cuyo corazón no latía, y cuyos pulmones no buscaban aire. Ella ya no tenia vida, no tenia pensamientos, no tenía sentimientos. Lo intente una y otra vez buscar signos de vida con mis dones, pero su cuerpo no emitía sonido alguno.
Sentía una mano sobre mi brazo, tirandome hacia la salida, pero yo no me movía, era como una roca firme, muy firme.
Ya nada en este maldito mundo tenia sentido para mí. Absolutamente nada.
Mi mente no comprendía lo que acababa de suceder. Yo no comprendía como había podido dejar que ella muera.
De repente volví a escuchar todo de nuevo. Mi estado de shock había pasado. Me di cuenta que tenia lagrimas por las mejillas, y otras saliendo de los ojos.
Gire la cabeza para ver quien estaba tirando de mi, y me sorprendí al ver 3 médicos empujándome para que salga. Caminé hacia la puerta sin mirar atrás, sin mirar el rostro muerto de Melisa. Llegue al pasillo y me senté en una de las sillas de los costados.
¿Ella había llegado a escucharme? ¿Escucho que la amaba? Y si escucho, ¿me creería? ¿Ella también me seguía amando? ¿O ya no me amaba más? ¿Qué pasaba si yo terminaba la misión? ¿Podía yo terminar la misión sin ella? ¿La revivirían? Es una posibilidad pero no hay que tener esperanzas. Estas preguntas me consumirán el resto de mi vida, sin ninguna respuesta.
Los médicos salieron de la habitación, mirando para todos lados. Algo se les perdió. Escuche por los parlantes de las paredes lo que una mujer decía “Paciente perdido, cierren puertas y ventanas. Repito, un paciente desapareció” No me quede a verificar que paciente era, no me sentía con ánimos.
Camine hacia la puerta del hospital mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos. Algunas personas que caminaban junto a mi me miraban con rostro preocupado, pero ninguna se ofreció a ayudarme, por suerte.
¿Cuánto faltaba para que empiece la misión? Quería terminarla y morirme de una vez. 1 semana más, creo. Cuanto antes mejor.
Una oleada de pánico me ataco cuando me acorde de Joaquín, el primo de Melisa, su aroma estaba aquí, ¿Qué hacia el aquí? ¡Cierto! Su familia no sabía nada sobre su muerte. ¿Cómo les iba a decir? ¿Se lo tendría que decir yo? Talvez llamen a su casa y les avisen los médicos. Si yo se los decía me iba a sentir demasiado culpable, pero al no decirles nada también la culpa se apoderaría de mi.
Aguce la vista y llegué a notar un brillo en sus mejillas… lagrimas. ¿Ya les habían dicho? Espero que si, no quería sentirme mas culpable de lo que me sentía ahora.
“Fallaste” Me dijo una voz
-¿Eh?- Alguna gente me miraba como si fuera un loco que hablaba solo, talvez si estaba loco.
“Rompiste tu promesa” ¿Promesa? ¡Oh, no! No, no y no. No fue mi culpa, yo no la mate.
“¿Recuerdas de que promesa hablo?” Asentí, me sentí medio idiota hablando con un producto de mi culpa “Creo que deberías suicidarte, yo haría eso, no aguantaría con la culpa de que mate a la mujer que mas amo en el mundo, ¿tu si?” Negué con la cabeza. “Entonces entra en ese callejón”
Mire hacia delante y vi el callejón, me acerque a este sin pensarlo demasiado, total esa voz era parte de mi, si ese parte de mi decía que me debía suicidar yo debía hacerlo. Me senté contra la pared del callejón y alguien arrojó algo hacia mí.
“Levanta el arma” Me ordenó la voz. Busque el arma con la vista y la agarre. “Colócala en tu cabeza” Hice lo que la voz me decía. “Ahora, dispara” Un dolor intenso empezó a crecer en mi, las lagrimas salían mas rápido, y no pude aguantar un grito por la culpa que sentía. Golpee una mano contra la pared de ladrillo que había detrás de mi y esta se quebró, pero no se derrumbó. “No te preocupes. Será rápido. Disparas y te olvidaras absolutamente de todo; no mas culpa, no mas amor perdido, no mas sufrimiento”
-¿Y si no quiero olvidar?- Le pregunte con tono duro, de nuevo me sentí un idiota, ¿pero que tenia de malo ser idiota cuando estas a punto de morir?
“En ese caso no te preocupes, todo quedara en tu mente, si eso quieres. Dormirás siempre con los mismos sueños”
Me prepare para sentir la bala entrar por mis sesos. Pero escuche una voz que decía; “¡No! ¡MAXIMILIANO!” Talvez ya había muerto y estaba yendo con Melisa.
No, no había muerto, esa voz no era de Mel y todavía sentía el arma sobre mi mano y el dedo a punto de disparar. ¿Disparo? ¿No disparo? “¡Dispara!” Me ordenó la voz malévola de mi cabeza.
-¡MAX! ¡No lo hagas! ¿Max? ¡¿Dónde estas?! ¡No te veo!- La voz femenil que hablaba me parecía familiar, pero no lo suficiente como para bajar el arma.
“Dispara de una maldita vez”
Una silueta apareció en la parte iluminada del callejón.
-¿Maximiliano?- Me llamó. Algo brillante salio de su bolsillo, me cegó al apuntarme con el. La mujer soltó un grito ahogado al verme con el arma- M… Max-x- Tartamudeó- Suelta el… arma- Se fue acercando mas y mas, pero en vez de hacer lo que esa voz gentil me decía sujete el arma con mas fuerza- Max, por favor…- Ahora parecía suplicarme que no me mate.
-¿Quién eres?- Le pregunté, se quedó paralizada a pocos metros de mi. No me había dado cuenta, pero la estaba apuntando con el arma.
-Max, soy Merlina- ¿Merlina?, aguarde a ver si me daba mas información- Soy la amiga de Luciana… ¿Sabes quien es Luciana, no?- Asentí – Todos te están buscando, Max, incluso la familia de Mel…- Puse una mueca de dolor al escuchar su nombre- Lo siento – Se disculpó. Por favor Max, suelta el arma, tu no quieres matarme ¿O si?
Me quede mirándola. Era verdad, yo no quería matarla, algo en ella me hacia acordar a Melisa, talvez sus ojos, su boca o su nariz. Pero el caso era que yo no quería matarla… En tal caso ¿Por qué la apuntaba con el arma? Baje el arma y apunte al suelo.
-Suelta el arma, Max.- Me pidió
Mire mi mano con el arma todavía en ella. ¿Por qué no soltaba el arma? Porque no la tenía que matar a ella, tenía que matarme a mí. ¿Y porque no me apuntaba a mi mismo? “¿Le tienes miedo a la muerte? ¿Es eso?” Se burló la voz en mi cabeza “No. No le tengo miedo a la muerte. Tengo miedo de no ver ese rostro nunca mas” Le respondí mirando a Merlina. La voz no supo que responderme.
Solté el arma y me levanté mientras me secaba las lágrimas de mi mejilla.
Me acerqué a Merlina, y su rostro me hizo llorar de nuevo. Ella me abrazó y yo le devolví el abrazo.
-Tranquilo, Max- Me pidió- Donde quiera que este Mel va a estar bien.
-Lo se, lo se. Pero eso no es lo que me preocupa en este momento…
jueves, 3 de diciembre de 2009
Todo estaba tan oscuro y callado en mi mente que hasta me daba miedo. El vacío de mi mente cambiaba del negro al blanco, sin encontrar información, sin encontrar recuerdos, ni sentimientos.
Esperé horas hasta que cabeza se apagara del todo. Estaba esperando la muerte completa. Nada se cruzaba por mi cabeza excepto mis pensamientos. ¿Por qué seguía pensando? Se suponía que estaba muerta. Si esto era la muerte no me gustaba para nada. Mi nombre, mi edad, mi raza, todo recuerdo, ya no estaban en mi cabeza. Se esfumaron como polvo con el aire, con el tiempo.
Era mejor volver a despertar e intentar mi suicidio de nuevo, en vez de estar acá esperando.
Mi sentido del tacto despertó, sentí las sabanas que estaban debajo de mi, sentí una mano agarrada a la mía, pero no reconocí de quien pertenecía, sentí frío y calor al mismo tiempo. El pánico me inundó al darme cuenta que estaba recuperándome de la muerte, aunque no se como había sido mi intento de suicidio.
Mi mente seguía cambiando del negro al blanco, blanco al negro, ahora con mas lentitud, era como si estuviera eligiendo entre el negro, quedarme viva, o el blanco, ir al cielo. Faltaría el rojo, para ver si iba al infierno.
Espere más tiempo, sin prestar atención a los colores neutros que jugaban en mi mente. Al cabo de unos segundos note que la mano que sujetaba la mía se estaba moviendo, como si el cuerpo se estuviera parando. Sentí otra mano en mi cara, en mi mejilla. Comprendí que la felicidad de esas manos se debía a que yo estaba apretando mi mano contra la que estaba agarrada a la mía.
Un pitido empezó a sonar en mis oídos. El pitido desapareció al cabo de unas horas, y un ruido raro empezó a sonar de nuevo, coordinando con los latidos de mi corazón.
-Por favor, tranquilízate- Le pidió una voz femenil a alguien de la habitación.
-¡Es que no puedo!-Gritó una voz masculina-¡Yo pude haberla salvado! ¡Y no lo hice!
-Yo también podía salvarla- La voz femenil me parecía bastante familiar.
-Pero tu no la conoces del todo… tu no tenias necesidad de salvarla…-El tono de ese hombre era de tristeza, desesperación y culpa.
-Ella me salvo la vida, Max, tuve que haber echo vida por vida, se la debía-¿Max? Que lindo nombre.
-Pero ella saltó del acantilado por mi culpa, fue todo por mi culpa- ¿De quien estaban hablando?
-¡Deja de echarte toda la culpa, hombre! ¿No ves que se esta recuperando? ¡Mira como respira y como late su corazón!
-Luciana… solo déjame sentirme culpable por esto, me lo merezco- Pidió el hombre llamado Max.
-Bueno, si quieres que te consuma la culpa, la culpa de consumirá- Le advirtió Luciana a Max.
-Gracias- Susurró Max, pero la voz se le quebró a causa del llanto que aparecía en el.
-¿Gracias?-Luciana soltó un bufido- ¿Gracias por dejarte desnutrirte acá de tanto llorar?
-Si-La voz de Max era de nuevo un susurro-Solo déjame llorar por lo que hice.
-Max… la verdad es que no te entiendo-El tono de Luciana era cansado-¿Cuándo vas a entender que no fue tu culpa? ¿No dijiste que había un anciano también?
-Si, pero ella comenzó a correr porque yo no le creía…
-¿Me haces un favor?
-Depende…
-Deja de echarte la culpa, porque no esta muerta y tampoco se esta muriendo.
-¿Y el favor cual seria?
-Que no te eches la culpa hasta no saber si se va a morir o no.
-Bueno.
-Júralo.
-Lo juro.
-En ese caso, vamos con Merlina-Los pasos de Luciana ya se iban alejando.
-Pero…-Max dudó.
-Lo juraste- Le recordó Luciana.
-Bueno- Los huesos de Max crujieron al levantarse de tanto tiempo que estuvo sentado. Unos labios tocaron mi frente y mi corazón dio un salto fuera de control. Max se río un poco y sus pasos se alejaron. Escuche el golpe de la puerta al cerrarse y los pasos de Max y Luciana alejándose por el pasillo.
-¿Qué pasa si no se salva de esta?- Le escuche preguntar a Max.
-No lo se, pero tengo fe en que sobrevivirá- Y sus voces se desvanecieron al salir del edificio
Entonces si me estaba recuperando. No recordaba la razón de mi intento de suicidio, pero si me quise suicidar tuvo que ser por algo terrible, algo que me hizo enojar demasiado, o tal vez me quisieron asesinar…
¿Por qué no me acordaba de nada? Tuvo que ser un golpe muy fuerte o talvez una maquina para borrar el recuerdo… no, no lo creo, supongo que si, fue un golpe.
Otro ataque de pánico se apoderó de mi al darme cuenta que mi mente ya no cambiaba de color, estaba en color negro, negro intenso. ¿Eso significaba que iba a seguir con vida? Oh, no, no, no, no, no tenía que seguir con vida, mi muerte tenia que ser esta y no otra, esta.
Esperé segundos, minutos, horas, hasta que la puerta se volvió a abrir con un chirrido.
Espere un rato haber si se iniciaba otra conversación. Mi cuerpo se endureció al sentir una mano sobre mi ojo, pero solo lo abrió y miro mi ojo, la mujer que estaba examinándome llevaba ropa verde claro, pelo color castaño oscuro y ojos grises. Soltó mi ojo abierto y se cerró automáticamente, luego abrió mi otro ojo y lo examinó, luego lo soltó y este se cerró. Escuche una lapicera moverse por un papel, rayándolo, sonido insoportable. Un par de pies empezaron a venir hacia esta habitación con paso rápido. La puerta se abrió de un golpe.
-¿Despertó?- Esa voz ya se me hacia conocida, Max. Esperó la respuesta de alguien pero nadie hablo.
-Max, ¿Qué pasa si no despierta mas?- ¿Quién era esa?, no conocía su voz, pero una furia empezó a brotar de mi.
-Fiona… deja de ser así- El tono de Max era cansado.
-Solo míralo de este punto de vista; si ella no despierta más, ¿Qué va a ser de ti?-¿Así que ya estaba armando planes para cuando yo muera?
-No lo se…-Escuche el peso de Max caer sobre una silla- Solo dale tiempo…
-Tendrías que idear un plan por si ella muere- Esa tal Fiona ya me estaba sacando de mis casillas…Tosió para llamar la atención de alguien- ¿Podría irse?- Escuche los pasos de una mujer alejarse y pasar por el umbral de la puerta. Luego los pasos de Fiona se acercaron a la puerta y la cerró con un golpe sordo.
Max estaba en silencio sin hacer nada, cada pocos segundos soltaba un suspiro. Los pasos de Fiona se acercaron a la silla donde estaba Max.
-¿Qué…?- Algo lo interrumpió, ¿Un beso?, no, no y no, no se podían estar besando.
La furia fluyó de mí y me hizo abrir los ojos de golpe. Sin importarme los cables me dirigí a Max y Fiona que se estaban besando, si como yo suponía. Agarré a Fiona de un brazo para separarlos. Observe a Max que se quedaba helado frente a mi, le di una cachetada sin saber porque, mi mano quedo marcada como un sello en su mejilla. Luego me dirigí hacia Fiona, esta se estaba riendo. Le di un sopapo en la cara que la dejo paralizada.
-Ríete de tu cara…-Mi voz se desvaneció con mi mente. La maquina que estaba detrás de mi empezó a sonar advirtiendo que un corazón había dejado de latir, el mío. Miré mi mente y comprendí que en estos momentos estaba en blanco, todo blanco. Me estaba yendo, yendo al cielo. Me estaba muriendo, las ultimas imágenes que vi fueron; la cara ensangrentada de Fiona por la nariz que le rompí y la cara de Max… con mi mano marcada y lagrimas cayendo de sus ojos. Y lo último que escuche fue:
“-No, Melisa, no, por favor” La voz era de Max “-Te amo Mel”
Y todo desapareció; sentimiento de furia, culpa y tristeza ya no estaban, todo en mi se quedo en blanco, no había sonido alguno en mi mente ni en mi cuerpo, ni siquiera el golpeteo de mi corazón, absolutamente nada. Luego una serie de imágenes paso por mi mente, un bebe con los ojos mirándome, ese bebe se transformo en una niña y luego en una adolescente, y un hombre, un joven, apareció a su lado, Max, y otro mas alto al otro lado de la adolescente, Joa, y mi madre y padre atrás, estaba recordando todo, toda mi vida, justo cuando estaba muriéndome, la vida cruzaba frente a mi. Y recién ahora comprendí que terrible error había cometido.