jueves, 3 de diciembre de 2009
Todo estaba tan oscuro y callado en mi mente que hasta me daba miedo. El vacío de mi mente cambiaba del negro al blanco, sin encontrar información, sin encontrar recuerdos, ni sentimientos.
Esperé horas hasta que cabeza se apagara del todo. Estaba esperando la muerte completa. Nada se cruzaba por mi cabeza excepto mis pensamientos. ¿Por qué seguía pensando? Se suponía que estaba muerta. Si esto era la muerte no me gustaba para nada. Mi nombre, mi edad, mi raza, todo recuerdo, ya no estaban en mi cabeza. Se esfumaron como polvo con el aire, con el tiempo.
Era mejor volver a despertar e intentar mi suicidio de nuevo, en vez de estar acá esperando.
Mi sentido del tacto despertó, sentí las sabanas que estaban debajo de mi, sentí una mano agarrada a la mía, pero no reconocí de quien pertenecía, sentí frío y calor al mismo tiempo. El pánico me inundó al darme cuenta que estaba recuperándome de la muerte, aunque no se como había sido mi intento de suicidio.
Mi mente seguía cambiando del negro al blanco, blanco al negro, ahora con mas lentitud, era como si estuviera eligiendo entre el negro, quedarme viva, o el blanco, ir al cielo. Faltaría el rojo, para ver si iba al infierno.
Espere más tiempo, sin prestar atención a los colores neutros que jugaban en mi mente. Al cabo de unos segundos note que la mano que sujetaba la mía se estaba moviendo, como si el cuerpo se estuviera parando. Sentí otra mano en mi cara, en mi mejilla. Comprendí que la felicidad de esas manos se debía a que yo estaba apretando mi mano contra la que estaba agarrada a la mía.
Un pitido empezó a sonar en mis oídos. El pitido desapareció al cabo de unas horas, y un ruido raro empezó a sonar de nuevo, coordinando con los latidos de mi corazón.
-Por favor, tranquilízate- Le pidió una voz femenil a alguien de la habitación.
-¡Es que no puedo!-Gritó una voz masculina-¡Yo pude haberla salvado! ¡Y no lo hice!
-Yo también podía salvarla- La voz femenil me parecía bastante familiar.
-Pero tu no la conoces del todo… tu no tenias necesidad de salvarla…-El tono de ese hombre era de tristeza, desesperación y culpa.
-Ella me salvo la vida, Max, tuve que haber echo vida por vida, se la debía-¿Max? Que lindo nombre.
-Pero ella saltó del acantilado por mi culpa, fue todo por mi culpa- ¿De quien estaban hablando?
-¡Deja de echarte toda la culpa, hombre! ¿No ves que se esta recuperando? ¡Mira como respira y como late su corazón!
-Luciana… solo déjame sentirme culpable por esto, me lo merezco- Pidió el hombre llamado Max.
-Bueno, si quieres que te consuma la culpa, la culpa de consumirá- Le advirtió Luciana a Max.
-Gracias- Susurró Max, pero la voz se le quebró a causa del llanto que aparecía en el.
-¿Gracias?-Luciana soltó un bufido- ¿Gracias por dejarte desnutrirte acá de tanto llorar?
-Si-La voz de Max era de nuevo un susurro-Solo déjame llorar por lo que hice.
-Max… la verdad es que no te entiendo-El tono de Luciana era cansado-¿Cuándo vas a entender que no fue tu culpa? ¿No dijiste que había un anciano también?
-Si, pero ella comenzó a correr porque yo no le creía…
-¿Me haces un favor?
-Depende…
-Deja de echarte la culpa, porque no esta muerta y tampoco se esta muriendo.
-¿Y el favor cual seria?
-Que no te eches la culpa hasta no saber si se va a morir o no.
-Bueno.
-Júralo.
-Lo juro.
-En ese caso, vamos con Merlina-Los pasos de Luciana ya se iban alejando.
-Pero…-Max dudó.
-Lo juraste- Le recordó Luciana.
-Bueno- Los huesos de Max crujieron al levantarse de tanto tiempo que estuvo sentado. Unos labios tocaron mi frente y mi corazón dio un salto fuera de control. Max se río un poco y sus pasos se alejaron. Escuche el golpe de la puerta al cerrarse y los pasos de Max y Luciana alejándose por el pasillo.
-¿Qué pasa si no se salva de esta?- Le escuche preguntar a Max.
-No lo se, pero tengo fe en que sobrevivirá- Y sus voces se desvanecieron al salir del edificio
Entonces si me estaba recuperando. No recordaba la razón de mi intento de suicidio, pero si me quise suicidar tuvo que ser por algo terrible, algo que me hizo enojar demasiado, o tal vez me quisieron asesinar…
¿Por qué no me acordaba de nada? Tuvo que ser un golpe muy fuerte o talvez una maquina para borrar el recuerdo… no, no lo creo, supongo que si, fue un golpe.
Otro ataque de pánico se apoderó de mi al darme cuenta que mi mente ya no cambiaba de color, estaba en color negro, negro intenso. ¿Eso significaba que iba a seguir con vida? Oh, no, no, no, no, no tenía que seguir con vida, mi muerte tenia que ser esta y no otra, esta.
Esperé segundos, minutos, horas, hasta que la puerta se volvió a abrir con un chirrido.
Espere un rato haber si se iniciaba otra conversación. Mi cuerpo se endureció al sentir una mano sobre mi ojo, pero solo lo abrió y miro mi ojo, la mujer que estaba examinándome llevaba ropa verde claro, pelo color castaño oscuro y ojos grises. Soltó mi ojo abierto y se cerró automáticamente, luego abrió mi otro ojo y lo examinó, luego lo soltó y este se cerró. Escuche una lapicera moverse por un papel, rayándolo, sonido insoportable. Un par de pies empezaron a venir hacia esta habitación con paso rápido. La puerta se abrió de un golpe.
-¿Despertó?- Esa voz ya se me hacia conocida, Max. Esperó la respuesta de alguien pero nadie hablo.
-Max, ¿Qué pasa si no despierta mas?- ¿Quién era esa?, no conocía su voz, pero una furia empezó a brotar de mi.
-Fiona… deja de ser así- El tono de Max era cansado.
-Solo míralo de este punto de vista; si ella no despierta más, ¿Qué va a ser de ti?-¿Así que ya estaba armando planes para cuando yo muera?
-No lo se…-Escuche el peso de Max caer sobre una silla- Solo dale tiempo…
-Tendrías que idear un plan por si ella muere- Esa tal Fiona ya me estaba sacando de mis casillas…Tosió para llamar la atención de alguien- ¿Podría irse?- Escuche los pasos de una mujer alejarse y pasar por el umbral de la puerta. Luego los pasos de Fiona se acercaron a la puerta y la cerró con un golpe sordo.
Max estaba en silencio sin hacer nada, cada pocos segundos soltaba un suspiro. Los pasos de Fiona se acercaron a la silla donde estaba Max.
-¿Qué…?- Algo lo interrumpió, ¿Un beso?, no, no y no, no se podían estar besando.
La furia fluyó de mí y me hizo abrir los ojos de golpe. Sin importarme los cables me dirigí a Max y Fiona que se estaban besando, si como yo suponía. Agarré a Fiona de un brazo para separarlos. Observe a Max que se quedaba helado frente a mi, le di una cachetada sin saber porque, mi mano quedo marcada como un sello en su mejilla. Luego me dirigí hacia Fiona, esta se estaba riendo. Le di un sopapo en la cara que la dejo paralizada.
-Ríete de tu cara…-Mi voz se desvaneció con mi mente. La maquina que estaba detrás de mi empezó a sonar advirtiendo que un corazón había dejado de latir, el mío. Miré mi mente y comprendí que en estos momentos estaba en blanco, todo blanco. Me estaba yendo, yendo al cielo. Me estaba muriendo, las ultimas imágenes que vi fueron; la cara ensangrentada de Fiona por la nariz que le rompí y la cara de Max… con mi mano marcada y lagrimas cayendo de sus ojos. Y lo último que escuche fue:
“-No, Melisa, no, por favor” La voz era de Max “-Te amo Mel”
Y todo desapareció; sentimiento de furia, culpa y tristeza ya no estaban, todo en mi se quedo en blanco, no había sonido alguno en mi mente ni en mi cuerpo, ni siquiera el golpeteo de mi corazón, absolutamente nada. Luego una serie de imágenes paso por mi mente, un bebe con los ojos mirándome, ese bebe se transformo en una niña y luego en una adolescente, y un hombre, un joven, apareció a su lado, Max, y otro mas alto al otro lado de la adolescente, Joa, y mi madre y padre atrás, estaba recordando todo, toda mi vida, justo cuando estaba muriéndome, la vida cruzaba frente a mi. Y recién ahora comprendí que terrible error había cometido.